El Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) será el primero en Europa en poner en órbita un nanosatélite para mejorar la vigilancia terrestre por un precio más económico que los satélites convencionales. Lo hará bajo la Misión Alisios-I, que a mediados de 2021 lanzará su primer nanosatélite al espacio como primer paso para establecer una "constelación" que permita una vigilancia más exhaustiva de Canarias.

Una vez el proyecto haya finalizado, se podrá fotografiar al Archipiélago entre una y dos veces al día, lo que deriva en una monitorización en cuasi tiempo real "más elevada de la que existe con la tecnología actual", como remarca el ingeniero del IAC, Alfonso Ynigo Rivera, el gestor del proyecto de desarrollo de este pequeño instrumento que apenas ocupa media caja de zapatos, que surge del centro tecnológico Iactec, adscrito al IAC.

Con esta vigilancia prácticamente continua, el nanosatélite, que trabaja en el espectro infrarrojo, tendrá la capacidad pionera de conocer desde el espacio dónde se encuentra el foco de un incendio, advertir de vertidos que estén afectando a las aguas canarias o analizar las zonas de las islas con peligro de desertificación.

Comunicación

Junto a Ynigo Rivera han participado casi una decena ingenieros entre los que se encuentra Álex Oscoz, investigador principal de este proyecto que ya está cerrando la colaboración con la empresa Emxys que desarrollará un sistema de comunicación óptica para los satélites que integren finalmente la Misión Alisios. En este sentido, ya se está trabajando en Alisios-II, un segundo satélite que, aunque beberá de la tecnología de observación del primer nanosatélite, contará con mayores prestaciones, justamente el sistema de comunicaciones que Emxys acabará de desarrollar a lo largo de 2020. En total, el equipo de investigación pretende poner en órbita al menos ocho nanosatélites en los próximos años.

" Alisios-II mejorará las capacidades de observación del proyecto Alisio, dividiendo a la mitad su tiempo de revisita", explica Ynigo Rivera que recuerda que, con un solo artefacto, es de cuatro días. De esta manera, cuando se hayan lanzado todos los satélites de la constelación, Canarias contará con imágenes prácticamente en tiempo real del archipiélago gracias a un tiempo de revisita de entre una y dos veces al día.

Este proyecto es parte del reto tecnológico conocido como New Space cuyo objetivo es impulsar el número de instituciones involucradas en el sector a través de la reducción de los costes que supone acceder al espacio. "Con la miniaturización tecnológica -la que están viviendo, por ejemplo, los teléfonos móviles y los ordenadores-podemos resolver problemas a un coste mucho menor", afirma el investigador del IAC. Y es que, aunque sus funcionalidades no son comparables a las de un gran satélite como el Hubble -que cuenta con una calidad y resolución de imagen mucho mayor- sí que resuelven muchos problemas por un coste unas "mil veces menor", como constata Ynigo Rivera.

Además, esta tecnología tiene una característica que la diferencia de otros de su clase, su potente visión infrarroja. El satélite portará una cámara llamada Drago, desarrollado por estos ingenieros, que actúa en el rango del espectro infrarrojo cercano (SWIR), desarrollada por el Astrofísico. El instrumento Drago implementa una cámara altamente compacta formada por una óptica, un sensor basado en tecnología de Ingaas, y una electrónica de adquisición y procesado de altas prestaciones capaz de realizar tareas de procesamiento de imágenes a bordo del propio satélite "algo que, en general, no resulta posible llevar a cabo de forma eficiente en los satélites tradicionales", explica.

Esto significa que, una vez en órbita, el pequeño satélite será capaz de recabar información de la superficie terrestre que un satélite que funcione en espectro visible es incapaz de visualizar. A esta red de nanosatélites no se les escapará el foco de un incendio o el origen de un vertido de hidrocarburo al mar. Pero, además, tendrán la capacidad de controlar la humedad de los terrenos o detectar aquellas zonas del Archipiélago que tengan un riesgo potencial de desertificación.