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Día Nacional del Celiaco

El precio de ser celiaco: 935 euros más al año en la cesta de la compra

El colectivo solicita la equiparación de los precios de los productos con gluten para que los problemas económicos en los hogares no les impidan seguir su tratamiento

Los celiacos deben seguir una dieta sin gluten. Shutterstock

Una familia con una persona celiaca entre sus miembros, tomando como base una dieta de 2000 a 2200 kcal, puede incrementar su gasto en la cesta de la compra en casi 19,49 euros a la semana, lo que significa un incremento de unos 77,95 euros al mes y de 935,46 euros al año, sobre otra familia que no cuente con ningún celiaco entre sus miembros. Un sobrecoste que se multuplicaría en el caso de que existan más personas celiacas en una misma familia -hecho que suele ser habitual debido al componente genético característico de la enfermedad celiaca, indican desde la Federación de Asociaciones de Celiacos de España (FACE).

Los productos específicos con mayor diferencia de precio son las harinas panificables y el pan rallado y aunque se observa un ahorro de 92,75 euros en los productos sin gluten con respecto a 2018, lo que muestra "una tendencia a igualar los precios en la última década", desde FACE siguen reivindicando la normalización y equiparación de los precios de estos alimentos con respecto a los que contienen gluten. Además, critican que las personas celiacas que han de afrontar estos gastos extraordinarios no reciben ningún tipo de ayuda, bonificación ni subvención estatal, solución que sí se contempla en la mayor parte de los países de la Unión Europea, entre ellos Italia, Francia o Reino Unido.

Isabel Iturbe, Cristina Gutiérrez y Raquel García nos cuentan cómo es el día a día de las personas celiacas.Vídeo: Aida M. Pereda

El 75 % de los celiacos no ha sido diagnosticado aún

La celiaquía no se trata de una enfermedad nueva, ni mucho menos. "Se habla por primera vez de enfermedad celiaca en los tiempos en los que Nerón gobernaba Roma", indica el presidente de FACE, Jon Zabala. Es a través de la obra del médico griego Areteo de Capadocia, en la época imperial romana, cuando aparecen las primeras referencias y sabemos que la palabra celiaco deriva del griego 'koliacos' que significa 'aquellos que sufren del intestino'". Y en 1888, el médico y pediatra inglés Samuel Gee describió por primera vez al cuadro clínico típico de un paciente celiaco.

Sin embargo, aunque se estima que el 1% de la población europea es celiaca, sólo el 15% está diagnosticada, es decir, el 75% de los celiacos aún no sabe que lo son, pues sus síntomas pueden confundirse con los de otras dolencias. A los problemas intestinales pueden sumarse jaquecas, cefaleas, osteoporosis temprana, artritis reumatoide, ansiedad, depresión, irritabilidad, tristeza, fatiga y cansancio extremo, infertilidad, abortos de repetición, etc. "La enfermedad celiaca es conocida como el camaleón de las enfermedades. En cada persona se manifiesta de una manera, por ello, al ser los síntomas tan distintos, puede enmascararse como otra patología. Y en muchas otras ocasiones no existen síntomas, por lo que detectarla es casi imposible", advierte.

Por ello, han elaborado el protocolo de diagnóstico precoz, que establece los puntos clave para detectar de manera temprana la enfermedad. En el momento en el que exista sospecha clínica deben realizarse pruebas genéticas, así como una biopsia intestinal, como pruebas que determinarán la necesidad de retirar el gluten de la dieta, puesto a día de hoy, el único tratamiento es la dieta sin gluten estricta de por vida. "En estos momentos son muchos los proyectos de investigación que buscan vías alternativas, con enzimas que ayudan a la digestión, vacunas, etc., pero todos ellos están en fases de investigación muy tempranas todavía", señala el presidente de FACE.

¿Qué dificultades se encuentra una persona celiaca en su día a día?

No fue hasta los doce años, cuando Carlos García fue consciente de que era distinto. "Siempre me habían preparado mi comida aparte en el colegio, pero pensaba que era lo normal", cuenta. Y en los cumpleaños con sus amigos, su madre avisaba al resto de padres de que era celiaco y les pedía que llevaran algún alimento que él también pudiera comer.

Tenía dos años cuando le diagnosticaron que era celiaco. "Según me han contado mis padres, todo lo que comía lo vomitaba y me encontraba siempre mal, era un niño muy apagado y no me apetecía salir a la calle", advierte. Por aquel entonces, era una enfermedad muy desconocida, pero hoy en día sí que destaca la sensibilidad que existe hacia las personas celiacas. A la hora de ir a hacer la compra reconoce que lee todas las etiquetas. "De tanto mirar ya me sé de memoria los ingredientes de cada producto y sé lo que puedo comer y lo que no", ríe.

A sus 19 años hace vida totalmente normal. "Nunca he tenido problemas y cada vez hay más posibilidades para comer fuera de casa", asegura. Cuando se sienta en un restaurante, "siempre miro la carta para ver qué platos puedo pedir y si veo que no tengo nada me voy a otro sitio", dice con total naturalidad.

Y aunque en general nunca ha tenido ningún problema, recuerda cuando hace años, "un compañero metió un trozo de pan en una salsa que estaba comiendo yo, se quedaron ahí las migas y estuve una semana con vómitos fuertes y pasándolo bastante mal".

A Marta Mancisidor, en cambio, le diagnosticaron la enfermedad de adulta, cuando tenía 32 años. Ahora tiene 49. En ese momento, "había oído algunos casos, pero no se conocía tanto", señala. "Había perdido peso bastante peso, no llegaba siquiera a los 50 kilos y además tenía episodios de diarreas continuas y mucha anemia. Me encontraba muy débil y no tenía fuerzas para nada", explica. Con estos síntomas acudió al médico y dio positivo en las pruebas.

En su entorno próximo, "lo tienen claro" y conocen la precauciones que deben seguir, asegura, aunque la mayor dificultad es comer fuera de casa. "La mayoría de los restaurantes deberían tener las cartas con los alérgenos marcados, no siempre es fácil. Cada vez tenemos más sitios de confianza, pero aun así, todavía sigue siendo un poco aventura salir a comer fuera de casa, y si es en el extranjero aún más", lamenta.

Miguel Diz, al frente de un restaurante sin gluten, cuenta que cada vez son más las alternativas para los celiacos.Vídeo: Aida M. Pereda

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