La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria celebra este curso el 30 aniversario de la implantación de los estudios de Traducción e Interpretación. Se crearon en Gran Canaria en 1988-89 en el seno de la Universidad Politécnica de Canarias, convertida poco después en ULPGC. Nació como Escuela Universitaria de Traductores e Intérpretes, el primer centro del área de Humanidades, para dar respuesta a una necesidad social, suscitada por la demanda de traductores que permitieran la comunicación en actividades mercantiles, marítimas y turísticas, surgida de la situación geográfica del Archipiélago, puente entre Europa, África y América. En 1994 se convirtió en Facultad, con la creación de la licenciatura, y 15 años más tarde, en 2009, el Espacio Europeo dio paso a los grados. Tres décadas después, analizamos la evolución de estos estudios a través de alumnos de tres generaciones: Miguel Ángel González Reyes, José Luis Castillo Flores y Carolina León Fumero.

González Reyes es coordinador de Interpretación del Tribunal Superior de Justicia de Canarias. Forma parte de la primera promoción de la Escuela Universitaria de Traducción e Interpretación. "Entonces era una carrera muy novedosa, sólo existía en Granada y Barcelona. Aquí empezamos ese año en unas aulas de la UNED, en la calle Luis Doreste Silva, mezclados con ellos, porque no existía una sede física aún. A los tres años ya nos mudamos al edificio de Humanidades, y un año después se creó la Facultad. Los que hicimos la diplomatura en la Escuela, cursamos después asignaturas de la nueva titulación, para obtener la licenciatura", explicó. También fue uno de los pioneros en participar en un programa de intercambio Erasmus, y tras un año trabajando en proyectos suelto, en enero del 95 empezó a trabajar en el TSJC.

José Luis Castillo Flores, pertenece a la promoción 2007-2011 de la Licenciatura en Traducción e Interpretación, un título que le ha permitido dedicarse a lo que más le gusta en diferentes facetas, como autónomo, como empresario e incluso como profesor en Hawái. Tras regresar en 2018, su nueva meta es doctorarse y dedicarse a la docencia universitaria. "La carrera a mi me cambió la vida, siempre me gustaron los idiomas y comunicarme con gente de otros lugares. Llegué a la Facultad con un nivel de inglés flojo, y vi a compañeros con el último año de la Escuela de idiomas, cursos en Reino Unido o que habían estudiado en colegios bilingües... Así que tuve que trabajar el triple para llegar al nivel".

El tercer año de carrera se fue de Erasmus a Alemania, la segunda lengua que estudiaba, y esa experiencia le afianzó en la idea de que la Traducción e Interpretación era su camino. "Terminé la licenciatura en junio, y en julio ya empecé a trabajar en encargos, me di de alta como autónomo, monté mi empresa de servicios lingüísticos, en la que trabajé cinco años, aquí y en Barcelona, y al quinto año me fui a Hawái, donde me contrataron como profesor en un centro de traducción e interpretación adscrito a varias facultades". Allí estuvo tres años, volvió a Gran Canaria en julio del 2018 para tomarse un año sabático, y este septiembre empezará el doctorado en la ULPGC, "porque mi objetivo es ser profesor en la Universidad, me gusta la docencia".

Carolina León Fumero, trabaja actualmente como traductora en el ámbito jurídico. Pertenece a la promoción 2011-2015 del grado, y también cursó el Máster en Traducción Profesional y Mediación Intercultural en 2015-2016. "Para mi los estudios de Traducción e Interpretación han significado poder dedicarme a lo que me gusta. Tenía claro estudiar algo relacionado con los idiomas y con 16 años, antes de empezar Bachillerato no sabía que existía este grado. Mi padre, que es orientador, me habló de la carrera y en ese momento tuve claro que era lo que estaba buscando".

Tanto le gustó que sus cuatro años de carrera los califica como un "disfrute"a todos los niveles, desde el punto de vista académico, la relación con compañeros y profesores, prácticas externas con especialistas de gran nivel... "Me nutrí de lo que me ofrecía esta Facultad todo lo que pude". Cuando terminó los estudios se dio de alta como autónomo y ya lleva algo más de dos años trabajando, en el ámbito de la traducción jurídica.

