Es solo una de las muchas conclusiones obtenidas por un grupo multidisciplinar integrado por funcionarios del Ministerio del Interior, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de cinco universidades públicas y privadas en lo que supone el primer estudio sobre el homicidio en España. Para ello, se seleccionaron 632 crímenes esclarecidos de los 1.150 registrados en España entre 2010 y 2012 y se extrajeron, aislaron, analizaron y cruzaron todos los datos: autores, víctimas, sexo, nacionalidad, tipo de armas, relaciones, motivaciones, escenarios...

Un trabajo enorme que, de momento, permite constatar, ahora sí en negro sobre blanco, datos tan curiosos como que se mata más en domingo y miércoles, en agosto y en abril, de noche y en verano o en Alicante y Girona. Pero también otros que, por sabidos, no dejan de sorprender: los hombres asesinan mucho más que las mujeres, y más a otros hombres que a mujeres. Que, en general, los extranjeros matan a extranjeros y los españoles, a españoles. O que en entornos urbanos -núcleos con más de 30.000 habitantes- cometen más crímenes los jóvenes y los extranjeros, mientras que en las demarcaciones rurales, las de la Guardia Civil, son más los españoles y los homicidas de mayor edad quienes actúan.

Crear un gran banco de datos

Pero más allá de la anécdota o del dato objetivo, el sentido del estudio reside en crear un gran banco de datos para servir a la perfilación criminal y a la investigación deductiva a partir de las probabilidades en comparación con casos similares anteriores. Vamos, lo que ya está haciendo cualquier investigador de Homicidios que se precie, pero con el sustento de los miles de datos que este análisis, al que seguirán otros más amplios, ha estructurado y que conformarán una base de datos de consulta policial. En definitiva, el big data al servicio de la ley. Pero mientras eso llega, que nadie se asuste. Sin esa herramienta informática, la Policía Nacional y la Guardia Civil ya tienen una tasa de resolución altísima en comparación con otros delitos: un 90%. De hecho, los 632 casos analizados son los resueltos de los 662 seleccionados inicialmente: hubo 1.150 crímenes en ese trienio; hubo comunidades autónomas que no facilitaron los atestados y otros se desecharon por problemas técnicos o envíos tardíos.

La tasa de pobreza

Es más, la tasa de pobreza de un país se mide directamente a partir de su número de asesinatos. La mitad de los homicidios se comete en países que concentran apenas el 10% de la población mundial. En 2012, el mundo contabilizó 437.000 víctimas de homicidio, con una tasa global de 6,2 crímenes por cada 100.000 habitantes, con América (16,3) y África (12,5) a la cabeza, y Europa, Oceanía y Asia (3), a la cola. El mayor drama, en coincidencia con los peores indicadores de pobreza, exclusión social y desestabilización, está en África del Sur, Colombia y Venezuela, que cuadruplican la media hasta los 24 asesinatos por cada 100.000 habitantes.

En España, esa tasa se situó en un tranquilizador 0,78, pero la media habitual es entre 0,6 y 0,9, en función de los años. De hecho, son las cifras que se manejan en la Europa Occidental, que en este momento comparte esa tasa de 0,9 homicidios por cada 100.000 habitantes, que se incrementa hasta tres si se reflejan los países del norte y del este, incluidas Finlandia y Suecia, con altísimas cifras de asesinatos.

Variable del ataque sexual

El estudio encargado por la Secretaría de Estado de Seguridad dedica un capítulo completo a los crímenes que tuvieron entre sus componentes el sexual. Contabiliza 25 casos, con 27 muertes -el 55,6% mujeres-. La mayoría de estos 25 asesinatos los cometieron hombres (86,2%; solo hubo cuatro mujeres homicidas) y españoles (58,6%), mientras que las víctimas fueron mayoritariamente mujeres y extranjeras (55,6%). Doce casos están dentro del tipo interpersonal, mientras que en 13 hubo otra actividad criminal asociada -en tres de ellos, el homicida, hombre, mató a una mujer tras violarla. Hay ocho asesinatos de prostitutas, una tasa muy elevada. Y todas ellas extranjeras, lo que da una idea de la desigualdad que sufren las mujeres objeto de comercio sexual.

Cruzando la nacionalidad de los autores y las tipologías criminales, el informe detecta una mayor presencia de homicidas extranjeros en los hechos relacionados con actividades criminales, muy especialmente en el crimen organizado, y en bandas.

Por el contrario, los españoles tienen más presencia en homicidios de tipo interpersonal. Cruzando las edades, los extranjeros son significativamente más jóvenes que los españoles, especialmente en la franja de 18 a 30, frente a la de 41 a 64 en españoles.

En cuanto a la presencia de las drogas y otros tóxicos como el alcohol, de los 632 casos analizados, las drogas estuvieron presentes en un tercio de ellos (194), tanto porque el autor o los autores eran consumidores, como porque el narcotráfico fue el origen del conflicto que generó el asesinato. Por cierto, los homicidios con componente criminal sólo supusieron el 18% del total, por lo que se mata mucho más por razones interpersonales -uno de cada tres hombres asesinados murió en una pelea frente a una de cada dos mujeres, que fue asesinada en episodios de violencia machista- y, generalmente, a personas conocidas, lo que facilita la labor de los investigadores de Homicidios. En todo caso son datos que refrendan lo que han concluido todos los expertos que se han acercado al homicidio desde una perspectiva teórica y académica: la marginalidad, la pobreza, la escasa escolarización, la falta de cohesión y estabilidad social y personal, en definitiva, son el caldo de cultivo perfecto para que los conflictos acaben resolviéndose de la peor manera posible: matando al prójimo.

Estereotipos de género

El informe extrae conclusiones interesantes a partir del estudio del homicida en función de su sexo. Como víctima, no hay duda: el 51% de las mujeres asesinadas lo fueron a manos de sus parejas o exparejas. Es más, el 38,5% de las víctimas fueron mujeres frente a un apabullante 89% de autoers hombres. Y, de todas las mujeres asesinadas, el 85,9% lo fue en crímenes interpersonales -con una prevalencia brutal de los asesinatos machistas-, y el 88,2% fue víctima de un autor a quien conocía. Incluso como autoras, se reproduce el esquema patriarcal: ellas matan más en casa, el 92,31% de las asesinas tenían alguna relación con su víctima, y sienten más remordimiento.