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IV Edición Premios Charter 100 Gran Canaria Entrevista a Pilar Mateo

"Mi tecnología no solo salva vidas en zonas pobres sino que crea empleo"

"En el Chaco boliviano fundé el Movimiento de Mujeres Indígenas para empoderarlas y darles formación", afirma

La doctora en Química, inventora y científica con vocación humanitaria, Pilar Mateo, en su oficina. LA PROVINCIA/DLP

"Es posible cambiar el mundo poniendo el conocimiento en acción", es uno de sus emblemas, personalmente cumplido al cien por cien. ¿En qué frentes ha desarrollado su conocimiento científico?

Soy doctora en Químicas y desarrollé una tecnología que llamaron la pintura que salva vidas, pero realmente era un proceso mucho más sofisticado desde el punto de vista científico, la microencapsulación polimérica, que trata de microencapsular productos que tienen la capacidad de controlar insectos que transmiten enfermedades endémicas. Una tecnología que está pensada para las cucarachas que molestan a las personas que vivimos en condiciones más favorables que en otros países. Desde Bolivia me vinieron a buscar para hablar de enfermedades que mataban a personas y me explicaron el mal de chagas. En 1998 fui por primera vez para allá pensando que en un mes podría solucionar el problema del chinche que transmite la enfermedad de chagas. Estuve un año sin salir de la selva y en 2006 volví para quedarme ya durante siete años viviendo en la selva con los indígenas guaraníes. Tomé la decisión de que mi tecnología tenía que llegar a estas enfermedades que afectan a los más pobres. De ahí lo del conocimiento en acción porque la ciencia tiene que estar cerca del que sufre y escucharlo.

¿A qué se refiere con la "ciencia que abraza"?

Como legado me gustaría dejar la ciencia que abraza y es lo que estoy ahora impulsando por todos los sitios, que aparte del conocimiento, que es importante, la ciencia ha de estar al lado de la gente que sufre para entender realmente cuáles son sus problemas y las consecuencias por las que mueren por esas enfermedades. Hay que pensar también que males como la malaria se erradicaron en España en 1964 cuando era un país pobre. Por tanto, no hay excusas para decir que es necesario tener una vacuna para acabar con una enfermedad que ya se erradicó hace muchos años. Sí hay que tener en cuenta que, junto a tecnologías que tienen mucha persistencia y residualidad, como parece que es la mía, destacan el tema de la educación, higiene y salud, a lo que hay que sumar una habitabilidad más confortable para las personas de los países que viven estas enfermedades.

¿Cómo ha sido el encuentro en su espíritu del mundo de la ciencia y el del compromiso humanitario frente a las enfermedades mortales vinculadas a la pobreza?

Viví siete años en el Chaco boliviano con los indígenas guaraníes y no había viviendas, así que me dediqué a hacerlas. Creé el Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo (MOMIM) porque me di cuenta del problema de muchas familias monoparentales, de mujeres solas, con muchos hijos, en zonas muy desfavorables donde no hay comida y existe mucha pobreza y donde no han tenido la oportunidad de recibir formación. Había que solucionar estos problemas y dar importancia al poder de la mujer, pero también del empoderamiento y formación de la mujer. En el movimiento de mujeres indígenas, que hoy en día es muy grande tenemos, desde una escuela de hostelería a otra de manicura y pedicura y una de peluquería. También hemos creado una escuela de música donde contamos ya con 60 niños guaraníes tocando instrumentos de cuerda, como el violín y la guitarra. Contamos con una radio que escuchan miles de personas. Es un movimiento que trata de empoderar a la mujer, pero también de darle formación para aprender cosas para salir adelante.

En expresión popular, "la pintura que salva vidas" es el descubrimiento que le ha dado prestigio mundial. ¿En qué consiste?

La pintura viene de una tecnología sofisticada de microencapsulación que permite introducir productos capaces de controlar el ciclo biológico de los insectos, con una persistencia muy larga. No contaminan el medio ambiente al estar en las paredes. Se llama la pintura que salva vidas porque la primera enfermedad que traté se denomina el mal de chagas, un chinche que se mete en las casas en las grietas de las paredes. Lo más fácil para la gente es hablar de pintura que salva vidas en vez de referirse a microcápsulas poliméricas que no es tan sencillo de comprender. Por eso he dicho que hay que disponer de una ciencia cercana y que abraza para hacerlo fácil para que la gente lo entienda. Se trata de casas donde no se puede vivir porque están enfermas. Mi tecnología les hace vacunas.

¿Y cómo se consigue esa "pintura resinosa" que controla la enfermedad de chagas?

