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Entrevista | Ignacio Morgado

"La filosofía plantea preguntas para que la ciencia avance"

"El padre de la inteligencia emocional es un emperador romano, Marco Aurelio, que hace 2.000 años", destaca el psicobiólogo

Ignacio Morgado. marta g. brea

¿Los animales sufren igual que nosotros?

Sufren, sí, porque tienen conciencia y unos sentimientos parecidos a los nuestros, pero como no le pueden dar vueltas a su sufrimiento como hacemos los humanos, este está limitado siempre. Los humanos podemos utilizar la capacidad de pensar, de razonar sobre lo que nos pasa para dos cosas: hacer que lo que nos ocurre nos haga sentir peor o para hacer que no le demos tanta importancia.

¿Qué determina una u otra?

La capacidad que tenemos de utilizar el pensamiento, la razón para cambiar nuestros sentimientos. Esta es la definición de inteligencia emocional.

Un término muy empleado últimamente...

Sí. Pero viejísimo. El padre de la inteligencia emocional es un emperador romano, Marco Aurelio, que hace 2.000 años escribió un libro de meditación que es uno de los mejores que se han escrito nunca sobre inteligencia emocional. Nada de Goleman ni nada de esto. Si quiere un libro de inteligencia emocional de la buena léase Meditaciones de Marco Aurelio o El arte de la prudencia, de Baltasar Gracian, un clásico español traducido a montones de lenguas. Y es curioso: aquí en España leemos a Goleman y en Estados Unidos tienen unas ediciones maravillosas de Gracian, que es a quien leen ellos.

¿Cómo se explica esto?

Porque aquí no valoramos lo bueno que tenemos. Tenemos mucha tendencia a autoflagelarnos. Somos de las sociedades que más se castiga y se condena a sí misma.

¿Qué papel juega la filosofía?

La filosofía es la locomotora del tren de la ciencia. La filosofía siempre va delante haciendo preguntas que muchas veces los científicos no tenemos tiempo de hacernos porque son cuestiones muy avanzadas sobre la realidad y la motivación de las cosas. La filosofía es buena para hacer preguntas. Las respuestas las tiene que dar la ciencia y el estudio del conocimiento. No podemos prescindir de la filosofía.

¿Qué pasaría si prescindiéramos de ella?

Que perderíamos unos conocimientos muy importantes y tendríamos menos capacidad de reflexionar, capacidad que empezamos a desarrollar cuando somos pequeños y nuestro cerebro es mucho más plástico. Porque además de jugar ese papel motivador de plantear preguntas para que la ciencia avance, también mantiene activo el cerebro y hace que las mentes crezcan en capacidad intelectual. Si a un niño le planteas preguntas del tipo: "¿Tú matarías a una persona para salvar a diez?" no va a resolver el dilema moral, como tampoco lo vamos a resolver los adultos, pero va a pensar y esto va a activar su capacidad de razonar. Ni las matemáticas ni la filosofía deben quedar excluidas de la educación inicial. Yo no soy partidario de dividir a los niños en fases muy tempranas en letras o ciencias. No debería de haber ningún niño de ciencias que no supiera quién es Rosalía de Castro ni ninguno de letras que no supiera quién es Ramón y Cajal.

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