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Entrevista | Isaac Rosa

"La democracia ha permitido el Valle de los Caídos, lo ha fijado y democratizado"

"La desigualdad es donde se hace fuerte el fascismo, porque genera inseguridad, miedo y resentimiento", señala el escritor sevillano

Isaac Rosa.

Escribió ¡Otra maldita novela sobre la Guerra Civil! y acaba de impartir una conferencia bajo el título ¡Otra maldita novela sobre la Guerra Civil! ¿Otra maldita conferencia sobre la Guerra Civil?

Es un título provocador y equívoco: lo que pido y espero son más y mejores novelas sobre la Guerra Civil.Hay cierto hartazgo sobre estos productos culturales, pero seguimos necesitándolos para mirar y entender el pasado y construir de forma urgente una memoria democrática.

La obra que tituló así fue una revisión de su primera novela, La malamemoria ¿España también debe hacer esa revisión?

Queda mucho por hacer. Aún no hemos fijado una memoria de uso para el presente como para someterla a revisión.

En entrevistas de hace más de diez años decía que España aún era un país franquista. Han pasado muchos años y muchísimas cosas, ¿ahora lo es todavía más?

Ahora he cambiado de opinión. ¿España aún es franquista? Tengo una noticia buena y una mala. La buena, en España no queda nada del franquismo. La mala, todo lo que identificamos como restos del franquismo (fosas comunes, el Valle de los Caídos, inercias políticas y culturales, el atraso en algunos temas sociales y educativos...) ya no lo son: son democracia. Franco murió hace 40 años, ahora son carencias y responsabilidades de la democracia, que no las ha resuelto. Por ejemplo, la democracia ha permitido el Valle de los Caídos, lo ha consolidado y democratizado.

'A Franco lo ha resucitado la izquierda'. ¿Qué responde usted?

Esto tiene que ver con la memoria democrática, término que me gusta más que el de memoria histórica ya que tiene un elemento más civil y político, en el sentido ciudadano. Somos el único país de Europa occidental que no levantó su democracia sobre la derrota del fascismo, nuestra democracia no tiene en su ADN ese antifascismo.

En España hay una tradición antifascista muy fuerte pero fue enterrada, en algunos casos literalmente, en la dictadura y no ha sido recuperada lo suficiente. Estamos faltos de esa memoria democrática que debería estar presente en instituciones; en la educación...

Faltan unos mínimos básicos. Con el nazismo hay unos mínimos de los que partimos y quien no los acepta es señalado como negacionista, revisionista e incluso puede ser perseguido judicialmente. En España esos mínimos, que se transmiten desde las instituciones y desde el sistema educativo, no están fijados y eso deja la puerta abierta al permanente revisionismo neofranquista.

Ha escrito el prólogo al libro Facha del filósofo estadounidense Jason Stanley. En él dice: 'El fascismo ha cogido la bandera del malestar y de los perdedores de la globalización'. ¿Cómo evitarlo?

Desactivando los elementos de malestar e inseguridad que sufre especialmente la clase trabajadora. La desigualdad, que es donde se hace fuerte el fascismo porque genera inseguridad, miedo y resentimiento, hay que combatirla con políticas igualitarias. Y frente al individualismo en el que nos han dejado solos hay que construir una comunidad fuerte, sin imposiciones identitarias, una comunidad democrática y plural.

Jason Stanley lo llega a explicar muy bien: esa sensación de soledad y desigualdad es la que hace que los ciudadanos acaben buscando protección en el líder carismático o en el partido. Contra eso, él propone una herramienta muy vieja y que aunque en España está algo desacreditada yo creo que sigue siendo válida: el sindicato como forma de los trabajadores para protegerse.

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