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El silencio rompe las barreras

La Asociación de Personas Sordas de Las Palmas facilita la inserción laboral de más de diez desempleados mediante un sistema pionero de formación accesible

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Proyecto de formación sin barreras de la Asociación de Personas Sordas de La Provincia de Las Palmas

El silencio del cementerio de San Lázaro se rompe con el ruido de las máquinas sopladoras. Entre la cuadrilla de Compañía Canaria de Cementerios (Canaricem), una trabajadora permanece, pese a la ventolera mecánica, en silencio total. De 47 años, madre de dos hijos y vecina de la capital grancanaria, Irene Vega nunca trabajó antes por culpa de su discapacidad sensorial, pero a principios de julio firmó su primer contrato gracias a la certificación laboral lograda mediante la formación accesible impartida por la Asociación de Personas Sordas de la Provincia de Las Palmas (Asorlaspalmas), un proyecto pionero en Gran Canaria con financiación del Gobierno de Canarias y la Unión Europea.

No en vano, "las personas sordas se encuentran con muchísimas dificultades para poder acceder una formación profesional, muchas no han podido realizar estudios de diferentes cursos por la falta de accesibilidad", lamentan desde Asorlaspalmas sobre una situación "problemática" al obstaculizar la inserción laboral y, por tanto, la inclusión social del colectivo, cifrado en 11.800 ciudadanos en la Isla. Aunque "el Servicio Canario de Empleo (SCE) ofrece intérpretes de lenguaje de signos, pocas academias demandan el personal para sus cursos", añade el director del centro de formación Sin Barreras de Asorlaspalmas, David Peña, como principal argumento de la reciente iniciativa.

Después de varios años de estudios internos, la organización no gubernamental presentó durante 2018 al organismo dependiente de la Consejería de Empleo, Políticas Sociales y Vivienda el proyecto Formación sin barreras para ofrecer a las personas sordas, gratuitamente, dos certificados de profesionalidad (nivel 1) mediante una enseñanza asequible gracias, por ejemplo, a la presencia de un intérprete de lenguaje de signos o la adaptación del material de enseñanza. Con un presupuesto de 96.000 euros, procedentes del Fondo Social Europeo, Asorlaspalmas inició el pasado enero un itinerario integrado de inserción sociolaboral para acreditar a una decena de personas desempleadas, tras 1.229 horas lectivas, tanto en actividades funerarias y de mantenimiento de cementerios como en operaciones auxiliares de servicios administrativos y generales.

Mediante una doble certificación se pretende que "los alumnos sean polivalentes y versátiles en la búsqueda de empleo, tener más salidas en un mercado laboral en constante cambio", detalla Peña, en funciones al frente de Sin Barreras por la excedencia de la directora. Pese a su luctuosa peculiaridad, de hecho, el título profesional en tareas fúnebres no solo permite a los estudiantes optar a un trabajo como operarios de camposanto, sino también a un puesto como peones de horticultura y jardinería o de limpieza viaria y afines.

Y con el avance de las nuevas tecnologías y digitalización también se multiplican las opciones laborales a los profesionales especializados en la rama de servicios administrativos y generales, completan desde Asorlaspalmas, cuarto colectivo por antigüedad en el Registro de Asociaciones del Gobierno de Canarias al constituirse en 1957. Empleados de grabación de datos, clasificadores o repartidores de correspondencia, ordenanzas y auxiliar de servicios administrativos o taquilleros figuran entre las diversas posibilidades para un futuro contrato con la segunda certificación.

Presidida por Javier Fernando Pérez, Asorlaspalmas se comprometió ante el SCE a insertar un mínimo del 25% del alumnado, alrededor de tres personas, aunque estima que la media de éxito de acciones similares ronda el 80%. Tras considerar su propuesta como "una gran oportunidad" para las personas con dificultad auditiva de estrenarse en el mercado laboral, la entidad sin ánimo de lucro recomienda a los estudiantes realizar el itinerario completo, es decir, cursar y obtener las dos certificaciones profesionales incluidas en el proyecto Formación sin barreras.

