"Es algo que no se sabe expresar con palabras. Estamos muy felices". María Luisa Quintana Rodríguez, de 74 años, de San Mateo, una de las tres religiosas que recibieron al papa Francisco en un centro social de Temara, a las afueras de Rabat, estaba ayer feliz. Muy feliz. Ha sido una día para la historia de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, y para la pequeña comunidad, que se dedica a los más pobres de los pobres en Marruecos. "No sé ni lo que dije", explica la gran canaria más habladora que sus hermanas Magdalena Mateo y Gloria Carrilero. "El Papa escuchaba a todo el mundo, saludó a todos, pequeños y mayores". María Luisa Quintana desaca del papa argentino la sencillez y "el saber estar con todos, su bondad". "Pedimos salud para ste Papa y damos gracias a Dios por haber elegido esta casa para estar con los niños, sus madres y los enfermos". Todos musulmanes.La fraternidad humana, tan predicada, visible entre un jesuita argentino y una vicenciana de San Mateo.