Con la muerte de Francisco Araña del Toro, el municipio de la Real e Histórica Villa de San Bartolomé de Tirajana ha perdido al que fue su mejor alcalde. Nacido el 9 de julio de 1930 en La Hoya de Tunte, recibió sus primeros estudios en la desaparecida escuela de dicho lugar que regía la maestra nacional e hidalga dama tuntuense su tía doña Concepción Matos del Toro. Posteriormente, estudió primera enseñanza en el Colegio San Antonio de Padua de Las Palmas de Gran Canaria, los seis primeros años de bachillerato los cursó en el Instituto Pérez Galdós de Canalejas, y el séptimo en el Colegio Viera y Clavijo.

En la Universidad de San Fernando de La Laguna realizó los estudios universitarios en la Facultad de Derecho, donde alcanzó la licenciatura en 1952, como integrante de la promoción 1947-1952. En Tenerife formó parte de la octava promoción de la Milicia Universitaria y la 5ª Zona de la IPS, en el Campamento de Los Rodeos, donde recibió el despacho de alférez de complemento e hizo las prácticas en Melilla. Araña del Toro poseía, además, los títulos de gestor administrativo y agente de la propiedad inmobiliaria. Tras darse de alta en el Colegio de Abogados de Las Palmas en abril de 1955 profesó el ejerció libre de la abogacía hasta 1975, año en que accedió a la alcaldía del municipio de la Villa de San Bartolomé de Tirajana donde permaneció ininterrumpidamente hasta las elecciones del año 1991. Casó con doña María del Carmen Galván Toledo de cuyo matrimonio nacieron seis hijos.

Cuando el 3 de septiembre de 1975 fue nombrado alcalde de la Villa de San Bartolomé de Tirajana, y dos días después tomó posesión del cargo, Francisco Santiago Araña del Toro tenía 45 años de edad, estaba casado y ejercía su profesión de abogado integrando el prestigioso equipo de letrados que capitaneaba el ilustre artenarense don Santiago Aranda Aguiar. Aquel año, Araña del Toro había sido pregonero de las fiestas del apóstol Santiago en Tunte y, por su contenido y mensaje, además del énfasis de emotividad que derrochó en sus palabras "conectadas por hilo directo al corazón de sus paisanos" como en su día escribimos en LA PROVINCIA, los vecinos tirajaneros afirmaban unánimemente "¡este es el alcalde que Tunte necesita porque siente al pueblo como suyo propio y habla el mismo lenguaje que nosotros!"; y el pueblo, siempre sabio, no se equivocó.

El entonces gobernador civil de la provincia de Las Palmas, Enrique Martínez-Cañabate Moreno, captó el mensaje -con la complicidad de Ervigio Díaz Bertrana, a la sazón subjefe provincial del Movimiento- propuso el nombre de Francisco Araña a Madrid y José García Hernández, a la sazón ministro de la gobernación, lo ratificó. Dos días después de hacerse oficial el nombramiento, Araña del Toro recibía el bastón de mando como alcalde del municipio de la Villa de San Bartolomé de Tirajana, el más extenso de Gran Canaria y uno de los más importantes de Canarias por su proyección y desarrollo turístico.

La labor no fue fácil para Araña del Toro. Múltiples y complejos problemas tuvo que afrontar, dificultades e inconvenientes derivados del desarrollo meteórico e irreversible de la zona turística; abandono de pagos, barrios y pueblos de medianías y cumbres; los conflictos de la aparcería en Juan Grande y zona de costa... Francisco Araña del Toro comenzó a trabajar ("es lo único que sé hacer", como afirmó más de una vez, y lo demostró en la práctica con su dedicación total al municipio y a sus vecinos). Nombró alcaldes de distritos y de barrio, se volcó en la mejora y desarrollo de todos los pagos y barrios, sobre todo los de medianías y cumbres a los que dotó de luz, agua, alcantarillado y caminos vecinales. Potenció las asociaciones familiares y de vecinos. Locales de reunión, teleclubs, casa de la cultura, campos de fútbol, canchas polideportivas, labor que tuvo su refrendo popular en las primeras elecciones democráticas de abril de 1979, en que Francisco Araña del Toro fue elegido alcalde por mayoría. A partir de ahí, su actuación marchó paralela al desarrollo del municipio, principalmente por la prosperidad de la industria turística y el complemento de la zona industrial de la fábrica de cemento de Arguineguín, con su flamante puerto. El 5 de septiembre de 1.975 tomó posesión de la alcaldía, cargo para el que fue designado "dedocráticamente". Posteriormente, en las elecciones municipales de los años 1.979, 1.983 y 1.987, fue elegido y relegido por mayoría absoluta, y en 1.991, aunque obtuvo la mayoría de los votos, no alcanzó el quorum para gobernar.

