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La ULPGC ensaya en parcelas piloto una agricultura adaptada al cambio climático

La investigación, dirigida por Pino Palacios y Vanessa Mendoza, impulsa el cultivo de forraje resistente a altas temperaturas para autoabastecer la ganadería de las Islas

Dos de las parcelas experimentales o laboratorios naturales, en los que trabajan en Gran Canaria y en Cabo Verde.

Favorecer una agricultura sostenible en Canarias, adaptada a los efectos del cambio climático -subida de temperaturas, escasez de agua, plagas...-. Este es el objetivo del estudio que llevan a cabo Pino Palacios y Vanessa Mendoza, investigadoras de la sección Agroagua del grupo Geovol del Instituto Universitario de Estudios Ambientales y Recursos Naturales (Iunat) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Para ello han implantado parcelas piloto en Gran Canaria y en Cabo Verde, laboratorios naturales que permitirán una mejor planificación de la actividad agraria.

"Para que la agricultura sea sostenible es necesario garantizar que no haya una afección al medio, tanto el acuífero como el suelo. Si usamos de la forma más eficiente posible los recursos, el agricultor producirá alimentos seguros para el consumidor", indicaron las investigadoras, cuyo trabajo consiste en reunir todo el conocimiento necesario para que el sector agrícola y el ganadero puedan anticiparse a los efectos del cambio climático.

Adaptares

Esta investigación forma parte del proyecto europeo Adaptares -Adaptación al cambio climático-, cuyo jefe de filas es el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC), financiado por el programa europeo Interreg Mac 2014-2020. Incluye toda una serie de actuaciones encaminadas a demostrar la capacidad de adaptación al cambio climático en la Macaronesia a través de la reutilización de aguas residuales depuradas, el riego eficiente y la prevención y reducción de la contaminación, que ayuden a superar las barreras normativas, sociales, económicas o tecnológicas existentes. Junto a las acciones de sensibilización, información y cualificación a todos los niveles de la sociedad, se incluye la vertiente científica, en las que participan las investigadoras de la ULPGC.

Para ello han implantado cuatro parcelas pilotos, una en la Granja del Cabildo en Cardones (Arucas), otra en la Mancomunidad del Sureste, y dos en Cabo Verde. "Estas parcelas experimentales nos ayuda a chequear nueva tecnología para el cuidado del suelo y de los cultivos, así como tomar datos que desde el punto de vista científico nos anticipa a posibles consecuencias a medio y largo plazo. El problema del suelo es que se ven sus efectos a cinco o diez años, pero nosotros tomamos parámetros físicos, químicos y microbiológicos del suelo que permiten anticiparnos a los problemas a plazos más cortos, y tomar medidas para prevenirlos", indicaron las profesoras Mendoza y Palacios.

En el caso de Gran Canaria, los estudios en las parcelas piloto se han centrado en la producción de forraje. "Ahora importamos casi toda la alimentación del ganado, con el consiguiente efecto negativo de la huella de carbono que implica el transporte de ese material a las Islas. Nosotros hemos visto que somos capaces de producir ese forraje en Canarias, porque tenemos el suelo, las condiciones agroclimáticas y el conocimiento para producirlo".

Para ello han cultivado en las parcelas piloto, en Gran Canaria, una planta forrajera poco conocida denominada Pennisetum hybridum, con alto valor nutritivo y resistente a las altas temperaturas. "Los resultados son muy buenos, no sólo desde el punto de vista de la producción. Es una especie idónea para el forraje de volumen, con mejor calidad que el forraje que estamos importando en estos momentos, ya que aporta todos los nutrientes que el animal va a necesitar en todas sus etapas fisiológicas".

Según destacaron María del Pino Palacios, ingeniera agrónoma, y Vanessa Mendoza, veterinaria, Canarias podría producir forraje de volumen para más del 70% del ganado si pone en producción sus terrenos baldíos.

"La clave está en que las subvenciones que Canarias actualmente destina a la importación de forraje, sean para subvencionar al agricultor y al ganadero, y poner en explotación la tierra". En este sentido, hacen referencia a un artículo de investigación que han publicado recientemente en el que aseguran que si se deriva la subvención al que produce y no para el que importa, multiplicarían por cinco el dinero subvencionado. "Lo sorprendente es que este artículo no ha tenido respuesta a nivel político, a pesar de haber demostrado con números, que sin gastar más dinero podemos fomentar el sector primario. Al final hay un efecto multiplicador".

En las parcelas piloto de Cabo Verde, han implantado el cultivo de millo. "Es un territorio con otras necesidades diferentes a las nuestras. Allí llevan tres años de sequía y por tanto tienen un grave problema de abastecimiento de alimentos a la población. En una de las parcelas experimentales empezamos a cultivar millo de consumo humano, instauramos buenas prácticas del manejo del agua, y ha sido todo un éxito. Han comprobado que podían ser capaces de consumir millo incluso fuera de estación, y hemos logrado cambiar el paisaje desértico".

Los resultados de estos estudios darán las claves para afrontar un futuro con nuevos cultivos o variedades (tomates, pepinos, forraje...), que se adapten a los cambios de temperaturas y condiciones derivadas del calentamiento global. "Hay que adaptar el cultivo, las prácticas culturales, optimizar el manejo de los recursos, y minimizar el efecto, tanto en el suelo, desde el punto de vista químico, físico y microbiológico, como en el acuífero", concluyeron.

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