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Letras

Israel da la puntilla al ladino

La RAE fracasa en el proyecto de una academia judeoespañola l El declive del idioma de los sefardíes comenzó a finales del XIX

Vista de la Ciudad Santa de Jerusalén con la dorada Cúpula de la Roca. LP

La sonoridad del ladino se apaga ante la indiferencia del Estado hebreo. La lengua de los judíos expulsados por los Reyes Católicos en 1492 está "gravemente amenazada de desaparición", advierte la Unesco. Mientras, la Real Academia Española (RAE) fracasa por la indefinición del proyecto de crear la Academia Nacional del Ladino para preservar el idioma que con tanta vitalidad y cariño guardaron como un tesoro durante cinco siglos los sefardíes de la diáspora hispana.

Ya no hay transmisión generacional, no nacen nuevos hablantes en el ámbito de las familias sefardíes, lamentan los estudiosos entregados a la conservación de los textos custodiados con mimo en la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde en julio se celebró el vigésimo congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas y donde se certificó la prolongada agonía de un idioma que hoy hablan entre 125.000 y 300.000 personas, la mayoría residentes en Israel.

Pocas más conclusiones sacaron los 600 hispanistas convocados al cónclave al que no acudió ningún representante de la RAE aunque sí lo hizo el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, para lamentar de pasada el declive de la cultura judeoespañola. Hasta defensores entusiastas hace un año de la creación de la Academia Nacional del Ladino, como la experta en lenguas románicas y profesora de la Universidad Hebrea, Aldina Quintana, se desmarcaron de la cita al considerar poco serio el programa presentado para debatir sobre el sefardí.

La falta de presupuesto, las disputas internas dentro de la Academia Nacional del Ladino en Israel y la desidia del Estado hebreo ante este proyecto que cumplió un año en febrero dan una nueva estocada a una lengua medieval que desde finales del siglo XV evolucionó y se enriqueció con los idiomas que aprendieron los judíos en los países del exilio tras la huida de su amada Sefarad (España). Es seguramente la puntilla al judeoespañol que vivaz y vigoroso se mantuvo durante cinco siglos y cuyo declive comenzó a finales del siglo XIX de la mano del nacionalismo y su implantación con un reguero de estados modernos en los Balcanes junto con la descomposición del imperio otomano, otro duro golpe para los sefardíes que habían podido mantener viva su lengua en Turquía hasta que la revolución de Ataturk silenció a los judíos.

El silencio de la lengua

"A principios del siglo XX los sefardíes de Rumanía, Serbia, Bosnia y Bulgaria comenzaron a ser bilingües; a finales de los treinta, los de Grecia, y algo más tarde, los de Turquía ", explica Quintana quien no obstante recalca que fue el horror del Holocausto el principal motivo de silencio de la lengua de Sefarad en las casas de los judíos. Más de la mitad de los sefardíes fueron asesinados por la sinrazón nazi que se llevó por delante las vidas de miles de judíos y enterró su cultura. Más de 70.000 sefardíes perecieron solo en Salónica cuando los comandos de la muerte de Adolf Hitler entraron en Grecia.

A tan dramáticas vicisitudes históricas se sumó la emigración de principios de siglo pasado de los sefardíes a países como Francia, Argentina, México o Estados Unidos, donde la fuerza de las lenguas nacionales aceleró la agonía del ladino. La emigración de muchos de aquellos judíos a Israel empeoró su dolencia al imponer el Estado la oficialidad del hebreo como idioma.

"El ladino es una lengua viva con una enfermedad crónica en estado avanzado", coincide Adelina Quintana, quien como otros académicos reconoce que aunque sin funciones sociales no se le puede restar importancia sentimental sobre todo para aquellos que recibieron el afecto de sus padres y abuelos en este idioma de origen hispano desarrollado fuera de la Península Ibérica.

Perder una lengua es una tragedia, lamentan los estudiosos, y mucho más una tan antigua como la de aquellos judíos que tuvieron que huir de España acompañados de recuerdos que en principio se escribían en letras hebreas pero que más tarde fueron adaptados al alfabeto latino en Turquía. La Autoridad Nacional del Ladino, organismo creado en 1997 para el estudio, protección y conservación del judeoespañol, reconoce tanto la ortografía hebrea como la latina que fue "desarrollada por Moshe Shaul en 1954 en la publicación Aki Yerushalayim", apunta la profesora Quintana que no esconde su decepción con el proyecto de la Academia Nacional del Ladino, impulsada por el exdirector de la RAE Darío Villanueva y que Israel ha dejado en la estacada por la inestabilidad de un país con un gobierno en funciones más interesado en la proximidad de las elecciones que en los problemas de un organismo lleno de egos mal gestionados que a tenor de los resultados nació muerto.

"A esta iniciativa se han sumado personas que lo que menos les importa es el ladino porque lo único que buscan es utilizarlo como plataforma para escalar puestos en la estructura de la Asociación de Academias de la Lengua Española", denuncia Aldina Quintana, disgustada por la incapacidad de la Academia Nacional del Ladino para definir las bases de un diccionario histórico e impulsar estudios de gramática y sintaxis con personal especializado. La idea de Villanueva era "preciosa", añade, "pero ha perdido toda su belleza", concluye esta profesora de origen asturiano, decidida a cumplir su lema predilecto: "Por el ladino hago lo que sea".

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