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Salud mental

Crece la adicción a los ansiolíticos en España

Mientras desciende su consumo en Europa, en nuestro país aumenta ante la "medicalización" de las vicisitudes de la vida, critican los expertos

España es el tercer consumidor de ansiolíticos de Europa. Shutterstock

"A consulta nos vienen cada vez más padres con su hija que tiene ansiedad porque no ha aprobado las matemáticas, o chicos a los que les ha dejado la novia y no pueden superarlo o incluso señoras que no pueden dormir, pero tienen algo en común y es que todos nos piden pastillas", advierten los médicos de familia, acostumbrados cada vez más a esa espiral de medicalización que parece haberse normalizado en los últimos años. Los datos de la Agencia Española del Medicamento (AEM) alertan del crecimiento continuado del consumo de ansiolíticos desde el año 2000. Los últimos datos confirman que los españoles sobrepasan la media europea en el consumo de estos psicofármacos.

A principios de siglo, el consumo de ansiolíticos en nuestro país ya se situaba por encima de la media en un 25% y siguió creciendo, llegando a superar en más de un 55% el consumo europeo en 2007 y hasta el 78% en 2015, según los datos de la OCDE. Además, en el último periodo analizado, entre 2000 y 2015, el consumo era de 48 DHD o dosis diarias por cada mil españoles, frente a las 27 DHD o dosis diarias por cada mil europeos. Así, nuestro país ocupa el tercer puesto en el ranking de mayor consumo de los países europeos de la OCDE para los que se dispone de datos.

La actualización de dichas cifras ofrece "resultados preocupantes", alerta Juan Simó, médico de familia. "Lo más preocupante", enfatiza, es que el consumo español de ansiolíticos y también de hipnóticos "va contra tendencia". Mientras que el consumo europeo de psicofármacos, prácticamente constante entre 2000 y 2007, empezó a decrecer a partir de 2007, en España no ha dejado de crecer desde el inicio de siglo.

España se ha convertido en el tercer país europeo más consumidor de ansiolíticos, después de Portugal y de Francia

"Hasta 2007 se podía comprobar que, comparados con Europa, consumíamos muchos más ansiolíticos, pero muchos menos hipnóticos. Es decir, puede que en España tratáramos los trastornos del sueño con ansiolíticos más que con hipnóticos, pero ahora ya superamos el consumo medio europeo de ambos grupos, tanto de ansiolíticos como de hipnóticos, aunque especialmente en el caso de los ansiolíticos", detalla Simó. Nos hemos convertido en el tercer país europeo más consumidor, después de Portugal y Francia, y también superamos claramente ya el consumo medio europeo de antidepresivos.

Comparativa a nivel europeo.OCDE

La influencia de la crisis

¿Pero cuáles podrían ser las causas de este imparable crecimiento? ¿Es posible que la crisis haya influido en el crecimiento del consumo de ansiolíticos? Bajo su responsabilidad como médico de familia, Simó se pregunta, además: "¿Es posible que los profesionales médicos hayamos medicalizado en exceso el malestar psicológico causado por problemas sociales derivados de la crisis -paro, desigualdades, desahucios, etc.? ¿Es posible que ante una débil respuesta social a los problemas sociales la respuesta predominante haya sido medicalizadora?".

Así, este experto nos invita a analizar los datos de aquellos países golpeados con dureza por la crisis para poder hacer un análisis comparativo. "En Portugal ocurre algo parecido, pero nuestros vecinos ya eran líderes europeos en consumo de ansiolíticos antes de la crisis. Mientras, los datos de consumo en Grecia son superponibles en antidepresivos o sensiblemente inferiores en ansiolíticos e hipnóticos al promedio europeo. En Irlanda no hay datos disponibles; y en Islandia, que ya era líder europeo en consumo de hipnóticos y antidepresivos antes de la crisis, lo sigue siendo después", detalla.

"La crisis ha contribuido a una mayor incidencia de problemas de salud en España y a parte del incremento del consumo de psicofármacos" - Juan Simó, médico de familia

En su opinión, "la crisis no parece cambiar demasiado la tendencia de consumo de los países más afectados por ella", concluye. Por tanto, cree que "empezamos a tener un problema con el consumo de algunos psicofármacos, clarísimo en el caso de los ansiolíticos. No obstante, si bien no podemos echar toda la culpa a la recesión económica, pues "no parece que este problema se haya debido totalmente al sobrevenimiento de la crisis", reconoce que esta coyuntura sí "ha contribuido a una mayor incidencia de problemas de salud en España y, por tanto, a parte del incremento del consumo de dichos fármacos".

