En Canarias, de momento, no se ha detectado ningún caso positivo por coronavirus en centros de mayores, según explicó el presidente del Gobierno regional, Ángel Víctor Torres. El dirigente aseguró que solo se había detectado un contagio en un centro de día, en "una persona joven con discapacidad y patologías previas" y que fue la tercera fallecida con Covid-19 en el Archipiélago. Sin embargo, una de las principales preocupaciones a nivel nacional es la aparición de numerosos contagios en residencias de ancianos que han terminado con el peor desenlace. Por esto, espacios como el Centro Sociosanitario El Pino en Las Palmas de Gran Canaria se ha blindado para hacer frente a un virus especialmente peligro para las personas mayores y con patologías previas.

"Nuestra prioridad es evitar una catástrofe y minimizar cualquier efecto que pueda llegar al centro", sostiene Alejandro López, director del centro, que ha extremado todas las medidas de seguridad y a puesto en marcha un dispositivo "muy restrictivo y que va más allá de lo recomendado". Para ponérselo difícil al agente patógeno para entrar en la residencia hacen que el personal se cambie cada día de uniforme e, incluso, les invita a utilizar la lavandería industrial del centro. A su entrada al edificio, los sanitarios no pueden deambular por él y solo tienen acceso a la planta en la que desempeñan su labor. La idea, según detalla López, es tener todo lo más sectorizado posible para que, en caso de que llegue a producirse un contagio, puedan tenerlo lo más acotado posible porque se trata de una "población de altísimo riesgo"

En esta línea, como medidas de precaución los residentes están en sus habitaciones y, desde hace semanas, no acuden a las zonas comunes como el comedor para evitar aglomeraciones. Esto requiere una atención mucho más personalizada, para lo que el centro ha ampliado sensiblemente su plantilla, y todos los recursos están centrados en estas tareas. "Nuestro primer objetivo es evitar contagios, lo segundo la seguridad de los pacientes, lo tercero el bienestar de los pacientes y lo cuarto la atención de los familiares", defiende López.

Debido al cierre del centro a las visitas, es el personal de la residencia el que se encarga de trasladar a las familias de los 290 pacientes la información sobre su estado de salud. Hasta ayer lo hacían dos veces al día pero, dado que el trabajo interno ya está adaptado al nuevo protocolo y el personal está algo más liberado, desde ayer revisaron la política de comunicación y la dirección determinó que aumentarán las llamadas a las familias y se pondrán en contacto con ellos tres o cuatro veces por semana. López entiende que para muchos esta es una ruptura de los lazos "abrupta", porque mantienen una relación muy estrecha y ahora no pueden hacer visitas. "Es posible que hayamos dejado el tema de la comunicación como algo secundario por la carga de trabajo de estos días, y comprendemos la preocupación, porque cuando uno recibe poca información piensa que le están ocultando algo", admite.

"No solo estamos luchando contra el virus, sino también contra el miedo del personal, que venga la gente a trabajar ya es un triunfo", advierte el director del centro, porque los medios de protección están contados y los proveedores habituales tienen limitaciones para servirles. A partir de ahora implantarán más medidas de seguridad como tomar la temperatura todos los días al personal y a los usuarios. Asimismo, a diario, están desinfectando con hipocluritosódico todas las zonas comunes.

Los pacientes también están viviendo una situación excepcional dentro del centro. "En las plantas hay silencio y tranquilidad, aunque siempre hay alguno que se agita, pero tenemos planes para evitarlo", subraya López. Para compensar el hecho de que no pueden compartir tiempo juntos o estar libremente en las zonas de ocio, el personal los acompaña, de dos en dos, a dar paseos controlados por el pasillo de su planta, los suben a la azotea y los llevan al invernadero terapéutico de la residencia.

También han creado una zona de aislamiento para poder confinar a quienes han tenido que ser derivados al servicio de urgencias de algún hospital y regresan al centro, a aquellos usuarios que ingresan por primera vez en la residencia y a quienes puedan presentar en algún momento una sintomatología compatible con el coronavirus. Dado que hay riesgos que no se pueden evitar, el esfuerzo de López y de todo el personal de El Pino se centra en minimizar el peligro y evitar que si se detecta algún caso de Covid-19 entre los pacientes no se propague el contagio.