La recomendación, ayer, del ministro de Sanidad, Salvador Illa, de evitar los viajes si no son imprescindibles impacta directamente contra el turismo, actividad que alimenta en más de un tercio la economía del Archipiélago. Maltrecho pero en vías de recuperación por la quiebra de Thomas Cook a las puertas del inicio de la temporada alta o el cierre de las bases de Ryanair en enero, el negocio alojativo se enfrenta ahora a una Semana Santa de camas vacías. Además, quienes trabajan en este ámbito afrontan la incertidumbre de saber qué ocurrirá con sus empleos.

Cuatro de cada diez ocupados de Canarias desarrollan su labor directa o indirectamente en el ámbito turístico. Los primeros afectados serán los eventuales, cuyos empleos dependen del volumen de clientela. El mercado peninsular arrancó este año con un descenso del -11,3% (14.937 viajeros menos) con respecto a enero de 2019. La patronal alojativa señaló a la pérdida de conectividad por la marcha de Ryanair y el encarecimiento de los precios de los billetes como causas de esa caída.

La recomendación del ministro Illa supuso un jarro de agua fría para quienes -pocos- aún confiaban en poder revertir la situación de cara a la Semana Santa, fechas en las que hoteles y apartamentos hacen caja antes de entrar en el páramo de la primavera que da paso a un verano en el que las llegadas vuelven a repuntar.

La esperanza de los hoteleros está puesta ahora en que la situación no se prolongue por mucho tiempo y se cumpla el pronóstico de los expertos que dan escasas posibilidades de sobrevivir al coronavirus cuando el calor se adueñe de toda Europa.

Hasta comprobar si el vaticinio se cumple, no cabe pensar en que otros mercados cubran el hueco que dejarán los españoles, El más claro ejemplo es Italia, cuyo Gobierno adoptó ayer la decisión de aislar a la totalidad del país. El pasado año llegaron a Canarias 455.383 italianos. No obstante, pararse en nacionalidades tampoco tiene prácticamente sentido. Viajar, a cualquier lugar y desde cualquier punto, se ha convertido en una actividad que conlleva el riesgo de no poder retornar en la fecha prevista a casa.

De guarderías a universidades

La Comunidad de Madrid y la ciudad alavesa de Vitoria han suspendido las clases a todos los niveles educativos, desde las guarderías a las universidades, por la incidencia del coronavirus. El cierre, que implica tanto a los centros públicos como a los privados y afecta a más de un millón y medio de alumnos, entrará en vigor mañana, y se prolongará durante quince días. En el caso de Madrid, la suspensión de las clases es la punta de lanza de una batería de medidas que implican también la paralización de actividades quirúrgicas programadas, la visita domiciliaria en Atención Primaria o la recomendación a las empresas para facilitar el teletrabajo, todo para tratar de frenar la escalada de casos de coronavirus, que se ha duplicado en la región, y en el conjunto de España, en apenas 24 horas.

Las comunidades de Madrid y el País Vasco son las dos que más positivos concentran del coronavirus Covid-19. De los casos contabilizados en España al cierre de esta edición, un total de 578 (el 48%) se registran en Madrid, donde además se concentran 17 de los 28 fallecidos por la enfermedad. Por su parte, el País Vasco ha contabilizado 149 casos de infección (12,3%), concentrados principalmente en Álava, con seis fallecidos. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, definió ayer tanto a la Comunidad de Madrid como a las ciudades alavesas de Vitoria y Labastida como "zonas con índice de transmisión alto" del coronavirus. Además, el ministerio ha elevado el escenario de alerta en España desde la contención a "contención reforzada", lo que hace recomendable, explica Illa, que se flexibilice el horario laboral, se articulen turnos escalonados y se facilite el teletrabajo siempre que sea posible.