"Es muy curioso porque recuerdo que una vez un profesor nos dijo que independientemente de como nos especialicemos en la carrera a través de la elección de las asignaturas, cuando salgamos al mercado laboral al final la especialidad nos elige a nosotros. Y este es mi caso, ni siquiera en el máster me especialicé en traducción jurídica pero al final el trabajo me vino por ahí, y llevo dos años en este ámbito", subrayó la joven.

Internacionalización

Los tres son conscientes de la evolución de los estudios en estos 30 años. Para Miguel González, el salto más importante se ha dado en el ámbito de la internacionalización gracias al auge de las TIC. "Cuando nosotros empezamos prácticamente internet no existía, y vivimos ese proceso de digitalización e introducción al mundo de la red, que ha sido la mayor de las bendiciones, porque nos abría las puertas a documentos reales, glosarios, intercambio de opiniones...". González considera que esto ha propiciado también un cambio en el perfil del interprete y traductor, al permitirle trabajar más a nivel internacional. "Internet facilita el acceso a muchos clientes fuera de este territorio".

Para José Luis Castillo, también se han dado cambios importantes en la parte académica. "Cuando estudiaba la licenciatura las especializaciones que se ofertaban eran del tipo de traducción jurídica, médico-sanitaria... Ahora se trabaja más la audiovisual, que en mi época no se veía, hacer subtítulos, traducir guiones de cine para películas, videojuegos, páginas web o aplicaciones para móviles".

Tampoco aprendió en su carrera como tratar con los clientes, hacer una factura, presupuestos..., algo que si tuvo la oportunidad de aprender Carolina León en el grado, que contempla una asignatura específica. "Tuvimos traducción audiovisual, por ejemplo, y el tema de tratar a los clientes lo trabajamos bastante en la asignatura de Profesión, vimos aspectos relacionados con el trabajo en general (tarifas, facturas, presupuestos, clientes...). Ahora los estudios están enfocados a un aprendizaje más práctico, e incluso a impulsar el emprendimiento".

Sobre las salidas laborales de estos estudios, los representantes de las tres generaciones coinciden en que siempre hay trabajo, aunque para ello es necesario ser constantes y perseverantes. Y no creen que la traducción automática sea una amenaza para la profesión. "La traducción automática existe desde hace muchísimo tiempo, se ha ido especializando cada vez más, y siendo más accesible al público y a las empresas, pero queda mucho tiempo para que esté a la altura de una traducción profesional, y hay muchos ámbitos en los que eso nunca llegará a cubrirlo del todo", indicó Miguel Ángel González. No obstante, destacó que aún hay que trabajar en la mentalización de los usuarios y empresarios sobre el valor de una traducción profesional para la imagen de la empresa. "Hay empresarios que no ven la traducción como parte de su imagen corporativa, se preocupan más del logotipo, por ejemplo, pero luego ofrecen un producto lingüístico que no está a la altura".

"Precisamente una forma de captar clientes es ver webs de empresarios, detectar los errores de traducción, les envías una captura de pantalla indicándolos y te ofreces a traducirle la página web", apuntó José Luis Castillo.

Llegados a este punto los tres insisten en que ser traductor "no es conocer un idioma". La diferencia, según apunta Carolina León, es la toma de decisiones. "Sólo con saber el idioma puedes caer en muchas trampas, pero el traductor está formado para tener criterio y hacer el trabajo de forma correcta". A este respecto González añade que el traductor sabe como se expresan en otro idioma, y sabe como eso se dice en el propio, con sus palabras, su idiosincrasia y su cultura. "Una de las cosas que a veces se tiene de forma intuitiva o se alimenta con los estudios es tener lo que se denomina oído interior que te hace resaltar en rojo un fallo que pasa desapercibido para que el que conoce el idioma pero no es traductor".

En definitiva, los tres auguran un futuro prometedor para unos estudios que están en permanente evolución y actualización.