Los positivos por coronavirus en Tenerife se encuentran aislados en la planta de Medicina Interna del Hospital Universitario Nuestra Señora de Candelaria. Los cuatro ciudadanos italianos permanecen en un área acotada del primer piso de la Torre Norte del complejo sanitario metropolitano desde las últimas horas de la noche del pasado lunes.

Esta zona de aislamiento, localizada en el fondo de uno de los pasillos, se abre específicamente para casos excepcionales. La última vez que se usó con unas medidas tan restrictivas fue en octubre de 2014, coincidiendo con el ingreso de un voluntario en África que volvió a Tenerife con síntomas de ébola, pero al que finalmente le diagnosticaron malaria. Hace unas semanas dio la orden de que se volviera a habilitar -el protocolo exige vaciar ese espacio para desinfectarlo- al concretarse en San Sebastián de La Gomera el primer caso de coronavirus en España. La Candelaria es el hospital de referencia de la Isla Colombina y se activó este protocolo ante la posibilidad de que el alemán contagiado tuviera que ser evacuado a Tenerife. Tras una primera valoración se determinó que su traslado en helicóptero podía suponer un riesgo mayor que el hecho de tratar al virus en el hospital gomero.

A pesar de que esta alerta se resolvió sin tener que movilizar a personal de La Candelaria, varios profesionales del complejo sanitario santacrucero comenzaron a recibir los cursos de reciclaje habituales que se imparten para los sanitarios que tienen que tratar con pacientes en aislamiento.

Un grupo sanitario pequeño

Los profesionales de la planta de Medicina Interna de La Candelaria están acostumbrados a lidiar con unos diagnósticos extremos. De hecho, muchas veces combaten unas bacterias multiresistentes que son más agresivas que el coronavirus. En la unidad de aislamiento va a trabajar un equipo reducido formado por médicos, enfermeros y técnicos. El objetivo en estos casos es cerrar el círculo con el menor número de sanitarios, aunque eso no significa que no pueda ampliarse debido a una complicación del estado de salud del paciente.

El protocolo, al margen de una perfecta coordinación de todo el equipo, exige cumplir unas medidas de seguridad antes de entrar en contacto con el enfermo. La higiene (lavado de manos) y la protección son dos de las reglas que más se subrayan a la hora de informar de las pautas a seguir en cada visita a la habitación: hay que ponerse mascarillas, un traje con doble forro y unos botines especiales que impidan que queden zonas desprotegidas. Las revisiones, el reparto de comidas y las atenciones que soliciten los aislados se realizan como cualquier otro paciente, aunque bajo un protocolo inflexible.