La marea feminista, millares de mujeres y centenares de hombres en contra de la discriminación y en favor de una igualdad real entre sexos, subió desde las históricas movilizaciones de 2018 hasta rebosar y parar durante más de tres horas y media de la tarde de ayer la capital grancanaria como ola final de la huelga laboral, estudiantil, de consumo y de cuidados convocada con motivo de la jornada internacional del 8 de marzo. Tras la pancarta Si nosotras paramos se para el mundo, la Red Feminista de Gran Canaria congregó en la velada del Día Internacional de la Mujer a 12.000 personas, según el cálculo a vista de pájaro de la Policía Nacional, entre las plazas de La Feria y Santa Ana más allá de las 19.00 y 21.30 horas, instantes oficiales de inicio y final de una manifestación tan pacífica y festiva como diversa y reivindicativa.

Sin embargo, el flujo morado advirtió de su ascenso imparable para siempre a través de un manifiesto exclamado por Noelia Sánchez y Herminia Fajardo como portavoces de la red de colectivos isleños. "¡Nos queremos libres, nos queremos vivas, feministas, combativas y rebeldes!", exigió el texto conjunto antes de concluir: "Hoy [por ayer], la huelga feminista no se acaba: ¡Seguiremos hasta conseguir el mundo que queremos!"

Una lucha incesante gracias a la fuerza de la sororidad, porque la acción multitudinaria entre las mujeres es la que permite el avance del movimiento feminista, se arrancaron Fajardo y Sánchez, en representación de una "identidad múltiple y diversa", antes de gritar "¡basta!" a las "agresiones, humillaciones o exclusiones" para reclamar un presupuesto suficiente para el Pacto de Estado Contra la Violencia Machista. Basta también "de violencias machistas, cotidianas e invisibilizadas" sufridas por todas, "de opresión por nuestras orientaciones e identidades sexuales" ante la LGTBIfobia social, de "discriminación salarial y acoso sexual en el ámbito laboral" y de racismo, enumeraron las portavoces de la malla violeta bajo una insignia feminista junto a las banderas oficiales del Ayuntamiento capitalino.

Tras recordar que ellas "reproducen la vida", reclamaron el reconocimiento y la redistribución de unas tareas asistenciales y domésticas que, pese a su gratuidad o devaluación resultan imprescindibles para la existencia colectiva. "Llamamos a la rebeldía y a la lucha ante el patriarcado y el capitalismo que nos quiere dóciles, sumisas y calladas", apelaron Noelia y Herminia frente a las "peores condiciones laborales", techo de cristal incluido.