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De peligrosas a revolucionarias

La llegada de la transición permitió a las disidencias sexuales y de género visibilizarse como sujeto político e iniciar campañas en favor de sus derechos.

Sus fundamentos ideológicos, de carácter revolucionario, eran críticos con el sistema burgués y sus instituciones tradicionales: patriarcado, matrimonio, familia tradicional, sexualidad reprimida, sistema educativo, diferencias de clases, etc.

La dictadura franquista encomendó la vigilancia de la moral pública a la Iglesia católica, institución cuya visión de la virtud y el pecado impregnó la moral social durante, al menos, los casi cuarenta años de vigencia del régimen dictatorial. En ese contexto, las personas disidentes sexuales y de género, homosexuales, bisexuales y personas trans, eran excluidas de forma sistemática. El régimen utilizó normas específicas para controlar esta disidencia, entre las cuales estuvieron la Ley de Vagos y Maleantes, que en el año 1954 se reformó para incluir la homosexualidad como una categoría de peligrosidad social, y la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social de 1970. De esta manera, las personas disidentes sexuales y de género sufrieron una persecución moral y jurídica que las convirtió en carne de escarnio público y, en muchos casos, presas en centros de reclusión con el objetivo de ser "rehabilitadas" de su mal.

Tras la muerte del dictador y durante los primeros años de la transición, la efervescencia política y social afectó también al colectivo homosexual. En Canarias surgieron diversas iniciativas de organización, la mayor parte de las cuales fueron de corta trayectoria o, al menos, no trascendieron lo suficiente como para dejar huella destacable. Pero a finales de los años 70, surge el Colectivo Canario de Hombres y Mujeres Homosexuales, la única que tuvo la suficiente entidad como para configurarse como la primera organización homosexual en Canarias durante la transición. Esta organización, que desarrolló una notable actividad pública a finales de los años 70 y principios de los 80 en las islas capitalinas, tiene su origen en Gran Canaria donde un grupo de hombres homosexuales, - a los que posteriormente se unirían las lesbianas - aun antes de la muerte de Franco, comenzaron a reunirse para abordar su realidad en un entorno, el de la dictadura, en el que la homofobia hacía estragos en la población homosexual. El proceso de toma de conciencia política era inevitable y su perspectiva ideológica se configuró a imagen y semejanza de los colectivos de la época del resto del Estado, de entre los cuales el Frente de Liberación Gay de Cataluña tuvo una notable influencia.

El Colectivo canario se autodefinía de tendencia revolucionaria, según expusieron sus integrantes a los periodistas en un artículo publicado en junio de 1979, que es la que agrupa a los homosexuales que mantienen que no se puede aislar su liberación de la del resto de los grupos oprimidos y explotados, niños, mujeres y clase trabajadora. En palabras de su representante:

Esta tendencia es la que nosotros asumimos, pensamos que solo se puede lograr la liberación destruyendo el capitalismo. No podemos estar aislados del resto de los planteamientos generales defendidos por muchas organizaciones de masas.

Afines a estas ideas, el colectivo se organiza de manera asamblearia y poco jerarquizada, aunque algunas figuras, como las de Antonio José Sánchez Bolaños o Juan Manuel Sánchez Betancor, destaquen por su importante formación ideológica.

El colectivo canario elaboró dos documentos fundamentales en los que establecieron sus bases políticas, ambos sin datar. En el primero de los documentos, en el que se desarrolla el ideario de la organización, se ponen de manifiesto sus planteamientos de izquierda revolucionaria. En especial, según declara Sánchez Bolaños en una entrevista que le realizamos, el colectivo se encontraba cercano a la izquierda nacionalista canaria de la época. La lucha del colectivo se vincula, según dicho texto, con la que se libra contra las estructuras de una sociedad burguesa „y su discurso sexual reaccionario fundamentado en el machismo y el heterosexismo„ y capitalista, del que se critica la explotación capitalista de la sexualidad y la miseria sexual que origina.

