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La genética se suma al rescate de la lapa majorera

La ULPGC lidera un proyecto para secuenciar el ADN de esta especie en peligro crítico de extinción, cuya única población se reduce a Jandía

La investigadora Nieves González, en la sede del Banco Genético Marino de la Macaronesia, con sede en la ULPGC. JUAN CASTRO

Cada vez más la genética se revela como una herramienta para luchar contra la extinción de especies amenazadas. Es el caso del proyecto de investigación que lidera la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cofinanciado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través de la Fundación Biodiversidad, titulado SNPs4candei - Diversidad genética de las poblaciones de Patella candei. Bases genómicas para el manejo, gestión y conservación del recurso. La ciencia se suma así a la estrategia del Gobierno de Canarias para salvar a la lapa majorera, una especie en alto riesgo de desaparición, que ya sólo se localiza en un área muy restringida de Fuerteventura, en Jandía.

"El proyecto tiene el acrónimo del término genético SNPs4, una herramienta molecular que se utiliza para trabajar secuencias, una parte del genoma de los organismos y a partir de eso hacer análisis genéticos, para ver el flujo génico que existe entre las poblaciones de esta especie. Vamos a utilizar herramientas moleculares para establecer el estatus taxonómico que tiene la población de lapas en Fuerteventura, la única en Canarias, y como está relacionada con la que existe en Islas Salvajes. Los resultados ayudarán a establecer una nueva estrategia de conservación para esta especie, que sea implementada en el plan de recuperación del Gobierno de Canarias".

Así lo indicó Nieves González, profesora del Departamento de Biología de la ULPGC e investigadora principal del estudio, en el que participan también, en la parte científica, la Universidad de Santiago de Compostela y el Instituto Español de Oceanografía (IEO) a través del Centro Oceanográfico de Canarias; por parte de la Administración, técnicos de la Viceconsejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias, competente en la conservación de la Biodiversidad; y la Federación de Pescadores de Las Palmas que representan al sector extractivo.

La lapa majorera, clasificada dentro del complejo Patella candei, constituye un recurso histórico, tradicional y un endemismo de la biodiversidad del Archipiélago canario. Aunque se considera la misma especie que está en Islas Salvajes -aspecto que se comprobará también en el estudio-, actualmente las únicas poblaciones que existen en Canarias se reducen a una zona muy concreta en Jandía, por lo que Fuerteventura es portadora del último reducto de este endemismo.

Hasta ahora, su protección y el manejo de sus poblaciones se han visto obstaculizadas por la falta de consenso sobre su posición taxonómica y rango de distribución. En la actualidad, diversos enfoques ecológicos, morfológicos y moleculares no han permitido un consenso acerca de las significativas unidades evolutivas que compondrían el complejo Patella candei, de ahí la importancia del proyecto.

Por parte de la ULPGC, los trabajos que desarrollan Nieves González y José Antonio González, se centran en la parte molecular del estudio, en extraer el ADN de los organismos. "No podemos trabajar con la especie al estar protegida, pero disponemos de muestras conservadas desde hace años en el Banco Genético de Organismos Marinos de Macaronesia con sede en esta Universidad". Disponen de tejidos y ADN para este estudio científico, de dos años de duración".

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"El análisis de una representación reducida de su genoma proveerá marcadores altamente resolutivos para resolver cuestiones fundamentales para la implementación con garantías de iniciativas para la conservación de esta especie, protegida en el catálogo nacional (2011) y a nivel de Gobierno Autónomo (2010). Hay también una prohibición de captura desde el año 2004", apuntó Nieves González.

Gustavo González Lorenzo, investigador del Centro Oceanográfico de Canarias del IEO, especialista en taxonomía clásica, ecología y biología de esta especie, es el responsable del seguimiento de las poblaciones de Fuerteventura, para determinar cuál el estatus de la especie. "Mi principal función es asegurarnos que lo que se va a analizar desde el punto de vista molecular o genético, es lo que queremos analizar, porque siempre, con esto, ha habido una gran confusión. Intento separar e identificar exactamente lo que vamos a analizar para que los resultados sean fiables", apuntó el investigador, que valida morfológica y ecológicamente la materia que se va a secuenciar, dado que existen cuatro especies distintas.

