Dolores y depresión. Un calvario que comenzó hace cuatro años para Andrea Arango (39 años) vecina de un municipio de la Vega Baja (Comunidad Valenciana), que prefiere dejar en el anonimato. Madre de tres hijos, ella es una de las miles y miles de afectadas por el Essure, el anticonceptivo permanente, compuesto por dos muelles de níquel y titanio que obturan las trompas de Falopio, y que fue retirado del mercado por Bayer en 2017.

El día a día es una carrera de obstáculos para ella, que se vio obligada a dejar su puesto de trabajo por el malestar constante que sufre. Andrea, tras el nacimiento de su hijo pequeño acudió a su ginecóloga para poder implantarse este dispositivo que ha provocado lesiones a más de 8.000 españolas.

Para ella esta situación es «una negligencia médica, porque no me hicieron ningún tipo de pruebas alérgicas del propio artefacto. Padezco una intoxicación y necesito con urgencia que me retiren el dispositivo de mi cuerpo porque va a acabar conmigo», lamenta.

En estos años, que los describe como «una eternidad», Andrea ha visitado en numerosas ocasiones la consulta médica por intensos dolores que «me están arruinando la vida» y no comprende el motivo por el que no recibe «parte alguno de la consulta ni tampoco cuando he ido al servicio de urgencias del hospital». Mientras, espera impaciente el día en el que se la opere porque «los efectos secundarios se están apoderado de mi cuerpo y me está afectando bastante la garganta», explica Andrea emocionada al tener que depender de la ayuda de sus hijos mayores, ya que se encuentra medicada.

«Tristemente ya se conoce el fallecimiento de una mujer en España por este motivo y jamás debió haber ninguna», concreta esta afectada, que ve con indignación que todavía haya centenares de mujeres en lista de espera para una operación «de máxima urgencia», y tilda de «lamentable la falta de información y atención, porque piensan que exageramos, pero nos lo vendieron como algo maravilloso y nos han arruinado por completo la vida».

Intervención

En estos días, Andrea ha sido llamada para realizarle las pruebas necesarias antes de la operación, «que espero que sea en breve porque lo necesito por mis hijos también», indica con esperanza, asegurando que para denunciar «necesitamos estar operadas, pero lo único que busco con esta intervención es tener calidad de vida para seguir disfrutando de mis hijos», a pesar de que no les dan garantías de recuperar la normalidad por completo tras ser operadas.

«Yo sí que he solicitado que sea total la histerectomía, pero hay mujeres con restos dentro por desconocimiento y desinformación». En este sentido, para las víctimas del «muelle» se creó una Asociación de Afectadas por el Essure en España, con el fin de dar cobertura legal y asesoramiento en una situación de «desconfianza en el sistema sanitario porque no encontramos solución y esto nos está matando en vida», matiza Andrea, que pone voz también a otras afectadas de la comarca de la Vega Baja y de la provincia de Alicante.

Ella y otras más formaban parte de esta plataforma hasta hace unas semanas. «Hemos sido expulsadas sin motivo justificado, aunque creemos a que se debe a nuestra inquietud de contar nuestra realidad, un problema gravísimo en este país que se está dejando de la lado», indica la afectada.