"La soledad es horrible, parece una losa que tienes encima y te pesa en los hombros y te ahoga", cuenta Ramona, que pone el rostro a una de los dos millones de personas mayores que viven solas en España, de las que más del 70 por ciento son mujeres.

Ella ha roto el aislamiento social involuntario en el que estaba gracias a actividades que realiza entre semana, con las que ha recuperado la relación con otras personas. "Ahora el fin de semana me tiene amargada, sola con la televisión; estoy esperando que llegue el jueves como agua de mayo", explica Ramona, a la que también acompañan cuando tiene médicos o a hacer papeleos.

En uno de esos programas de Cruz Roja de acompañamiento a mayores ha conocido a Jerónima, con la que, pese a vivir a dos calles de distancia, nunca había hablado. "No hay que ser cobarde, hay que salir", apunta Jerónima, a la que no le falta una sonrisa a pesar de sus dificultades de autonomía y de sus problemas de soledad.

"Yo he tenido depresión y agradezco a las personas que me dieron la mano para salir del pozo, porque es muy malo, poquito a poco saldrá", le dice Ramona a Jerónima.

¿Cómo se combate?

Hay que comenzar reestructurando los tiempos y por sustituir el actual modelo social basado en la productividad, por otro de acompañamiento, explica la gerontóloga Maite Pacheco.

"Toda la sociedad debe actuar por cuidarse a sí misma, los mayores son una etapa de esa vida; si yo doy valor entre mis hijos o mis nietos a la relación que mantengo con los mayores, a esos hijos y nietos que se han educado en ese valor no les va a costar trabajo acompañar a los mayores cuando estén solas; es una cuestión de cambio social y cultural", detalla.