Jesús escuchó los gritos desesperados de su vecina Paqui. No se lo pensó dos veces: saltó la valla de la casa y entró en ella entre las llamas y el intenso humo. El marido había incendiado una habitación y había encerrado a su mujer dentro. Cuando llegó Jesús el hombre estaba sujetando la puerta para que no saliera pero lo apartó de un empujón y pudo sacarla. Con la ropa, el pelo y parte del cuerpo chamuscados pudo escapar de una muerte segura porque se había utilizado un acelerante para que el fuego se expandiera rápidamente. Al hombre detenido no le frenó ni tener la Jefatura de la Policía Local de Castilleja de la Cuesta (Sevilla) enfrente. Fuera de la casa, auxiliada por varios vecinos, Paqui relataba el infierno vivido: "Mi marido me ha echado gasolina y me quiere quemar". Todo el pueblo agradece a Jesús su valentía porque salvó la vida de su vecina, aunque ella sufrió quemaduras y una intoxicación por inhalación de humo.