Durante el pasado curso académico nuestra universidad ha conmemorado el treinta aniversario de su creación. En ese marco, su Consejo Social reunió a los cuatro rectores que la institución ha tenido en torno a un coloquio sobre Pasado, presente y futuro de la ULPGC. Allí se pudo repasar la trayectoria seguida por la universidad desde sus comienzos, valorar la situación en que se encuentra actualmente y apuntar algunas líneas de actuación por las que ha de transitar a partir de ahora. Quisiera compartir públicamente las reflexiones que sobre ello venimos haciéndonos desde el Consejo Social, el órgano de participación de la sociedad en la universidad y, por tanto, el que está llamado a mantener siempre encendida la llama de la conquista social que dio vida a la ULPGC.

En la prestación del servicio público de la educación superior que tiene encomendado, durante las tres últimas décadas nuestra universidad ha realizado una valiosa contribución al pueblo que tanto luchó por tenerla. Hoy podemos decir sin ambages que, con sus capacidades e insuficiencias, tenemos una universidad meritoria como centro de producción de talento y conocimiento al servicio de la sociedad, de forma que su creación ha resultado decisiva para impulsar el crecimiento económico, el bienestar social, la revitalización cultural, el equilibrio territorial y la proyección externa de Canarias. Pero también somos conscientes de que nuestra universidad ha de estar en proceso de recreación permanente para poder responder a los cambiantes requerimientos que nos plantea la sociedad a la se debe, incrementando continuamente su capacidad de actuar como motor de transformación al servicio de nuestra gente y de nuestra tierra, porque esa es su misión, y ya no solo como universidad pública que es, sino también porque constituye su principal seña de identidad al llevarlo incorporado en su ADN fundacional.

Vivimos un tiempo de acelerada mutación en todos los órdenes de la vida colectiva, el cual „como ya se ha dicho en alguna ocasión„ "ya no cabe calificar como de una época de cambios, sino como un cambio de época". Esto plantea unos enormes desafíos para todos, pero especialmente para la universidad, porque el conocimiento se ha convertido en el activo clave para la mejora de todas las actividades humanas, redimensionando con ello el papel estratégico de la institución encargada de generar y transferir a la sociedad talento humano y capital científico y tecnológico. En este contexto, la ULPGC se enfrenta, por una parte, a los mismos retos que tiene planteados el conjunto de las universidades públicas en España, y por la otra, a los que son específicamente suyos, referidos tanto a su posicionamiento en el mercado global de la educación superior como a su protagonismo en el entorno productivo y social que le es propio.

Existe un amplio consenso sobre las grandes mejoras que tienen que impulsar las universidades públicas españolas de forma inmediata. Entre ellas están la adaptación de la oferta de enseñanzas universitarias a las demandas actuales y futuras de la sociedad para asegurar la empleabilidad de nuestros titulados; la mejora de los procesos de selección y promoción del profesorado para potenciar la meritocracia y poner fin a toda situación de precariedad; la desburocratización de los procesos de toma de decisiones internas y de los sistemas de evaluación de la calidad para poder responder con rapidez a los cambiantes requerimientos del entorno; el fortalecimiento de la colaboración universidad-empresa y de la cooperación institucional para incrementar la capacidad transferir conocimientos y tecnologías, así como el impulso de los procesos de internacionalización para que nuestras universidades puedan ser más competitivas a nivel internacional.

Para abordar esas mejoras con ciertas garantías de éxito, la universidad española necesita acometer una profunda reforma estructural, como viene sosteniendo desde hace ya unos cuantos años la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas (CCS), a la que tanto contribuye desde su creación nuestro Consejo Social. Las claves de esa reforma estructural son dos: el sistema de gobierno y el sistema de financiación, pues constituyen las grandes cuestiones transversales que condicionan todo el quehacer universitario. Resulta esencial, por tanto, impulsar un nuevo modelo de gobierno para las universidades públicas que esté en consonancia con los que existen en el Espacio Europeo de Educación Superior, como también lo es incrementar progresivamente la inversión pública que España destina a universidades e I+D+i hasta alcanzar la media europea. Y para ello la CCS, junto con la Conferencia de Rectores y las organizaciones empresariales y sindicales, han presentado en el Congreso de Diputados una petición para que se abra con rapidez el tan demandado proceso de elaboración y aprobación de una nueva ley de universidades en el marco de un gran Pacto de Estado que cuente con amplio consenso parlamentario y participación activa de todos los agentes sociales. Esto es vital, porque España necesita acometer esa reforma estructural de su sistema universitario si no quiere correr un grave riesgo como país.

Al mismo tiempo, a la ULPGC se le presentan sus propios desafíos. Pasada la etapa de juventud, debe reafirmar una identidad propia aprovechando sus principales fortalezas, que son el arrope social con que cuenta, el capital humano y de conocimiento que atesora, el afianzamiento de estudios e investigaciones que resultan trascendentales para el futuro de la región y la posición estratégica que Canarias ocupa en el mundo atlántico al que pertenecemos. Aunque también ha de preocuparnos mejorar nuestra posición en los rankings universitarios, que cobran cada vez mayor importancia en el ámbito globalizado de la educación superior, hemos de prestar especial atención a la reputación del boca a boca en nuestro inmediato entorno de actuación; es decir, a ese prestigio que se conquista día a día proporcionando una buena formación a nuestros estudiantes, para que se sientan orgullosos de estudiar en la ULPGC, y propagando el conocimiento que generamos a nuestro entorno productivo y social, para que nuestras empresas y empleadores aprecien la contribución de su universidad a la creación de riqueza y empleo. Y además, hemos de cuidar con esmero lo que tenemos más próximo a nosotros sabiendo que somos un archipiélago, por lo que también hemos de estar atentos a que nuestra universidad se palpe y se sienta en todas las islas.

Ya cumplida la treintena, pues, al encarar su etapa de madurez, la ULPGC tiene ante sí unos retos tan grandes y apasionantes como los que tuvo que afrontar al inicio de su andadura. Para poder abordarlos como se debe „y este es el mensaje principal que quiere transmitir el Consejo Social„ se requiere del imprescindible concurso de todos; se necesita, en suma, retomar con decisión aquella senda bidireccional que condujo a la creación de nuestra universidad, la que supo combinar tan bien la apuesta universitaria de la sociedad con el compromiso social de la universidad. Porque en este cambio de era que nos ha tocado vivir, tanto para generar talento como para diseminar conocimiento resulta más crucial que nunca el fortalecimiento de la relación universidad-sociedad. Solo aunando el compromiso social de los universitarios con la implicación activa de los agentes sociales podremos lograr que las actividades universitarias impacten de lleno más allá de las aulas y laboratorios y tengan un efecto multiplicador en el tejido productivo y social con la vista siempre puesta en contribuir al progreso económico y bienestar social de Canarias.