Donde antes reinaba el bullicio, ahora impera el silencio. Donde antes se juntaban las prisas de los residentes por llegar al trabajo con la de los turistas por visitar algún monumento, ahora se impone la imagen de unas calles prácticamente vacías. A partir del pasado lunes, los 60 millones de habitantes de Italia no pueden moverse de sus domicilios a no ser que se haga por tres razones específicas: trabajo, salud o una emergencia, para lo que la persona que transite deberá certificarlo en un documento. Entre esos ciudadanos está Silvia Álvarez, una grancanaria de 39 años que lleva más de una década viviendo en Milán.

Solo los supermercados y las farmacias permanecen abiertas al público, pero con las puertas cerradas, porque hay que entrar por turnos y se generan colas de más de media hora. "Intenté hacer la compra a través de internet para evitar salir, pero la entrega más rápida era dentro de diez días", explica Álvarez, quien, de momento, intentará gastar lo que le queda en casa.

Álvarez trabaja como profesora de español como Lengua Extranjera en un instituto público de Milán por lo que, desde el pasado 23 de febrero -fecha en la que se decretó el cierre de los centros educativos-, está impartiendo su asignatura a través de vías telemáticas. "Los profesores hemos empezado a ingeniárnoslas para hacer frente a lo que parecía una semana de vacaciones", explica la docente. En este sentido, añade, la creatividad les ha llevado a convertirse en youtubers improvisados, que cuelgan vídeos para explicar sus asignaturas, o proponer a los alumnos tareas creativas que les animen a estudiar. "Muchos hemos empezado a dar clases en streaming y esto permite a los alumnos verse y conectarse entre ellos", detalla Álvarez, quien reconoce que estas conexiones entre alumnos y docentes resultan casi terapéuticas ante el aislamiento.

Solidaridad digital

Las interminables horas que tienen que pasar en sus casas puede ser un camino espinoso. Por esto, se ha creado una plataforma llamada Solidaridad digital en la que diferentes compañías ofrecen sus opciones de ocio de manera gratuita para toda Italia. "Es muy bonito ver como empresas grandes y pequeñas aportan lo que pueden para hacer más llevadero el aislamiento de todos los que vivimos en Italia", destaca Álvarez y añade que así no se sentirán como "prisioneros contando los días que les faltan para salir".

Esta docente grancanaria relata que por todos los canales de comunicación se está intentando concienciar a la ciudadanía de que es importante no salir de sus casas para evitar la expansión del virus. Sin embargo, el domingo por la noche más de 7.000 personas acudieron a las estaciones de Milán para volver a sus ciudades de origen. "Estar en casa es un sacrificio horrible, pero hay que salvar Italia y esta es la manera de hacerlo", sentencia Álvarez.

Las medidas que han tomado las autoridades italianas, a juicio de la docente, siempre se han considerado exageradas, pero reconoce que quizá la situación era más grave de lo que parecía y que el virus se ha expandido más rápido de lo esperado.