Olaya cumplió el pasado 7 de julio tres años, y ayer empezó el cole. Todos los padres se enfrentan a ese momento de separarse de sus pequeños con incertidumbre y nervios. Los de Olaya sintieron, además, "una inmesa alegría". "Su evolución ha sido increíble. Teníamos dudas de que pudiera caminar, y ahora no para", reconoció ayer Laura Goberna, la madre de esta niña de Xàbia (Alicante) a la que a los pocos meses de nacer le diagnosticaron osteogénesis imperfecta, la enfermedad de los huesos de cristal. "Estamos supercontentos. Ella se lo ha pasado genial y en seguida ha empezado a socializar con los otros niños".

Hace tres años, tras el diagnósico, Laura confesaba sus temores. Su hija sufría una rara enfermedad. Admitía que incluso tenía miedo de cogerla en brazos ya que la pequeña era extremadamente frágil y un movimiento brusco bastaba para que se le fracturara alguno de sus huesos.

Ahora todo ha cambiado. Laura no para de sonreír. Y Olaya es un torbellino. Hace dos años que no sufre roturas. Sus padres la llevan cada seis meses al hospital universitario de Getafe, el de referencia en la osteogénesis imperfecta. La niña sigue un tratamiento con zoledronato, un medicamento que refuerza los huesos. "Al principio encadenaba fracturas. Luego sentía también mucho dolor. Me estremecía cuando me decía: 'mamà, tengo pupa'. Pero se ha hecho muy fuerte. Tiene una gran energía", afirmó la madre.

Sustos siguen teniendo. Hace unos días Olaya se hizo un esguince de tobillo. "Llegamos a pensar que era una fractura. El miedo siempre lo tienes. El último hueso se lo rompió durmiendo. Ahora corre y juega como todos los niños, y nosotros estamos felices de verla tan activa".

La pequeña entró en la clase y se presentó a todos los niños. Se quedó incluso al comedor. Sus padres la recogieron a las 14 horas. Acude, como su hermana Gabriela, de 7 años, al colegio María Inmaculada. Al centro irá un experto de AHUCE (Asociación de Huesos de Cristal de España) a explicar a los maestros algunas pautas que se siguen con los niños con osteogénesis imperfecta. "A mi hija la tienen que tratar como a los otros niños. Pero hay cosas, como cogerla del brazo y estirar, que sí se deben evitar", indicó la madre. "Estoy muy tranquila. Pensábamos que Olaya tendría que estudiar en casa, y ahora va al cole y está muy feliz".

Laura destacó que enfrentarse a esta enfermedad ha hecho a toda la familia más fuerte. "Somos una piña. Me admira cómo ha reaccionado la mayor, Gabriela, que tiene ahora 7 años. Siempre nos ha dicho: 'Nosotros podemos con esto'".