"Medicalización" de la vida

Los psicofármacos tienen un gran éxito social desde que se iniciaron en 1964 de la mano de Wayne Hollister, llegando a convertirse "en medicamentos de consumo cotidiano", indica el médico psiquiatra Julio Bobes, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría. En su opinión, el aumento del consumo de estos psicofármacos no se debe a un aumento de los casos de ansiedad y depresión, sino a un aumento de la demanda. "No es que ahora haya más enfermos, sino que ahora hay mayor demanda por problemas menores, problemas cotidianos de la vida diaria. La gente cada vez aguanta menos el disconfort, las contrariedades y las dificultades de su fisiología. En otros tiempos, en cambio, la gente suponía que lo tenía que asumir y no solicitaba ayuda médica", precisa. "Existe una menor tolerancia al malestar emocional que produce la vida misma, lo que se conoce como medicalización de la vida", coincide Simó.

Los psicofármacos también tienen efectos secundarios.Shutterstock

De hecho, los psicofármacos fueron concebidos como respuesta de la medicina ante los casos de enfermedades mentales, para combatir los síntomas de trastornos que se entendía que tenían una causa en el individuo. No fueron pensados para aplicarse a las personas sanas. Y es que no debemos olvidar que los ansiolíticos son un tipo de psicofármacos que disminuyen los signos de ansiedad y agitación y que, como todos los piscofármacos, tienen efectos secundarios y además crean adicción.

Y aunque el tiempo recomendado de consumo de este tipo de medicamentos no debe superar los dos o tres meses, "como no se utilizan para la indicación original para la que fueron concebidos, que es por un trastorno mental específico, como en este caso el trastorno de ansiedad generalizada o de insomnio inorgánico, pues la gente ya utiliza esto de manera prolongada, 'sine die'". Se utiliza para todo aquel que tiene síntomas de ansiedad o está angustiado, de forma que se ha banalizado el uso para cualquiera que no haya dormido una noche o para quien está esperando los resultados de una biopsia", indica.

"Habría que saber con más precisión quiénes están en condiciones de abuso y en esos casos controlar mucho más todavía", Julio Bobes - Sociedad Española de Psiquiatría

Por ello, existe un interesante debate acerca de la manera en la que debemos entender los trastornos mentales y la manera en la que deberían ser tratados por los especialistas de la salud. No en todos los casos existe un trastorno y no en todos los casos es preciso recurrir a los psicofármacos. Además, en caso de prescribirlos, deberían convertirse en complemento de una terapia psicológica y no deben ser el núcleo del tratamiento, defiende.

Además, el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría defiende el establecimiento de controles para conocer lo que realmente se toma. "Estos medicamentos son prescritos por los psiquiatras en un 19%, pero el 81% restante lo hacen los médicos de familia, los cirujanos y otros especialistas médicos y se han ampliado los casos por los que se recetan, realmente no existe un control suficientemente estricto como para saber cuánto tiempo lleva una persona tomando esa medicación", lamenta. Y precisa, "no vale sólo con saber cuánto se vendió en la farmacia, porque la gente igual lo compra y luego no se lo toma, sin olvidar que también hay gente que lo adquiere de forma ilegal a través de Internet, por lo que gran parte del consumo está oculto. Habría que saber con más precisión quiénes son los que están en condiciones de abuso o en riesgo de abuso. Y en esos casos controlar mucho más todavía", afirma.

"Las mujeres acuden más fácilmente a plantear sus problemas a los médicos de familia", indica el doctor Bobes.Shuttertock

Otro de los datos llamativos es que las mujeres consumen más psicofármacos que los hombres. ¿Son ellas más tendentes a la ansiedad o a la depresión? "No, es sólo una situación de plástica social. Es decir, ellas acuden más fácilmente a plantear sus problemas a los médicos de familia, se adhieren mejor a las prescripciones e indicaciones que se les sugieren y toman los medicamentos de manera más fiel. Por el contrario, los hombres aguantan más los problemas, probablemente porque ellos recurren con más frecuencia a la bebida o a otras drogas", advierte el doctor Bobes.

La saturación del sistema sanitario

La saturación del sistema público de salud también es un factor que incide en la prescripción de psicofármacos, además del coste de la terapia privada con un psicólogo, inversión que no pueden permitirse muchas personas. "Debemos alentar a afrontar de otro modo las circunstancias desfavorables, enfatizar que los problemas muchas veces son transitorias y en que no hay que tomar pastillas toda la vida porque haya pasado algo desagradable. Todo esto requiere mucha educación social y mucha educación sanitaria", añade Bobes.

No obstante, Simó también lleva a cabo un ejercicio de autocrítica. "A veces, para los facultativos que podemos recetar ansiolíticos y otros psicofármacos, extender una receta es el camino más fácil, sobre todo si la atención médica está saturada, pero debemos hablar con el paciente y hacerle entender si realmente los necesita o simplemente cree que los necesita", concluye.

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