La Provincia - Diario de Las Palmas

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Octavio Llinás González

"La ULPGC fue la mejor solución a la necesidad canaria de formación superior"

"El Consejo Social de los años 80 fue un lugar de reflexión y de poner cabeza al proceso de creación de la ULPGC", afirma

Octavio Llinás González. lp/dlp

¿Cómo recuerda ese momento en el que el sueño de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se hizo realidad?

Todo el proceso de creación de la Ley fue un momento de gran tensión social. Las personas que estábamos allí nos involucramos en un tema que era bastante conflictivo, pero es verdad que eso llevaba a la esperanza de que diera lugar a la solución que, en definitiva, era la creación de la Universidad, ya que el problema radicaba en que la fórmula anterior de las dos universidades especializadas no estaba bien resuelto. La esperanza que nos daba el trabajo que hacíamos era que el problema que había que resolver era grande y que la solución era la adecuada, como así se ha demostrado. Fue esa especie de equilibrio entre la dificultad y la tensión, y la esperanza de resolver un problema importante.

¿Cuál cree que fue el factor determinante para que se creara?

Teniendo en cuenta que era una necesidad y una reivindicación de muchos años, yo creo que el factor determinante fue cuando todas las personas en Gran Canaria llegaron al convencimiento de que la fórmula de las dos universidades especializadas no resolvía el problema. La creación de la ULPGC fue una segunda idea, una vez que quedó claro que de la otra manera no se podía resolver, había que ir a esto, y eso fue lo que rompió un proceso anterior y dio lugar a ir hacia un proceso nuevo que era la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Yo recuerdo incluso algún debate en el Consejo Social de la Universidad Politécnica sobre si la fórmula era potenciar la Universidad de La Laguna y la Politécnica para cubrir las necesidades, pero ni siquiera se produjo porque no había posibilidad. No por convencimiento sino porque las pruebas lo demostraban, todos los esfuerzos que se hacían no terminaban por resolver y el problema se demoraba en el tiempo.

Como presidente del Consejo Social en la última etapa de la Universidad Politécnica, ¿qué papel cree que jugó este órgano de cara a la creación de la ULPGC?

Fue básicamente un lugar de reflexión y de ponerle cabeza al proceso. Si de algo estoy satisfecho de mi participación en aquella época, es de que intentamos que, en lugar de que el Consejo Social fuera un elemento más de ruido, fuera un elemento de cooperación efectiva. Eso lo hicimos razonablemente bien, ayudar a que el proceso caminara de forma correcta, resolviendo dificultades, que habían muchas. Creo que el consenso que se lograba en el Consejo Social era importante, y eso fue la principal aportación, porque podía haberse convertido en un elemento de ruido y de complicaciones, y la verdad que no lo fue, y eso fue una aportación significativa.

¿Y una vez creada la Universidad de Las Palmas en 1989, cuál fue el papel del Consejo Social en sus primeros años de vida?

Yo creo que tuvo un papel incluso más importante porque la propia dinámica del Consejo Social de la Universidad ya era una dinámica consolidada y eso ayudó al equipo rectoral de Francisco Rubio y a la Consejería en su momento, a que el proceso de puesta en marcha de la Universidad fuera muy ágil y eficiente, porque habían muchas decisiones que habían que tomar. Hay que tener en cuenta que el Consejo Social fue constituido en 1985 en tiempos de la Universidad Politécnica de Las Palmas, por tanto cuando se creó la ULPGC ya era una herramienta que funcionaba bien, que hacía su trabajo bien, y eso fue una gran ayuda. Visto desde ahora, con lo que podía haber pasado, yo creo que fue una puesta en marcha muy rápida y eficaz.

¿Cuáles son las acciones realizadas desde el Consejo de las que se siente más orgulloso?

En ese momento estábamos diseñando el campus completo, el número de obras que se sacaron. Pero eso que podía haber sido un problema para el crecimiento y desarrollo de la Universidad, era en lo que el Consejo Social iba ayudando, haciendo e impulsando y eso hacía que todo fuese más fácil, que fuera parte de la solución. Hoy en día es un gozo contemplar el campus actual, de haberlo visto en el papel a verlo construido, es una gran satisfacción. Cuando yo lo veo, tengo la impresión de que ha quedado bien, el conjunto de edificios, la originalidad y funcionalidad han sido factores importantes.

¿Ha cambiado el papel de los consejos sociales en la universidad actual?

Si, y creo que hubiese cambiado con independencia de lo que le hubiera pasado a la Universidad de Las Palmas, porque los consejos sociales estaban naciendo en aquella época y tratando de encontrar su papel dentro de la universidad. Nosotros tuvimos la oportunidad de participar en un proceso constructivo, de creación, que no era lo normal porque la mayor parte de las universidades ya estaban hechas y el Consejo Social no contribuía a su nacimiento. Toda esa participación en el proceso de creación fue una característica de nuestro Consejo Social. Con el paso del tiempo, se ha convertido en un órgano más de gobierno, pero en aquel momento era el desafío de una universidad nueva, la construcción de un futuro. Desde las infraestructuras del campus hasta las titulaciones había todo un debate sobre el futuro que se estaba construyendo. Y el futuro que se pensaba en aquel momento es la realidad de hoy.

¿Cómo valora la evolución de la Universidad de Las Palmas?

Tengo dos sentimientos con respecto a la Universidad de Las Palmas. El primero es que cuando se hablaba de problemas y peligros, creo que la Universidad de Las Palmas hoy es la confirmación de que teníamos razón, es decir, la ULPGC fue y es la mejor solución a la enseñanza superior que tenía Canarias, no sólo esta provincia. El sistema universitario que salió de la creación de la ULPGC fue la mejor solución a la necesidad de formación superior que la que teníamos antes. De eso nadie tiene ninguna duda, fue la solución mejor y más eficiente que pudimos tomar, atendiendo a las necesidades de la sociedad. El otro sentimiento es el de preocupación por el futuro.

¿Preocupación por qué?

En aquel momento el futuro era este presente, y ahora todas las universidades tienen que encontrar y ahí el Consejo Social tiene que ayudar, cuál es el nuevo papel. Tienen que adaptar los mismos elementos y la misma filosofía a unas necesidades de una sociedad que cambia a unas velocidades no conocidas hasta ahora por la humanidad. La Universidad debe ser la parte positiva de esos cambios. La universidad debe adaptarse a ese escenario de desafíos que ya se ha iniciado, se va a acelerar y va a ser más rápido, más difícil y más complicado.

Partiendo de ahí, ¿cuáles cree que son los nuevos retos de la Universidad?

Encontrar cómo el tiempo que dedican los alumnos y la formación que se les da, los capacita para participar en esa nueva sociedad que estamos creando, donde las tecnologías tienen un potencial tremendo. El vínculo de las tecnologías con las relaciones humanas está por resolver, y el reto de la universidad es dar con la fórmula para que esa relación entre el desarrollo tecnológico en crecimiento exponencial y las nuevas necesidades sociales funcione bien, y ahí los titulados universitarios deben ser claves. De lo contrario, vamos a tener problemas y, probablemente, perderemos oportunidades importantes.

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