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La encriptación y las 'fake news' como puntos débiles de la aplicación

La falta de monitorización de los medios de comunicación y justicia revelan las carencias de la mensajería instantánea

El periodista Alberto Ardévol. efe

La comunicación política a través de WhatsApp incluye ciertos riesgos: la desinformación y el uso de los datos de los usuarios. Los grupos creados en la campaña del presidente Jair Bolsonaro en Brasil provocaron un aluvión de fake news sin que hubiera oportunidad de desmentirlas por los medios de comunicación o los contrincantes políticos. Un arma que ya utilizó Donald Trump en 2016 con la empresa Cambridge Analytica.

Marta Peirano, escritora y periodista especializada en tecnología, aclara: "El problema de WhatsApp es que no se puede monitorizar y no implica responsabilidades. Es una herramienta de comunicación de masas cifrada y secreta".

Facebook, dueño de WhastApp, anunció en julio que está trabajando en la desencriptación de mensajes para comprobar que los términos de uso se estaban cumpliendo. Sin que terceros pudieran acceder, solo desde la compañía. "Esto es como decir que mi casa está súper segura porque tiene un cerrojo, pero, ¿y si la llave no la tienes tú? La llave la tiene Facebook y de repente dice que por petición popular, como a veces pasan cosas malas en las casas, vamos a implementar una manera sofisticada que nosotros no teníamos antes para usar la llave que es nuestra y entrar ahí, a ver qué pasa", es decir, "han encontrado la excusa perfecta para decir que ese encriptado para ellos no existe", asevera la periodista.

Acerca de la privacidad, Peirano insiste en que no se tiene que renunciar a tener teléfonos inteligentes o plataformas sociales, las cuales son "una infraestructura crítica de la vida contemporánea" sino que se debe "exigir que nuestra vida privada sea respetada y no se utilicen nuestros datos para explotarnos y manipularnos".

En mayo de 2019 el Tribunal Constitucional tumbó la ley que permitía a todos los partidos políticos recopilar datos para crear perfiles ideológicos, "me pareció interesante que pasara después de haber tenido tres elecciones", ironiza la autora. Todos los partidos votaron de manera unánime 'sí'. Esto supone realizar propaganda que está segmentada según la inclinación política de cada individuo, "son campañas que no están sujetas a la monitorización de la justicia y de la prensa", resume Peirano, "la ciudadanía no sabe que el vecino porque tiene un perfil ideológico completamente diferente está recibiendo una campaña distinta del mismo candidato, y a su vez, nadie te puede denunciar porque estás utilizando canales privados aunque digas mentiras". "Es la peor herramienta para mantener los principios básicos que deberían respetarse durante una campaña democrática", concluye.

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