Paco Araña fue un excelente alcalde y un gran tirajanero. Sintió como nadie su Tunte natal: "¡Soy tirajanero, de Tunte, y un fervoroso devoto del Apóstol Santiago", repetía con asiduidad. Respiraba el aire y los sentimientos del pueblo con profundidad. Transformó en realidad de desarrollo y prosperidad a todo el municipio, desde el mar hasta la cumbre. Sin embargo -y eso nos consta porque nos lo ratificó en la última conversación que mantuvimos el pasado domingo día 19 del actual, en la Plaza de Tunte- Paco Araña se ha ido de este mundo con la tristeza de no haber podido llevar a cabo dos de sus más fervientes sueños: la construcción del gran Hospital Comarcal en Maspalomas y la variante de la carretera de San Fernando a Tunte por Fataga, la primera ruta turística de Gran Canaria. "De no hacerlo -afirmó en más de una ocasión- aumentará el despoblamiento de Tunte y de la zona alta del municipio; y por supuesto, de surgir un accidente, sobre todo, en el zig-zag de la Degollada de las Yeguas, lo lamentaremos", como desgraciadamente ocurrió en más de una ocasión.

Paco Araña amaba a Gran Canaria y a todas las islas del archipiélago, a sus gentes, de todas las clases, en especial al campesino, sus costumbres y conducta respetuosa, Como humano tuvo defectos. Pero nadie puede rebatir la labor que desarrolló en su villa y por su villa, lo que llevó al Ayuntamiento a nombrarlo Hijo Predilecto del municipio de San Bartolomé de Tirajana, título más que merecido y, como expresé en el pregón que pronuncié en las fiestas de Santiago de Tunte de 2011, "el título de Hijo Predilecto era un nombramiento que ya se hacía tardar". Afortunadamente llegó, por acuerdo de la corporación que preside Marco Aurelio Pérez. Aquel sábado 15 de septiembre de 2012, Tunte fue una fiesta, porque se homenajeaba y hacía justicia a un ilustre hijo de la Villa, nacido el 9 de julio de 1.930 en el bello y hermoso valle de Hoya de Tunte-, e hijo de Juan Araña Matos y de Concepción del Toro Matos, lugar donde creció junto a sus tres hermanos Carmen, Juan y María Luisa.

Francisco Araña del Toro supo concebir, y llevar a la práctica un gobierno local dinamizador y facilitador del desarrollo humano sostenible del municipio de la Villa de San Bartolomé de Tirajana. Tuvo la valentía y el arrojo de asumir los nuevos retos del progreso: crecimiento económico, erradicación de la pobreza, rescate de la cultura y preservación del medio ambiente. Mejoró sus habilidades para comunicarse, usó su tiempo, negoció y movilizó recursos públicos y privados, hasta el punto, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que mucho de lo que hoy es el municipio de la Villa de San Bartolomé de Tirajana se le debe al trabajo y dedicación de Francisco Araña del Toro, un hombre que luchó por su pueblo tirajanero y por su isla Gran Canaria con dedicación plena, esfuerzo constante y empeño perseverante con tal bizarría que idea o empresa que se propuso llevar a cabo y emprendió jamás cedió un ápice en su empeño hasta conseguir sus objetivos.

Estamos entrañablemente unidos a Mari Carmen Galván Toledo, su viuda; a sus hijos, Elena, Juan Francisco, Santiago, María Eugenia, Nuria y Fernando; hijos políticos -en especial nuestro particular amigo Fernando González Montoro, concejal del Ayuntamiento de la Villa- nietos y demás estimada familia; y a los tirajaneros conocedores de la gran labor que, en pro del municipio, realizó en vida Francisco Araña del Toro, nuestro buen amigo Paco Araña, que ya comparte en paz la compañía de Santiago Apóstol, incondicional, inseparable, leal y, sin ningún atisbo de duda, su mejor protector. Paco Araña se encuentra ya, y seguirá a partir de ahora, junto al apóstol Santo y Señor, disfrutando eternamente el mejor de los descansos.

Te lo mereces Paco, amigo y pariente, porque, entre nosotros, dejas la huella, la señal, la marca, el sello y el estilo que te catalogan para la posteridad como el mejor alcalde en los anales de la Real e Histórica Villa de San Bartolomé de Tirajana.