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Entrevista | Aurora Astudillo González

"Me conmuevo y hablo con cariño a los muertos cuando les hago la autopsia"

"La autopsia está muy denostada, pero te da la visión completa de los padecimientos de un paciente", afirma la médico de Anatomía Patológica

Aurora Astudillo, en su despacho. MIKI LÓPEZ

La mayor parte de la gente conoce las autopsias a partir de películas o novelas. ¿Cuál es la realidad?

Hacemos autopsias los forenses y los patólogos. Yo soy patólogo, aunque hasta en mi familia hay quien sigue liándose. Los médicos forenses buscan causas de muerte por si hay alguna intención dolosa o de carácter médico-legal. En ese campo, la palabra del forense prevalece sobre la de cualquier otro desde el punto de vista legal.

¿Eso significa que el forense está más capacitado?

Eso significa que tienen más experiencia que nosotros a la hora de determinar las causas de una muerte. Y cada vez están mejor formados. Entre los forenses que conocí hace años y los que conozco ahora hay una diferencia abismal. Un informe forense hay que tomarlo en consideración porque es un documento serio y cualificado. Pero los patólogos no buscamos esos aspectos. Es más, si vemos algo que tiene concomitancia médico-legal, nos paramos y lo ponemos en conocimiento de la autoridad competente.

¿ Y cómo es la autopsia que realiza el patólogo?

Nosotros vemos en la autopsia todo el recorrido de la enfermedad en el paciente. Sobre todo ahora que hay tanto especialista y que el saber médico está muy parcelado. De repente, llega alguien que resume todo lo sucedido a ese paciente.

El patólogo aporta una visión integral...

Claro, hacemos un resumen, vemos qué problemas tuvieron los médicos que a lo largo de los años atendieron a ese paciente, qué preguntas pudieron y no pudieron responder... Ves todo eso y puedes hacer todo el cronograma de los padecimientos de ese paciente. Y eso es utilísimo.

¿Qué sucede si aparece algo muy inesperado?

Pues que cerramos el caso y se lo damos a otro médico que no conozca el caso, para que establezca su propia historia sin contaminaciones. La última vez que nos sucedió no pudimos avanzar, porque la familia del paciente se negó a seguir esperando por el informe.

Haciendo una autopsia se aprende mucha medicina?

¡Claro! Pero la manera de aprender es confrontar la autopsia con la historia clínica. Eso se llama correlación clínico-patológica. Lo que pasa es que la autopsia está muy denostada...

¿Por qué?

Porque lleva tiempo: te vistes de buzo y te echas tres horas tranquilamente. Muchas veces queda en manos de la persona menos cualificada, que no dispone de una adecuada supervisión, y se convierte en un trámite. Eso debería evitarse. Debería volver la pasión por las cosas bien hechas. Lo ideal sería, como control de calidad, hacer la autopsia al veinte por ciento de las personas que mueren en un hospital.

La especialidad de anatomía patológica es muy desconocida.

Desde el tercer año de carrera me fascinó. Eso de ver en detalle los porqués de lo que sucede en nuestro cuerpo, la explicación profunda de cómo enfermamos... no me diga que no es retador y atractivo. Hoy sigo opinando que, si bien los cambios bioquímicos pueden preceder a la repercusión morfológica sobre las células y los tejidos, no hay ningún daño bioquímico de relevancia que no sea puesto en evidencia en la observación microscópica. Y esta puede dar mucha información complementaria.

¿Estima que, además de desconocida, está infravalorada?

Por supuesto. Somos los grandes desconocidos. Pocos saben que el 70 por ciento de las decisiones médicas se basan en los resultados de un estudio anatomopatológico, en lo que hacemos a diario al microscopio.

¿Cuánta importancia tienen los anatomopatólogos en los hospitales?

Para tratar una enfermedad hay que diagnosticarla. Y los diagnosticadores somos varios especialistas: patólogos, bioquímicos, radiólogos, hematólogos, genetistas y microbiólogos. Pero sólo el patólogo da la medida precisa de la gravedad o levedad de un proceso patológico y aporta la información de en qué fase evolutiva se encuentra.

¿Echa de menos el contacto directo con el paciente?

No. Los veo y hablo con ellos cuando les hago las punciones, me conmuevo y hablo con cariño a los muertos cuando les hago la autopsia. Suficiente.

¿Es posible emocionarse al realizar un estudio de su especialidad?

¡Por supuesto! Esto sucede con frecuencia, cuando das con una clave diagnóstica difícil, o cuando la belleza de una imagen al microscopio te deslumbra.

¿Cuál es la mayor sorpresa que se ha llevado en su carrera?

Pues fue el primer año de residencia, cuando hice el estudio macroscópico de una gestación abdominal: el estudio de una placenta a término anclada no en el útero, sino en un paquete de asas del intestino delgado.

¿En torno a qué enfermedades ha progresado más la anatomía patológica?

Las neoplásicas, sin duda. O sea, los tumores.

¿Cómo incide su especialidad en el avance de la lucha frente al cáncer?

Está presente a dos niveles: en la investigación básica, pues demuestra al microscopio que las cosas suceden a nivel celular y tisular tal como los datos bioquímicos indican. Y a nivel clínico, porque da una visión objetiva de qué tratamiento se necesita y si ha sido eficaz, a través del estudio de citologías, biopsias, piezas quirúrgicas, autopsias...

¿El avance de la especialidad está muy vinculada al desarrollo tecnológico o también a los conocimientos del organismo humano?

A ambos. No hay avances sin el mejor conocimiento de los porqués que aporta la investigación básica. Y, sin duda, el espectacular avance tecnológico es lo que ha puesto a la medicina en el alto nivel que ocupa. Debo decir que el mayor avance en patología se produjo en los años 80 del pasado siglo, cuando la inmunohistoquímica nos permitió identificar al microscopio con precisión algunos tipos de proteínas.

¿Hay sobredemanda de pruebas de anatomía patológica?

Bueno, no sé si es una sobredemanda, pero desde que existe la especialidad de Digestivo y las endoscopias, las biopsias de digestivo han pasado a ser un tercio de nuestra actividad total. Y dado que no hay patólogos especialistas suficientes y la plantilla la tenemos incompleta, nos agobia tremendamente la demora diagnóstica que esta sobrecarga causa y que sólo podemos paliar trabajando de tarde. Y, aun así, no damos cumplimiento a los tiempos que los pacientes merecen.

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