El 2 de junio de 1964, a primera hora de la tarde, la ciudad de La Laguna se sumió en la oscuridad, envuelta por el olor a tea quemada. La iglesia de San Agustín, en la calle del mismo nombre y en pleno centro urbano, estaba siendo pasto de las llamas. Una enorme columna de humo se elevó sobre La Laguna y ante la magnitud del fuego, y dados lo escasos medios de extinción de la época, se pensó que las llamas podrían propagarse por la ciudad.

Las causas de aquel incendio nunca se llegaron a esclarecer, pero bastaron un par de horas para reducir a cenizas uno de los conjuntos patrimoniales más importantes de la ciudad. El periodista Domingo Bacallado relató la tragedia en un artículo publicado en el periódico El Día con motivo del cuarenta aniversario del desastre.

La iglesia de San Agustín formaba parte del Convento de San Agustín, fundado en el siglo XVI y reformado durante los siglos XVII y XVIII. El claustro y algunas dependencias anejas del antiguo convento desempeñan, desde el siglo XIX, tareas docentes, acogiendo el viejo Instituto de Canarias.

El incendio solo dejó en pie las paredes del edificio, los arcos y columnas calcinadas, pero desaparecieron importantes imágenes y objetos sacros. Tras el desastre se desató una corriente de solidaridad en el pueblo tinerfeño que generó una gran cantidad de fondos para reconstruir la iglesia. Pero el entonces obispo, Franco Gascón, decidió emplear esos fondos en otra obra: la construcción del edificio del Seminario Diocesano de La Verdellada.

La iglesia no se reconstruyó jamás. En marzo de 2005, el Ayuntamiento de La Laguna dictó una resolución por la que se anunciaba un Concurso Internacional de Ideas. Se constituyó un jurado que designó como ganadora la que presentó el equipo FAM de Madrid, que propuso un proyecto tomando como actitud inicial modificar lo menos posible lo existente, creando un espacio que actuara como generador de actividad, una mediateca que permitiera resolver la falta de lugares de búsqueda cultural, investigación, manejo de medios audiovisuales... Hasta hoy, no se ha movido ni una piedra.