La globalización está transformando la Educación Superior. Hay pocos sectores en los que el impacto sea tan radical. Las universidades están dejando de ser instituciones locales para integrarse en redes transnacionales de cooperación por las que circulan personas y conocimientos. Los científicos colaboran más que nunca con sus pares de otros países. La colaboración internacional (IRC, International Research Collaboration, en las siglas inglesas mundialmente aceptadas) ya representa el 44,4% de los artículos publicados en la Unión Europea; el 40%, en los Estados Unidos, y el 22,2% en China (M. Kwiek, "Internationalisation of EU research organisations", Parlamento Europeo, 2019). Sobre este proceso de mundialización, la OCDE ha señalado: "Por primera vez en la historia, cada universidad es parte de una única red mundial y los líderes mundiales en el campo de la educación superior y la investigación académica tienen una visibilidad y un poder globales sin precedentes" (S. Marginson y M. van der Wende, "Globalisation and Higher Education", 2007).

Hacia el año 2030, más de 330 millones de jóvenes estarán cursando estudios universitarios en alguna institución de Educación Superior del mundo, según la UNESCO. Serán 120 millones de estudiantes más que en 2015. Mientras la población mundial habrá crecido un 16%, la universitaria lo habrá hecho un 56%. La movilidad de este segmento también se está acelerando. Según la UNESCO, hacia 2030, 6,8 millones de universitarios en el mundo harán estancias de estudio y de investigación en instituciones académicas en el extranjero, un 51% más que en 2015.

La demanda de Educación Superior evoluciona hacia nuevas motivaciones y expectativas. Studyportals ha identificado algunas de ellas (R. Choudaha, E. van Rest, 2018). Se extiende la mentalidad de un aprendizaje a lo largo de la vida. Se buscan programas universitarios que ayuden a obtener resultados en la carrera profesional. Según la Brookings Institution, el "premio salarial" para los egresados en la Unión Europea es ganar entre un 60 y un 75% más (E. Dust y R. Wirthrop, 2019). Crece la demanda de cursos en instituciones reconocidas por su especialización en una disciplina científica o técnica. Se tiende cada vez más a los programas online, los currículum académicos a medida y las plataformas de cursos abiertos, como Coursera.

En el lado de la oferta, los expertos detectan una tendencia a la expansión y la innovación de las alianzas transnacionales de instituciones de Educación Superior. "Los estudiantes internacionales son cada vez más atractivos para las universidades", observan Dust y Wirthrop. Estudiantes de China, India, Arabia Saudí y Corea del Sur representan más de la mitad de los desplazamientos internacionales en la actualidad.

Competencias para la realidad

La baza decisiva de la competitividad en el sector de la Educación Superior será la innovación. Las mejores instituciones innovarán en cómo entregan, financian y ganan reconocimiento internacional para su investigación y su educación.

La universidad que viene se centrará en la carrera profesional de los estudiantes y en prepararlos para desempeñar los puestos cualificados que realmente se necesitan cubrir en el mercado. Actualmente, se da "un significativo desencuentro de competencias entre lo que los graduados saben y lo que se demanda para los trabajos disponibles", señalan Dust y Wirthrop. Estos expertos estiman que en 2020 habrá en el mundo un millón de puestos de trabajo relacionados con la programación de ordenadores y la inteligencia artificial que no podrán ocuparse, por la falta de egresados capaces de desempeñarlos: "La aceleración de la economía digital y el crecimiento de la automatización están exacerbando la escasez de mano de obra cualificada".

La Educación Superior basada en competencias reduce el coste y el tiempo necesarios para graduarse, sostienen los expertos. Una cuestión en absoluto menor, teniendo en cuenta que solo cuatro de cada diez estudiantes universitarios se gradúan en el tiempo estipulado por cada programa, y uno de cada cinco lo abandona. El número de estudiantes universitarios ha crecido un 10% entre 2005 y 2015, y el gasto en el sector lo ha hecho un 30%, según la OCDE. Un incremento con una escasa rendición de cuentas sobre su aplicación. Es lo que los expertos llaman "el gap de datos" de la Educación Superior: "Se gasta mucho, y se sabe muy poco de los resultados de la inversión, si se compara con lo que sabemos de otros niveles de la educación" (S. Marginson y M. van der Wende).

La visión de la Unión Europea es la de un Espacio único de Educación Superior, con Universidades con estatuto europeo formadas por alianzas transnacionales. La propuesta de la Comisión recibió el impulso político en el Consejo Europeo de diciembre de 2017, formalizándose en la actual Iniciativa Universidades Europeas. El consorcio Campus RUP, de universidades de regiones ultraperiféricas, aspira a ser reconocido como una de las primeras 24 Universidades Europeas que Bruselas quiere funcionando, de aquí a 2025.

Una de las prioridades de la Comisión es la total integración de los tres lados del "triángulo del conocimiento". Investigación, educación e innovación serán una única función en las las instituciones del Espacio Europeo de Educación Superior. Las nuevas Universidades Europeas que, como Campus RUP, surgirán de alianzas transnacionales, investigarán, educarán e inventarán soluciones para resolver los grandes desafíos que la globalización plantea a las sociedades abiertas.