Hablar de música punk a unas adolescentes es como mencionarles las cabinas telefónicas o el vídeo VHS, pero por suerte la vieja máxima del hazlo tú mismo sigue vigente. Anna Liñán, Júlia Lucas, Núria Costa y Alba Muñoz, alumnas de cuarto de ESO del Institut Martí Dot de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), decidieron que no estaban dispuestas a seguir soportando los comportamientos machistas que detectaban en su entorno. Tampoco les encajaba del todo la ayuda que recibían de los adultos y, por eso, pasaron a la acción. El resultado ha sido la creación del primer Punto Lila en un instituto de Catalunya.

Ellas representan a un colectivo de jóvenes que se muestran más concienciadas que nunca, si bien parece que a sus compañeros (y compañeras) de generación no les preocupa demasiado el tema. De hecho, las encuestas reflejan que más del 55% no encuentran que exista ningún tipo de desigualdad de género. “El nivel de concienciación es muy bajo; hay muchas situaciones, bromas y palabras machistas que se han normalizado”, explican.

En el día a día

Es por ello que consideran básico que la lucha por la igualdad empiece en el instituto: “Es aquí donde nos pasamos más tiempo, y también donde vivimos más situaciones de machismo y de sexualización de nuestros cuerpos”. Puede ser algún chiste fuera de tono, gestos, risas, comentarios sobre su forma de vestir, que su pareja quiera acceder a su móvil… “Algunos tienen tan interiorizado que no es nada malo que se piensan que a nosotras nos gusta, como si la intimidación fuera una forma normal de ligar”, relata Júlia Lucas. Nuevos estereotipos que conviven con los de siempre. “Incluso hay cosas que a nosotras mismas nos parecían normales y ahora nos hemos dado cuenta de que no, como considerar que los celos son una prueba de amor en una relación”, añade Alba Muñoz.

Música y redes, en contra

A la hora de analizar el porqué de situaciones así se deben tener en cuenta muchas variables, desde la educación que reciben en casa hasta los roles de género. “Hay muchos micromachismos que vienen del pasado y la gente no es consciente de ellos... o sí”, remarca Núria Costa. Pero si hay algo que realmente pesa a los 15 años de edad es la música y las redes sociales. “No nos ayudan para nada en lo que estamos intentando construir”, lamentan, a la vez que confiesan que ellas también escuchan canciones con letras machistas y que están enganchadas a Instagram. La adolescencia es compleja, sin duda.

“La influencia de la música es muy bestia. Las canciones que ponen en la discoteca ya incitan a los chicos a actuar de una manera determinada. Pero también es culpa nuestra, porque nosotros mismas las cantamos”, reflexiona Anna Liñán. Y ante ello, no son partidarias tanto de dejar de escuchar según qué estilos musicales, sino de trazar un límite claro: “Lo que dicen esas letras no es real, como tampoco lo son las películas en las que se mata a un montón de gente. O el porno, claro”. Como tampoco es real la imagen que se transmite en las redes sociales, que “nos hacen creer que si no respondemos a unos determinados estereotipos no lo estamos haciendo bien”.

Las cuatro alumnas del Institut Martí Dot no piden ningún esfuerzo extraordinario, sino algo tan simple como un poco de empatía. “Es tan fácil como ponerse en nuestro lugar. En el caso de una canción machista, o una situación de abuso, cámbiale el género a la protagonista, imagina que eres tú quien lo está sufriendo”, apunta Júlia. Y Alba lanza una pregunta cuando todas aseguran sentir miedo al volver solas a casa cuando oscurece: “¿Por qué se nos educa a nosotras en ir con cuidado y ser precavidas y no a ellos a respetar a las mujeres?”.

En este sentido, remarcan el apoyo de sus familias, pero a veces el miedo pesa mucho más. “Tus padres te piden que no te vistas de una determinada manera, pero no lo dicen porque no confíen en ti, sino porque no pueden controlar lo que pasa fuera”, comenta Anna. Algo que les indigna porque, de nuevo, se sienten atacadas por una sociedad que las somete a una sexualización constante. Pero están dispuestas a luchar, empezando en el instituto y a lo largo de los próximos años. Y cada vez tienen las cosas más claras. “Nunca saldría con un chico que no fuera feminista”, asegura Júlia y las demás asienten. Así es como se empiezan a cambiar las cosas.