La actitud es importante para superar cualquier escollo. Si bien, ser fiel a las propias emociones, sean positivas o negativas, es imprescindible para vivir cualquier desafío de una manera sana. Gracias al acompañamiento psicológico, Paula Fuentes -diagnosticada de cáncer de ovarios hace algo más de dos años- ha aprendido a naturalizar sus sentimientos y a gestionar su manera personal de vivir la enfermedad. Casi desde el primer momento, contó con el apoyo de una profesional que le abrió el camino para asumir su realidad y para digerir las dificultades, las frustraciones y las situaciones de aprendizaje que se ha ido encontrando a lo largo de un proceso largo y lleno de incertidumbres.

La psicóloga que ha servido de apoyo para Fuentes es Laura Perdomo, psiconcóloga del Programa de atención integral a personas con enfermedad avanzadas de la Obra Social "laCaixa, integrada en la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Doctor Negrín. Perdomo explica que ante cualquier diagnóstico o situación difícil, las personas tienen un proceso de adaptación a esa realidad. "Pasa por el miedo, la inquietud, el malestar, el dolor... Simplemente son etapas y hay que permitirse estar triste y vivir el dolor o la rabia", detalla la psicóloga.

Sin embargo, la sociedad empuja a los pacientes con cáncer a vivir su patología desde la perspectiva de la valentía y la fuerza que, si bien, no es negativa, tampoco es única. Hay otros, como Fuentes, que prefieren asimilar los claros y los oscuros de su enfermedad. La psicóloga aclara que no se trata de una crítica, sino de normalizar los diferentes modelos y diferentes realidades, que al no ser "socialmente positivos son más difíciles de compartir".

Al buscar información sobre cómo afrontar el cáncer, solo encontraba contenido en las redes en los que parecía que "tenía que estar agradecida por tener cáncer". La palabra valiente, sostiene Fuentes, "hace mucho daño", porque "por tener cáncer no tengo que ser valiente, son dos conceptos que no van unidos". En este sentido, no se define como una mujer valiente, sino sobreviviente, porque considera que no hay otro camino. "Es como si entras en el burladero de una plaza toros, no hay más que una vía y sin puertas alternativas", explica Fuentes. En este sentido, reclama que también se aborde, de forma natural, la tristeza, el llanto desconsolado o los ataques de pánico. "Siempre hablan de lo bueno a través del cáncer, pero no quiero que nadie piense que por haber vivido un cáncer eres mejor persona. Yo soy la misma que era y tengo los mismo valores de antes", certifica.

"Te dicen que gracias al cáncer has aprendido a valorar y no es cierto. Yo ya valoraba las cosas antes porque tenía una vida maravillosa y la disfrutaba con mis hijos, mi pareja y mis amigos", afirma tajante Fuentes, quien añade que el cáncer no le ha aportado nada. Lo que sí reconoce es que ha logrado aprender a vivir dentro del cáncer y dentro del dolor.

"Llorar no es negativo"

A lo largo de ese camino, hay momentos de fragilidad y otros de fortaleza. Por esto, la psicóloga destaca la importancia de que los pacientes "se permitan" estar tristes y vivir el dolor o la rabia. "El hecho de llorar o sentir enfado no es negativo, es adaptativo a la realidad", aclara Perdomo.

Después de dos tratamientos de quimioterapia y una operación en la que le extirparon el útero, los ovarios y la matriz, Fuentes reconoce que el momento más difícil fue comunicarle la enfermedad a sus tres hijos. "Cuando lo tienes tú es tuyo y lo puedes gestionar, pero cuando se lo dije sabía que la preocupación se iba a ampliar y te tienes que ocupar de tu cabeza y de la de todo tu entorno", recuerda.

Como consecuencia de su terapia oncológica perdió el pelo y aumentó su volumen corporal. Esto supuso que ella llegara a no reconocerse e, incluso, evitara mirarse en el espejo. "Es como encontrarte cada mañana con alguien que no eres tú", rememora Fuentes, quien lamenta que su vida se trasformó radicalmente y pasó de "trabajar mucho y muy rápido a estar en la cama o en el sillón".

El apoyo de la familia, especialmente de su pareja, Toni, ha sido fundamental para Fuentes. Las largas horas de quimioterapia, las incontables visitas a los médicos y a los psicólogos hubieran sido imposibles sin el soporte de sus seres queridos. "Tengo que agradecer a la empresa de mi marido la flexibilidad que le ha dado para que pudiera estar conmigo en todo momento", señala Fuentes, quien se muestra orgullosa porque todos sus familiares se han implicado "a su manera". Es concreto, recuerda con especial cariño la participación de su nieta de diez años que, a pesar de su corta edad, desde el principio del tratamiento le mostró su apoyo y ha estado al tanto de la realidad que vive su abuela.

"Cuando yo me vaya, que me voy a ir, quiero que ellos estén bien", afirma con Fuentes con naturalidad y asegura que cuando llegue el final de su vida ella sabrá gestionarlo, pero quiere que sus familiares vivan ese momento tranquilamente. "Quiero que me dejen ir, porque lo que me faltaba es que encima de que te estas muriendo no te dejen ir, necesitas que los que estén a tu lado estén tranquilos, porque es un momento muy complicado", asevera.

El Programa para la atención integral a personas con enfermedades avanzadas de "laCaixa" atendió el año pasado en la provincia de Las Palmas a 3.239 pacientes y a 5.338 familiares. Este servicio lo ofrece a través de la Fundación Canaria Instituto de Investigación Sanitaria de Canarias. El objetivo es dar a los enfermos y a sus seres queridos una atención cálida y personalizada, basada en el apoyo emocional, social y espiritual, que complemente la labor de las unidades de cuidados paliativos.