"No le toquen nada; déjenlo todo como está, no se lleven nada". Así eran los gritos desesperados de quien ayer perdió para siempre a una hija. De esa manera se reflejaban los intentos de una madre por guardar "algo" de lo que significó para ella la corta vida de su ser querido. Y así se lo decía a los guardias civiles que todavía seguían en el piso donde ocurrieron los hechos, en el núcleo de San Isidro, en el municipio de Granadilla de Abona (al Sur de Tenerife), poco antes del mediodía. La tragedia llegó a esta familia natural de León en una templada madrugada, justo en la jornada en la que se celebra la lucha contra la violencia de género. Sara de Celis Garcíoa fue brutalmente acuchillada y degollada por su pareja en la vivienda en la que también residía la abuela de la víctima. No fue un hecho silencioso. Hubo gritos y activación de los cuerpos de seguridad y del personal sanitario, pero todos llegaron ya tarde. La joven había muerto cuando los agentes de la Policía Local entraron en el domicilio.

Algunos residentes en el edificio habían escuchado peleas otras veces. Sin embargo, Sara no había interpuesto denuncia alguna por violencia de género contra Jaime, el presunto autor de su homicidio, según confirmaron ayer tanto el delegado del Gobierno en el Archipiélago, Juan Salvador León, como la concejal de Seguridad Ciudadana de Granadilla, María Candelaria Rodríguez.

La imagen del ahora acusado era de una persona "tranquila, normal". Así lo expone un vecino del lugar y tío de la joven fallecida, Amador García Fernández. Hasta tal punto era así, que Jaime supuestamente se ocupaba de atender, bañar o ayudar a ir por la calle a la abuela de Sara, para ir al supermercado o para coger la guagua, según refieren un hombre y una mujer que conocen a la familia. El acusado presuntamente se valió tanto de su mayor corpulencia como de la utilización de un arma blanca. Frente a la baja estatura de la víctima, el ahora arrestado es alto y con una evidente mayor fuerza física. La alerta a los recursos de seguridad se produjo a las 4.45 horas de la madrugada. Los gritos procedentes de la vivienda, en un segundo piso, en la zona de San Isidro conocida como La Mata, fueron escuchados por residentes, pero también por un barrendero y otros dos hombres que pasaban por la calle El Saltadero.

Fuerte altercado

La abuela de la afectada oyó el fuerte altercado y se dirigió hacia la habitación donde se hallaba la pareja. Sin embargo, la puerta se cerró y, con ella, también la posibilidad de volver a ver a su nieta con vida. Los primeros en llegar fueron dos agentes de una patrulla de la Policía Local de Granadilla. Al detectar la agresión, trataron de arrestar a Jaime, de 29 años, nacido en Colombia y de nacionalidad española. Pero no les resultó sencillo. El joven se mostró muy violento y se resistió a los agentes, por lo que estos tuvieron que reducirlo y ponerle las esposas. Seguidamente, llegaron agentes de la Guardia Civil del puesto de Granadilla y personal sanitario de una ambulancia, que solo pudo certificar el fallecimiento. La investigación del caso ha sido asumida por agentes del Equipo Territorial de Policía Judicial de la Guardia Civil de Playa de las Américas. En el momento de ser arrestado, el presunto autor del crimen tenía varias lesiones, supuestamente que se causó él mismo. Ante esa circunstancia, en un primer momento fue trasladado hasta un centro sanitario para ser atendido. Un residente en La Mata explicó que lo vio salir del edificio con grilletes en las manos y "lleno de sangre".

La abuela de la joven también fue llevada a dependencias del Instituto Armado para intentar tranquilizarla y tomarle declaración. Según explicó el tío de Sara, la pareja llevaba como tal cuatro o cinco meses. Las palabras de odio e incomprensión entre familiares y amigos de la víctima eran constantes. La recogida de indicios, así como el informe fotográfico e inspección ocular, fue realizada por dos agentes del Laboratorio de Criminalística de Santa Cruz de Tenerife. Su trabajo en el escenario del homicidio finalizó después de mediodía. Su tío, Amador García, es presidente de la comunidad de vecinos en los bloques donde ocurrió el suceso.