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Ciencia

El retroceso de los sebadales amenaza una comunidad de peces única en el mundo

La tesis del investigador del Instituto Ecoaqua Fernando Espino registra 62 especies que se crían en estos ecosistemas marinos, de las que 40 tienen gran interés pesquero

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Fernando Espino, biólogo marino del Instituto Ecoaqua de la ULPGC

El retroceso entre el 40 y 60% de los sebadales canarios pone en peligro la comunidad de peces que habitan en los mismos, única en el mundo, formada por más de 62 especies diferentes. Su riqueza y singularidad obedece a la posición geográfica del Archipiélago, donde confluyen desde especies tropicales procedentes de África hasta endémicas de Canarias y la zona de la Macaronesia, y otras templadas del Mediterráneo. Esta es una de las conclusiones de la tesis doctoral de Fernando Espino, investigador del grupo en Biodiversidad y Conservación (Biocon) del Instituto Universitario de Acuicultura y Ecosistemas Marinos Sostenibles (IU-Ecoaqua), de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

El área de distribución de los sebadales se extiende desde el conjunto del Mediterráneo, sur de Portugal y noroeste de África hasta Senegal, Madeira y Canarias. "Cuando analizamos la comunidad de peces vemos que la de Canarias es muy diferente a las demás, única en todo el área de distribución", indicó Espino, especialista en Biología Marina, máster en Medio Ambiente en la especialidad en Gestión de Espacios Naturales Protegidos, máster en Gestión Costera y doctor en Ciencias del Mar. "En estas praderas de fanerógamas marinas conviven desde especies tropicales habituales de África, que compartimos con el oeste tropical africano, como el tamboril, el gallito verde de gran interés pesquero, el pez trompeta o el sargo amarillo; especies de Canarias como el romero, fula negra o gallinita, exclusivas de los archipiélagos macaronésicos; hasta otras templadas compartidas con el Mediterráneo, como la mojarra, sargo amarillo o romero mediterráneo".

Protección

Según apuntó Fernando Espino, este mestizaje único de especies ya de por sí evidencian la necesidad de proteger los sebadales canarios, de los que han desaparecido más de la mitad en la última década. Sin embargo, asegura, el valor de este ecosistema va más allá, porque sirven como protección de especies de alto valor pesquero para las Islas, según recoge la tesis doctoral. "De las 62 especies de peces que hemos registrado en los sebadales canarios, 40 tienen interés pesquero, y de esas 40 prácticamente la totalidad crían en los sebadales. Una vez abandonan el estado larvario, van a refugiarse entre las plantas y allí obtienen también su alimento. De forma que las fases más críticas para su crecimiento -alevines y juveniles-, cuando más vulnerables son a la predación, la pasan en los sebadales, que son su guardería" apuntó el investigador de la ULPGC.

Con la desaparición de estas praderas, también desaparece la posibilidad de refugio de estas especies, que se ven expuestas a ser el alimento de cualquier animal, de forma que no alcanzan sus estadios adultos, lo que significa una merma para el sector pesquero. "Hablamos de salmonetes, chopas, sargos, gallitos, besugos, brecas... especies que comemos en las cofradías, en los restaurantes, el pescado fresco de costa, que en su gran mayoría se cría en los sebadales".

Otro de los aspectos que se estudiaron en la tesis es la variabilidad de estas praderas en el Archipiélago, distintas estructuras según los factores geográficos de cada zona, que albergan diferencias en la comunidad de peces entre unas y otras. "En las praderas que están en una bahía muy protegida, normalmente las plantas crecen mejor porque tienen más estabilidad, y encontramos sebadales con mayor densidad de plantas, mayor altura de hojas, y más estables en el tiempo", indicó Espino, poniendo como ejemplo, la pradera de Playa del Inglés, una de las más estables y ricas, las de La Entallada en Fuerteventura y Los Pocillos en Lanzarote.

Por el contrario, hay zonas del este, donde las praderas están más expuestas al oleaje, las corrientes y el movimiento de los sedimento, que están más fragmentadas y las plantas tienen más dificultades para crecer.

Este estudio refuerza la necesidad de protección de un ecosistema tan importante como son los sebadales, que desde 2016 se encuentran incluidos en el catálogo nacional de especies amenazadas, en la categoría de vulnerable. De acuerdo con la legislación vigente, dicha protección implica la redacción y aprobación, por parte de la administración, de un plan de conservación. "Dicho plan, que aún no se ha aprobado, está en fase de elaboración, debe recoger la estrategia para conservar estos ecosistemas".

Una de las líneas de investigación en la que va a trabajar el investigador de Ecoaqua Fernando Espino es en el desarrollo de mecanismos y métodos para la recuperación de las zonas que han sufrido impacto a consecuencia de la mala gestión de la costa, desde vertidos, zonas de fondeo de barcos encima de las praderas, puertos... "Hay zonas donde sabemos que antiguamente había sebadales, y vamos a intentar desarrollar técnicas para recuperarlas, aunque es complicado", concluyó el investigador asociado al Instituto Universitario Ecoaqua.

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