Divulgar ciencia no es fácil. A menudo los tecnicismos chocan de frente con el entendimiento de la población en general, pero es necesario que los tengan, pues el conocimiento científico es indispensable para entender el mundo que nos rodea, así como para evolucionar como sociedad.

Existen todo tipo de publicaciones, programas de televisión, podcast y vídeos de YouTube que intentan explicar la ciencia, pero a menudo están dirigidos a un público más maduro. Los niños, que al fin y al cabo son nuestro futuro, quedan fuera del entendimiento científico, ya sea por la complejidad de su abordaje o porque no se contempla. Pero el dibujante gran canario Carlos Pazos se ha propuesto cambiar esta situación.

No es el perfil habitual de divulgador de la ciencia, porque él se encuentra más cerca del territorio artístico, pero tanto sus libros para niños como sus ilustraciones humorísticas le han hecho ganar un hueco relevante en el panorama canario de divulgación. Pazos, que es diseñador de productos digitales, asegura que esta aventura para llevar la ciencia a "todos los públicos" comienza por "interés personal". Hoy, después de un "camino largo", el canario ya cuenta con más de 27.000 seguidores en Twitter, cuatro libros para niños publicados y es conocido en el mundillo de la divulgación, en parte por sus constantes colaboraciones como la que realiza en formato podcast en el programa Radio SkyLab.

"Mi perfil es raro. Los dibujantes no divulgan y los divulgadores no dibujan", admite. La ilustración y la ciencia no suelen ir de la mano, pero él ha conseguido aunar ambos conceptos magistralmente. "Consumo divulgación y, al ver cómo me llegaba, despertó mi interés por ampliar ese conocimiento y conseguir que llegara a más público", explica Pazos, que asegura que actualmente es una disciplina "muy encorsetada en la gente que tiene interés".

Su objetivo, y el que va promulgando a través de sus cuentas en redes sociales bajo el usuario @molasaber, es "romper con lo establecido". "Sé que los dibujos simpáticos tocan una fibra muy universal, por ahí empiezo", explica el autor, que insiste en la importancia de la viralización de contenidos. Lo que intenta el grancanario es que "la ciencia mole", y para ello, considera que no solo hay que divulgar sino también "popularizar la ciencia". "A veces no tiene por qué enseñar nada, sino impregnar el imaginario popular para que no sea tan raro para las personas que no están familiarizadas con la ciencia", concluye Pazos.

En su interés por democratizar el conocimiento científico, el divulgador alega que "cuanto más bombardeo haya, más normal será consumirlo". Cuando empezó su trayectoria, se dio cuenta de que "los niños son los grandes olvidados". De ahí surgieron sus dos primeros libros ilustrados de la colección Futuros Genios. Astronáutica y Genética, que llegaron a las estanterías de las librerías el pasado septiembre, cuenta las nociones básicas de estas ramas de la ciencia a través la curiosa Valentina. La pequeña niña, junto a sus amigos, se embarca en un relato orientado especialmente a los más pequeños.

A esta colección se han unido recientemente Física Cuántica y Evolución, y Pazos pretende continuar tanto como pueda. "Podría convertirse en una colección muy grande", explica el divulgador.

El objetivo de Pazos es claro: "Cuanto más normal sea la ciencia para todas las edades, más sencillo será crear una base que permita construir más conocimiento científico". Si el niño o la niña tiene a su alcance este recurso desde pequeño, "las preguntas que pueda hacerse a raíz del libro, puede llevarle a otras", explica. También el ilustrador reflexiona sobre lo que puede constituir sus libros en el futuro. "Cuando esos niños crezcan, aunque no se conviertan en científicos, tendrán afinidad por la ciencia", insiste, y concluye que si alguno de ellos llega a la política, por ejemplo, conocerá "el método científico y tomará decisiones en base a datos".

Para ser lo más riguroso posible, a pesar de no ser investigador, pasa mucho tiempo buscando información veraz. Primero en internet, "que es lo más rápido", pero luego siempre contacta con sus compañeros de la Fundación Scientia, para que le ayuden a enfocar sus trabajos. Todo ello lo hace, muchas veces, "por amor al arte", por crear un valor social difícilmente dimensionable.

Y lo hace desde Canarias, que para la divulgación también "es un hándicap". Nuestras islas son un caldo de cultivo de divulgadores, porque los hay "a todos los niveles" y en "una alta densidad" pero también es un lugar "difícil" para mantener los contactos. No obstante, este ilustrador no se rinde y sigue haciéndose un hueco poco usual en la divulgación.