Sin embargo, ya lograron firmar un contrato después de realizar las prácticas correspondientes al primer certificado tres alumnos, Irene Vega entre ellos, así que resultó innecesario que completaran el itinerario y permitió que otros tantos desempleados cubrieron sus plazas para el último curso. "Ya no esperaba conseguir mi primer trabajo, increíble a mi edad, es complicado que te contraten con discapacidad, las barreras están casi cerradas para las personas sordas, pero hay que conseguir abrirlas", expresa la reciente empleada de Canaricem a través de un intérprete del lenguaje de signos.

Además de Vega, la empresa concesionaria de las necrópolis capitalinas contrató a otro alumno y el centro especial de empleo Desarrollo Social fichó a un tercero para ejercer como peón de jardinería en un establecimiento del grupo grancanario Dunas Hotels & Resorts. "Al principio, estaba asustada y me costaba adaptarme, pero poco a poco me integré, ahora, la faena no me parece dura, solo es trabajo, aunque mis familiares y amigos se sorprenden que trabaje en el cementerio", relata Irene Vega antes de agradecer el "esfuerzo para comprenderla" de sus compañeras Penélope Rosales, Nereida Brito, Marina Luzardo o María Mateos.

"Abramos la mente"

"Para nada, nos compenetramos con los nuevos compañeros desde el primer momento, nunca nos costó entenderlos y no es cuestión de signos, más bien, de mirarlos a la cara", puntualiza Mari Mateos, de 48 años, con "unos cuantos callos" tras más de un decenio como trabajadora en el cementerio.

A su juicio, "Irene es una persona maravillosa y una trabajadora excelente, ha sacado adelante a dos hijos sola y lo da todo, no le costó aprender casi nada, al contrario, parece que ya se lo sabía todo desde el principio, currante 100%". Por ello, "me sorprende y no entiendo que tengan tanto problema en conseguir un trabajo, de verdad, podíamos haber elegido a cualquiera de todo el grupo de prácticas porque son personas normales y corrientes, sinceramente, no veo su discapacidad y mis compañeros, tampoco", zanja Mari Mateos antes de solicitar al conjunto de la sociedad que "abramos la mente, estamos muy cerrados frente a las adversidades".

Ya cumplida la inserción laboral comprometida ante el SCE, la trabajadora social Ana González, educadora y orientadora laboral en Sin Barreras, se afana en desarrollar "habilidades, capacidades y competencias claves, como la empatía", en el resto del alumnado para repetir el éxito ya logrado por Irene Vega y sus dos compañeros empleados, aunque sitúa su principal reto en los directivos empresariales. "Siempre ponen pegas por la comunicación, pero pueden comprobar sus ganas y motivación durante los convenios de prácticas", alega González antes de recordar los incentivos fiscales existentes para las empresas por la contratación de personal con discapacidad.

De 20 a 57 años y mayoría femenina, la decena de alumnas limita su formación previa a educación primaria o secundaria obligatoria y solo ocho cuentan con experiencia laboral. Sin embargo, "están súper interesados en sacar el curso y muy implicados en las materias, aunque tienen limitaciones, ponen mucho empeño y ganas", subraya Noemí González, docente del certificado profesional de servicios administrativos, con la ayuda de Héctor Campos como intérprete del lenguaje de signos.

Por ello, la profesora considera a "todos dispuestos ya para trabajar porque son gente puntual, atenta y aplicada, pese a que tendrán problemas por su discapacidad, podrán realizar su tarea de forma adecuada y responsable, como cualquier otra persona". Tras mostrar su "satisfacción personal" en su primera experiencia profesional con el colectivo, Ana González reclama "más paciencia" a la sociedad para favorecer la inclusión de los ciudadanos con discapacidad.

Entre lápidas y flores, Irene Vega se siente "encantada" con su trabajo en el cementerio, "pero ojalá otras personas sordas no solo logren empleos básicos, sino que den un paso más hasta convertirse en médicos o abogados". Aún restan barreras por romper en silencio.

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