Un vecino de Santa Cruz de La Palma, David García, ha presentado una querella contra la titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de dicha ciudad por un presunto delito de prevaricación. El motivo es que dicho ciudadano lleva más de nueve meses investigado por un caso de violencia de género sobre su expareja. Y después la víctima lo denunció por quebrantamiento de condena a raíz de unos insultos que no han sido corroborados por alguna prueba o un testigo, según fuentes jurídicas cercanas a la defensa.

La denunciante expuso ante el Juzgado que había nueve testigos que podían acreditar sus explicaciones. Sin embargo, hasta ahora, al acusado no le consta el nombre de ninguno de ellos. Como medida cautelar, la mencionada jueza ordenó poner al acusado una pulsera telemática que se activa cuando el hombre está a menos de 100 metros de su expareja y que alerta a las fuerzas de seguridad, concretamente a policías nacionales adscritos al proyecto Cometa .

David García recuerda que la causa en la que está implicado no ha sido declarada compleja, es decir, que su instrucción tendría que haber durado, como máximo, seis meses. Sin embargo, ya lleva más de nueve sin avances significativos y con una medida cautelar que se fundamenta de forma exclusiva en el testimonio de la denunciante. Durante ese tiempo, las únicas personas que han declarado en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Santa Cruz de La Palma han sido el acusado, la víctima y la madre de esta.

Media vuelta

Respecto a la progenitora de la mujer, explicó en sede judicial que en una ocasión ella y su hija se cruzaron con el denunciado, pero que este, al verlas, dio la media vuelta y se alejó de ellas. Es decir, que no trató de aproximarse intencionadamente a la víctima, sino todo lo contrario. Uno de los problemas a los que se enfrenta David García es la superficie de Santa Cruz de La Palma. Con una población de unos 15.000 habitantes, tiene claro que no puede moverse por media ciudad, porque suena la pulsera. De hecho, asevera que le suena hasta cuando se halla en el interior de su vivienda. En ese sentido, siente que tiene una gran limitación de movimientos. Hasta ahora, la pulsera ha sonado en un centenar de ocasiones y muchas de ellas cuando se encuentra en su dormitorio.

Pintada con la letra "Z"

Uno de los argumentos esgrimidos por la expareja ante la autoridad judicial fue que en una ocasión apareció la letra "Z" pintada en la fachada del edificio en el que reside. Sin embargo, según explican fuentes jurídicas del entorno de la defensa, la mujer no pudo explicar por qué creía que dicha palabra se refería a ella, ya que, por una parte, en el inmueble residen otros vecinos y, por otro, ni la denunciante ni otros ciudadanos del lugar pudieron ver a la persona que pintó la letra.

El entorno jurídico de David ha presentado dos escritos de impulso procesal ante el referido juzgado en los que reclama la retirada de la pulsera telemática. Uno de tales documentos se interpuso el pasado 18 de octubre y el otro, el 19 de noviembre. En ambos expuso que no existen pruebas que acrediten los hechos denunciandos. Además, refieren fuentes del entorno del investigado que tampoco hay líneas abiertas de instrucción que lleven a una posible ratificación de pruebas. Hasta ahora, ninguno de escritos ha sido respondido por la jueza.

El hombre denunciado considera que desde marzo lleva una vida insoportable, a pesar de que tiene concedida la custodia compartida de sus dos hijos, de 14 y 11 años de edad, con los que reside de forma periódica. Explica que lo que tiene que padecer desde hace diez meses es "peor que un infierno". Asegura que una medida cautelar que debía durar seis meses se ha prolongado más de nueve, sin pruebas sólidas. Lamenta que la jueza que lleva su asunto solo "ha empezado a moverse" en las últimas semanas, al ser consciente de que la habían denunciado.

La pulsera no para de sonar

Indica que, al residir en una ciudad como Santa Cruz de La Palma, para realizar un trayecto que en condiciones normales duraría tres minutos, ahora debe coger una ruta en la que tarda 15. La pulsera le suena cuando está en su propia vivienda, es decir, sin que haya realizado el mínimo movimiento para intentar aproximarse a su expareja. Y dicho instrumento se activa a las dos y media o las cinco de la madrugada, cuando duerme en su cama. Advierte de que esta situación resulta más complicada si esa noche sus hijos se quedan con él. Entonces, como es preceptivo en estos casos, agentes de la Policía Nacional destinados en el proyecto Cometa le explican: "¡Caballero, está usted en zona de exclusión!". Si se desplaza unos metros para evitar despertar a alguno de sus hijos, los funcionarios se lo advierten y él tiene que aclarar por qué se ha movido en apenas 30 segundos.

Desde que tiene el instrumento no puede acudir al cine en la capital palmera, ya que las salas de proyección se hallan también en zona de exclusión. Y si pasa por la Avenida Marítima también suena, por lo que tiene que circular muy rápido por dicha vía. En caso de que necesite ir a su sucursal bancaria sin tener problema alguno debe recorrer seis kilómetros. Y, más de una vez, dentro de un supermercado ha tenido que abandonar el carro lleno de comida y salir corriendo porque su expareja entra en el establecimiento. Y otra de las curiosidades es que le ha sonado durante una breve estancia en el barrio de El Toscal, en Santa Cruz de Tenerife. Y así se lo ha explicado a los agentes de la Policía.

Desde su punto de vista pasa por estas y otras situaciones "sin que se haya constatado una prueba, ni un insulto ni una agresión" a la denunciante. Entre la documentación que David García ha planteado ante la autoridad judicial figura un correo electrónico en el que la denunciante afirma: "Sabes lo que puedo hacer y si tengo que hacerlo otra vez lo haré... Me van a creer a mí y será tu problema, porque la Policía me creerá a mí, así que calladito porque coges celda".