Iñaki Gabilondo (San Sebastián, 1942) ha pasado por Barcelona este jueves para recoger el premio Txapeldun del año 2020 que entrega el Grupo Sagardi y seguir el testigo que en anteriores ediciones recibieron, entre otros, Ainhoa Arteta, Arzak, Jon Sistiaga, Karra Elejalde, Mikel Urmeneta y Jordi Évole. "Un coro de mucho nivel, ¿no?", dice este maestro de periodistas antes de hincarle el diente también a la política.

-Víctor Manuel dice en su libro de cocina que usted come de maravilla.

-Víctor es un hermano y yo soy de buen paladar. Me gusta comer rico y soy buen cliente de restaurantes. Y digo más. Si Víctor pusiera uno sería de los muy buenos.

-El lunes pasado le distinguían en Cádiz con el Premio a la Libertad de Expresión y a los Valores Periodísticos. ¿Están adelgazando ambos?

-La libertad de expresión siempre está en peligro. Las libertades siempre están amenazadas y eso a la gente le cuesta entenderlo. Los más jóvenes, sobre todo, tienen la convicción, equivocada, de que lo que ya ha sido conseguido es ya irreversible. Y no es así. La historia de la humanidad lo demuestra. Todo lo que se ha conseguido se puede perder. Es más, todo lo que se ha conseguido y no se defiende termina progresivamente perdiéndose. La libertad de expresión, como cualquier otra libertad, necesita aire para que respire. Los que creen que no está nunca bajo amenzada son los que le hacen más daño. Es un bien vulnerable, frágil y delicado.

-Nuestra democracia, ¿está poco hecha todavía, al punto o quemada?

-Antes se guisaba de una deteminada manera y se va a tener que cocinar de otra. Creo que es una herramienta clave e imprescindible que necesita ser engrasada. Le han salido una roñas, pero en todo el mundo. Los Parlamentos están mostrando fatiga, los partidos políticos son estructuras anticuadas. A España no le pasa nada diferente a lo que está pasando en otros sitios. En estos momentos hay una gran reflexión intelectual sobre hacia dónde van las democracias.

-¿Somos más europeos porque hemos sentado a la mesa del Congreso a Vox?

-Los tenemos sentados en el Congreso porque hay gente que les ha votado. La realidad de tu familia, de tu país, puede gustarte más o menos, pero es la que hay y hay que lidiar con ella. También creíamos muchos de nosotros que había cosas que nunca más iban a volver y sin embargo han vuelto. Cuando Franco murió yo tenía 33 años y Vox me recuerda a todo aquello que yo creí que había quedado atrás. Vox me recuerda al franquismo y reactiva eso que decía antes, que las cosas que has conseguido no son para siempre.

-¿Cómo ha digerido el descalabro de Ciudadanos?

-Es posiblemente la concatenación de errores más grande de un partido que yo he visto en mi vida. No se puede tener un caudal político tan grande y malversarlo de una forma tan manirrota. Albert Rivera ha llevado al naufragio a esa formación. Cuando Suárez pinchó con CDS ya había hecho muchísimas cosas antes, pero este chico acababa de empezar y ha metido la pata hasta arriba.

-Usted también vivió y explicó desde los micrófonos los años de plomo de ETA. Comparar aquello con lo vivido en Catalunya recientemente como se ha hecho, ¿no le parece un disparate?

-Eso forma parte de las simplificaciones que estamos viviendo. Eso no tiene ni pies ni cabeza, es un sinsentido y le quita gravedad al drama tremendo vivido en Euskadi y no solo allí.

-Aquí todo el mundo cocina sus memorias, Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz... pero parece que nos olvidamos pronto de todo.

-Creo que era Álvaro Cunqueiro quien decía: "Somos la sociedad más escéptica que nunca ha habido y nos lo creemos todo". Y eso pasa. Pues que escriban, nos las leeremos y tan contentos todos.

-¿Vamos a llegar a las uvas con un presidente Sánchez en funciones?

-Seguro.El 19 llegará la decisión de Tribunal Superior de Justicia de Tribunal Europeo por el tema de Oriol Junqueras. El 21 hay el congreso de Esquerra Republica... por lo tanto seguiremos como estamos en Navidad.

-Y tendremos nuevo discurso navideño de Felipe VI, una figura indigesta para muchos catalanes.

-¿Qué le vamos a hacer? Gustará o no, pero es el jefe del Estado. Le podrán prestar atención o no, pero está ahí.

-El menú de la Constitución del 78 ¿no se puede modificar?

-Claro que sí. Es otra de las 'jameitadas' del momento presente. Los norteamericanos han enmedado 27 veces su Constitución y nos les ha pasado nada de particular. Aquí hay mucha gente que está llamando constitucionalistas a los que no quieren tocarla como si no fueran constitucionalistas los que quieren hacerlo. Se debe tocar si se ponen de acuerdo, porque una de las dificultades que estamos viendo es que parece que nadie quiere ponerse de acuerdo en nada. Con los conflictos tan complejos que tenemos y sin embargo parece que cada uno quisiera resolverlo solo sin contar con los demás.

-Y el periodismo recogiendo migajas.

-¿Cómo no va a estar en crisis el periodismo que se hacía antes? Ha vivido un terremoto, como otros sectores, ¿qué ha pasado con las agencias de viajes? Despidos, precariedad, cierres... Todo se ha puesto patas arriba con las nuevas tecnologías y habrá que ver cómo acaba este chup chup. Unos saldrán a flote, otros saldrán crecidos o otros acabarán en la basura. No nos pasa nada en patrticular.

-Los juguetes tecnológicos no lo van a arreglar.

-Eso es lo peligroso: que el periodismo crea que esto se arregla haciendo filigramas de juguetería tecnológica. Se va a resolver haciendo el mejor periodismo que se ha hecho nunca, el más sólido, serio y solvente. Calidad frente a opacidad.

-¿Y estaremos dispuestos a pagarlo? Porque aquí parece que el cine, la música, la información... todo es por la cara.

-Mire quiénes han salido adelante. 'The New York Times', 'The Guardian', 'The Washigton Post'... han tomado decisiones para demostrar que son imprescindibles para la sociedad y la gente les apoya económicamente.

-¿La edición digital de 'El País' será de pago el año que viene y luego iremos el resto?

-No tengo la menor duda de que será así. No sé cuándo pero es evidente que 'El País' como cualquier medio que quiera sobrevivir en este tiempo tendrá que dar el paso. No puede no ser. Aquella ingenuidad de hace unos años de que el periodismo debía ser gratis y anónimo no tiene sentido. Mucha gente ya ha entendido que en este barullo que vivimos y con tantas 'fake news', la buena información tienen que venir procedente de grandes o de pequeños medios, pero solvente y acreditada y eso se debe pagar.

-Y dos platos principales no deben faltan en la mesa: feminismo y emergencia climática.

-Son, fuera de toda duda, las dos grandes locomotoras para progresar, como se está viendo en todo el mundo. En medio de tanta confusión, esas dos líneas son claras.