Gustavo González lleva muchos años estudiando las especies de lapas en Canarias y en la Macaronesia. Fruto de este conocimiento, es el responsable del diseño de una técnica para trasladar las lapas a otras zonas de Fuerteventura, a partir de las poblaciones que están acantonadas en la esquina sur de la isla. El objetivo es generar nuevos núcleos de población en otras partes de la isla que regeneren las que antaño vivían allí. "Es muy importante definir muy bien qué especie es, y las relaciones que puedan haber entre las poblaciones de Salvaje y las de Canarias, los únicos lugares donde consideramos que vive esta especie. Una de las posibilidades que se barajan es, si el núcleo de Salvaje está mucho mejor, recuperar las poblaciones en mal estado de Canarias a partir de las de Salvaje. Pero para eso también el proyecto tiene que aclarar exactamente la relación que hay entre ellas, cuáles son los flujos genéticos y si puede ser una buena estrategia para que la especie no se extinga", subrayó.

Diagnóstico

El investigador del IEO también es el encargado del seguimiento de las poblaciones dentro del plan canario de protección de la lapa majorera, a través del cual se ha constado que todas las poblaciones que habían fuera de la península de Jandía han desaparecido, fundamentalmente por el impacto del marisqueo.

"El retroceso es más que alarmante, con los números que tenemos estamos hablando de casi una especie extinta. Las poblaciones de estas especies de animales con poca movilidad necesitan de una distribución geográfica y de un número de individuos crítico para determinar si aún hay posibilidades de recuperarse, y la lapa majorera está ya en la zona crítica".

Gustavo González confirmó que las poblaciones están formadas por un número muy bajo de ejemplares y, para mayor riesgo, están acantonadas en un espacio reducido. "Como ejemplo del grado de peligro que conlleva el reducido ámbito geográfico que ocupa, podríamos decir que si ocurriera un derrame de petróleo en la zona, se acabó la especie".

Sobre los primeros resultados del plan canario de recuperación, puesto en marcha en 2015, asegura que si bien se ven efectos positivos, "hay que ajustarlo para maximizar esos resultados, porque en algunas estaciones que se muestrean ha habido un cierto grado de recuperación, pero en otras no, el resultado es dispar".

Gustavo González, no obstante advirtió de la importancia de la investigación para avanzar en la protección de una especie de la que se tiene un conocimiento muy limitado. "Una de las cosas a las que nos exponemos los que trabajamos en estos temas es que se te pide dar respuesta urgente a las poblaciones de una especie sobre las que se sabe muy poco. A veces, inferir cosas a través del seguimiento que tu le haces a esta poblaciones en dos años casi raya la elucubración. Estamos en una fase preliminar, y tenemos que aunar la forma de gestionar estas cosas y los avances que hemos hecho sobre el conocimiento de las poblaciones, para ajustar el plan en lo medida de lo posible".

Rogelio Herrera y Juan Martínez, técnicos del Servicio Biodiversidad de la Dirección General de Lucha contra el Cambio Climático y Medio Ambiente, responsables del plan de recuperación de la lapa majorera, destacan también la importancia del estudio genético de la especie, en cuanto a que aportará soluciones y herramientas para adecuar el plan, modificarlo o mejorarlo.

"El plan está diseñado y aprobado desde 2015, y cada cinco años se revisa. Según los resultados, se pueden ir modificando las acciones con el fin de garantizar la supervivencia de la especie, ya que el objetivo último es que deje de ser necesario el plan, que la especie mejore su situación de conservación. Este tipo de proyectos posibilita ir adaptando las decisiones y medidas que se toman para proteger la especie en pos de optimizar recursos y esfuerzos", indicó Juan Martínez.

El principal objetivo de la estrategia del Gobierno de Canarias es conservar la actual población de la lapa, y evitar su extinción, dado su alto riesgo de extinción. Además de las acciones para eliminar las presiones y los riesgos que tiene, principalmente por el marisqueo, para lo que se incide mucho en concienciar e informar a la población; hay un seguimiento de la especie y un plan para diseñar un protocolo de traslocación de ejemplares. "Es un plan estricto porque establece un régimen de precauciones y de acciones muy intenso. De lo que se trata es de eliminar el riesgo que hay porque están todas las lapas acantonadas en la zona de Jandía, tras extinguirse en el resto de la isla", subrayó Rogelio Herrera.

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