A mí me costó mucho porque la situación en el Chaco era difícil. Además, no me ayudaba nadie porque aunque soy científica me considero más inventora y los inventos aún tienen cara de hombre. Si encima, aparte de ser mujer, estás hablando de pobreza y la empresa es pequeña, la gente siempre trata de buscar excusas para no creer en ti. Al final, en la ciencia hay que realizar una constatación y tener tiempo para demostrar las cosas. He podido hacerlo. Durante el periodo que viví allí empecé a recibir amenazas de muerte porque mi tecnología, no solamente estaba revolucionando la ciencia para algo que genera muchos intereses como las enfermedades, sino que también estaba creando un movimiento feminista muy fuerte y de independencia de la mujer a través de su empoderamiento.

¿Y qué ocurrió?

Llegó un día en que comenzaron a llegar investigadores de muchas partes del mundo y empezaron a evaluar la tecnología para otras enfermedades, como la malaria, leishmaniasis o el dengue, lo que me permitió tener un inversor en Ghana, un centro de investigación muy importante en Valencia y, en este momento, hacemos proyectos con la OMS, en concreto, uno muy importante hace tres años de leishmaniasis en Bangladesh y en Nepal que han considerado la mía la mejor tecnología para controlar el insecto que transmite esta enfermedad que en Asia afecta a millones de personas. Acabamos de inaugurar una fábrica muy grande en Paraguay, inauguraremos dos más en Nigeria en febrero o marzo y tenemos proyectos en México, Ecuador y muchos países de África. También estamos empezando en la India. Lo que más ilusión me hace es que mi tecnología, no solo salva vidas, sino que también genera empleo porque se trata de fábricas de alta tecnología que se instalan en los países para que sus gentes trabajen y salgan adelante con dignidad, no solo con caridad.

¿Cómo es la pobreza en las áreas del hemisferio sur, a las que dedica prioritariamente su esfuerzo?

Hay enfermedades, como el mal de chagas, que sí que proceden claramente de la pobreza porque afectan, sobre todo, a zonas indígenas y donde hay casas de adobe, zonas muy deprimidas donde no hay comida, medicamentos ni medios de comunicación y la gente está enferma. Otras enfermedades, como la malaria o el dengue, en que hay un mosquito transmisor, no distinguen a ricos, pobres, razas o religiones. Sin embargo, la realidad es que muere la gente más pobre porque carece de defensas. Estas enfermedades afectan pues, al hemisferio sur donde están los países más empobrecidos. En el hemisferio norte ya se han solucionado hace muchos años.

El cambio climático incide dramáticamente en la expansión de la pobreza. ¿Contempla esta realidad en su trabajo científico?

El cambio climático ha provocado una globalización de las enfermedades y de los insectos, de modo que los que no estaban presentes en España, como por ejemplo, el mosquito tigre, aparecen ahora en todo el Mediterráneo. En Canarias también, incluso un posible transmisor de dengue, por lo que se tuvo que hacer un control exhaustivo para evitar la enfermedad. Al tener en nuestro país una salud pública privilegiada fue fácil controlarlo. Estamos en España, de todas formas, en un momento en que hay más insectos y más problemas. Se ha visto el caso del picudo rojo importado por los barcos de cuando venían palmeras desde Egipto a la Península y luego hacia Canarias. Las enfermedades y las personas viajan y las van transmitiendo, pero también se puede llevar al insecto en un bolso, un avión o un barco. La globalización, junto a temperaturas más altas, facilitan el hábitat de los insectos, los hacen vivir más tiempo y que se generen más especies. Por eso se sabe que en el hemisferio norte van a aparecer enfermedades importantes que no existían. También existen las que han saltado de animales a personas por el cambio climático y por hacer que vivan en el hábitat humano.

Su obra la ha llevado a estar entre las diez científicas españolas más importantes, y entre las cien mejores del mundo. ¿Cuáles son las áreas de la Tierra en las que su trabajo fructifica con mejores resultados?

Bueno, es un proceso lento. Como he comentado ya estamos en proyectos de malaria muy importantes en muchos países africanos, en Colombia, México, Ecuador, Paraguay, Bolivia, Chile y Brasil donde vamos a empezar con un programa muy grande. En Asia, con la OMS en Bangladesh y Nepal. Ahora nos están pidiendo hacer proyectos en Afganistán, Pakistán e India. En Irán hemos trabajado y somos de gran importancia en Emiratos Árabes porque todas las alcantarillas de Abu Dabi se tratan con nuestra tecnología para el control de cucarachas. En un estudio se descubrió que ya en 38 meses 22.000 alcantarillas carecían de la presencia de cucarachas.

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