La Provincia - Diario de Las Palmas

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Gracias, Doctor Forteza

El doctor Alberto Forteza. lp / dlp

Cuando aguarda, por muchos años, el poder ser uno de los afortunados en ser atendidos por el doctor, Alberto Forteza, surge la oportunidad única en que tras años de espera, y cuando la angustia traza el camino del abandono, surge la esperanza en un caluroso mes de Julio, en que el mítico doctor Forteza, será el cirujano en quien pones su vida, en sus expertas manos.

Las paredes del hospital 12 de Octubre, se convierten de un color especial, el de la esperanza y lucha, y todo el personal sanitario se pone de tu parte, te ayuda y lleva en volandas hasta el quirófano.

Un señor muy simpático, que bromea, a las puertas de aquel quirófano, te abre las puertas a la esperanza y te anima a volver a empezar, en ese difícil papel de reiniciar la vida.

Dolor y sufrimiento, se convierten en etapa superada, y el doctor Forteza, se hace cargo de un caso tan grave, que hasta algunos avispados familiares, habían dado por concluido, igual que algunos doctores locales. La situación cambió aquel 4 de Julio del 2.014,y el doctor Forteza, orgulloso de su vinculación con Santa María de Guía, se puso al frente de su equipo multidisciplinar, para salvar una vida. En este caso, la mía.

Días después, tras despertar de aquel largo viaje y su túnel, Alberto Forteza, parado junto a la cama de un modulo especial, donde iba a permanecer meses, me decía, "bienvenido, canarion".

Te queda un largo camino, y cuentas con una oportunidad nueva, no la malgastes. Estas en las mejores condiciones, y tras 11 horas de operación, tu vistes el valor de superarlo. Ese momento inolvidable, fue todo un augurio al tiempo que un reto, que dejó en nuestras manos.

Persona noble y sencilla, que acudía cada día a observar la evolución de sus pacientes, pese al calificativo de mítico del que gozaba en el hospital.

Pasado el tiempo, Alberto Forteza y su equipo sigue la evolución de sus pacientes, y recuerda que sus padres vivieron en Canarias, convirtiéndose su padre, en asesor jurídico de la entonces Caja Insular de Ahorros, y su tío, Pedro, era mi vecino en la urbanización Los Toscanes de Santa Brigida, circunstancia que desconocía.

Tiempo después, tuve la oportunidad de compartir amistad y afecto con su fa-milia.

Su figura mítica y grandiosa, no correspondía a alguien tan amable y sencillo que amaba su trabajo y vivía con pasión cada caso.

Por mi trabajo, conocí al doctor Barnad, cuando hacia escala en Gran Canaria, y años después su alumno aventajado, con acento canario, y de gran humanidad, salvo mi vida, y me puso en un nuevo camino, que no entiende otra enseñanza que vivir y agradecer.

Desde esta tierra solidaria, hasta el infinito, gracias, doctor Forteza.

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