En coherencia con este discurso, consideraban que el medio de conseguir la verdadera liberación sexual es la destrucción del sistema burgués imperante y sus instituciones tradicionales que configuran la estructura social: patriarcado, matrimonio, familia tradicional, sexualidad reprimida, sistema educativo, diferencias de clases, relaciones económicas de explotación, etc. En el manifiesto se analiza la realidad de la específica opresión de los homosexuales canarios y sus diferencias en relación con la represión vivida en otras nacionalidades del Estado español. Asimismo, se aborda la vivencia de la homosexualidad y el nivel de conciencia según el origen social de la persona, distinguiendo entre aquellos homosexuales cuyo origen está en el lumpen-proletariado, la burguesía media o pequeña burguesía y la cúspide de la jerarquía de las clases o clases explotadoras.

En sus documentos, la asociación expresaba su oposición a algunas de las manifestaciones de la comunidad homosexual, como los lugares de ambiente homosexual, a los que consideraba guetos homosexuales comercializados, o a la forma en la que el turismo gay incapacita a los homosexuales canarios elaborar por sí mismos (...) la alternativa ideológica y organizativa para su total liberación.

El colectivo canario, asimismo, denunciaba las situaciones de represión en los espacios cotidianos, como la familia o el entorno laboral y destacaban el papel del homosexual en la sociedad como la de un revolucionario:

Al tomar conciencia de sus reivindicaciones, se enfrenta a esa explotación, a esa moral hipócrita y burguesa y se convierte en un elemento que puede echar por tierra los cimientos de esas estructuras. Esa es una de las causas por las que el homosexual es perseguido con saña en países donde la democracia pura y auténtica no ha aparecido aún.

En esta revolución se considera que, junto con el movimiento homosexual, el feminismo debe tener un protagonismo esencial. Así, estiman que la destrucción del sistema patriarcal y del control de la sexualidad por parte de la moral burguesa debe ser asumida por los sujetos que viven esta práctica política de un modo dramático y contradictorio: las mujeres y los homosexuales, a los que definen como nuevos sujetos históricos, revolucionarios, que empiezan a caminar, todavía débilmente, en nuestro desarrollo permanente.

Bajo su prisma ideológico, el colectivo consideraba que la verdadera liberación homosexual únicamente llegaría con la liberación de todo ser humano, de tal manera que la destrucción del sistema social burgués, con sus instituciones fundamentales permitiría suprimir también las categorías de sexo y género y las etiquetas heterosexual y homosexual.

Las ideas radicales del Colectivo canario de aquellos años no tuvieron el eco que sus miembros hubieran deseado. La Constitución de 1978 había configurado un Estado y una sociedad muy alejada de sus principios ideológicos, al tiempo que la base social del colectivo se había conformado con la modificación de la Ley de Peligrosidad Social, de la que ese mismo año se había eliminado la homosexualidad de las categorías de peligrosos sociales. Cierta paz social y la necesidad de vivir una libertad, inexistente hasta ese momento para la comunidad LGTB, provocaron la desmovilización y la desaparición de ese movimiento activista. El año 1980 significó un punto álgido del movimiento de la transición, pero tras las convocatorias del orgullo de ese año en Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria, no constan celebraciones similares en años posteriores, en los que sufre un progresivo declive, hasta su desaparición.

Aquellos pioneros habían puesto la primera piedra del activismo de la disidencia sexual en las islas. Su memoria, y la de quienes les precedieron en su lucha individual y contra la represión franquista y por la creación más justa e igualitaria durante el proceso transicional, debe permanecer viva como ejemplo de resistencia y lucha de las disidencias sexuales en los momentos más adversos que se puedan vivir.

Este artículo está elaborado con extractos del libro Peligrosas y Revolucionarias. Las disidencias sexuales en Canarias durante el franquismo y la transición, cuya presentación pública se realizará mañana lunes 9 de diciembre, en la sede de la Fundación Juan Negrín, a las 19:00

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