Carlos Peña ha admitido ante el tribunal el crimen. Ha manifestado estar "poseído" en el momento de los hechos, al pensar "que no podía soportar asimilar que su hijo iba a crecer en los brazos de otra persona". Su ex mujer mantenía una relación con otro hombre y por la noche decidió ir a la casa donde dormía la mujer con el pequeño de 22 meses y la roció con gasolina. Envuelta en llamas la víctima cogió a su hijo y huyó de la casa logrando pedir ayuda, pero falleció días más tarde en el hospital por las gravísimas heridas. El acusado ha manifestado sentirse muy arrepentido y ha aceptado una pena de 20 años por el asesinato y 10 por el incendio. Tendrá que permanecer en prisión un mínimo de 25 años.