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CRISIS DEL CORONAVIRUS

Marruecos, tan cerca y a la vez tan lejos

80 personas del reino alauí están atrapadas en las Islas por el cierre de fronteras en su país

Interior de la carnicería halal Directo a la mesa, situada junto a la mezquita de la capital. JUAN CASTRO

El pasado fin de semana un grupo de cuatro chicos marroquíes se lanzaron al agua desde las costas de Ceuta con la intención de alcanzar a nado una playa de su país, según relató entonces la agencia Efe. Los jóvenes habían quedado atrapados en territorio español días antes, tras el cierre de todas las fronteras por parte del reino alauita como medida de contención ante el Covid-19. Por causa de esta decisión, en Canarias 80 personas de la misma nacionalidad se encuentran en estos momentos sin saber cuándo podrán volver a sus casas, ante la imposibilidad de hacerlo por tierra, mar o aire. Tan cerca y a la vez tan lejos de su destino.

"Todos ellos viven en Marruecos pero estaban aquí pasando unos días y el cierre de fronteras les pilló de imprevisto, por lo que no pudieron volver a casa", explica Ahmed Moussa, cónsul general del país norteafricano en Canarias. De esta manera, casi un centenar de personas permanecen en Lanzarote, Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife, la mayor parte con familiares residentes en las Islas que les han acogido o en hostales, indica el delegado, a la espera de poder retornar a sus lugares de origen. Por el momento, según cifras oficiales, la pandemia del Covid- 19 ha dejado en el reino alauí 21 fallecidos y más de 330 contagiados.

Pese a la incertidumbre de estas personas en el Archipiélago, la situación dista mucho de la que se vive en Ceuta, donde decenas de trabajadores transfronterizos permanecen en varios polideportivos de la ciudad autónoma desde que Marruecos cerrara la frontera terrestre, el pasado 13 de marzo, según informa el diario local Faro de Ceuta. Más allá, de esto, la comunidad magrebí en Las Palmas de Gran Canaria vive estos días con la misma preocupación que el resto de la población, con un sentimiento que ya es prácticamente universal ante la desbocada expansión del coronavirus.

Carnicería halal

"Las ventas están yendo muy mal, no viene casi nadie", indica Abdellatef El Barakah, trabajador en la carnicería halal Directo a la mesa, en la zona de Guanarteme. "Al principio la gente compró un poco más de la normal, en los días previos a la cuarentena, pero ahora nada de eso", explica, con resignación. Mientras, pese a que ahora viene menos gente de lo normal, no están dejando entrar al mismo tiempo a más de dos o tres personas, como medida preventiva, señala.

"Realmente, no se está haciendo ni la mitad de la matanza de un día normal", señala El Barakah, carnicero del establecimiento desde hace unos cuantos años. "Soy natural de Marrakech, pero casi toda mi familia está aquí y llevo mucho tiempo viviendo en Canarias", indica. Pero la carne de ternera, cordero, cabre o pollo no son los únicos productos que venden en esta tienda. En este caso, el también matarife asegura que, a pesar del cierre de fronteras por parte de Marruecos, no sufrirán desabastecimiento de conservas y otros tipos de víveres, pues trabajan con proveedores de la Península que fabrican productos de alimentación árabe.

En la misma calle, a pocos portales de la carnicería, la mezquita de la capital grancanaria también ha cerrado estos días de cuarentena sus puertas, como medida preventiva. Por lo que, al igual que ha ocurrido en el resto de la ciudad, la zona ha quedado totalmente desierta, a pesar de estar muy cerca de la concurrida avenida de Mesa y López.

"La comunidad marroquí en Canarias está muy bien integrada, todos estamos cumpliendo bien con la cuarentena, deseando que pase todo esto", señala el cónsul. "Son momentos duros, pero hay que comprender que el virus está atacando a toda la familia humana, esto es lo mejor para evitar que siga propagándose", indica Moussa con vehemencia. De hecho, el país norteafricano ha tomado medidas muy restrictivas, pues es necesario un salvoconducto con sello oficial para poder ir a la farmacia, el supermercado o trabajar.

Mientras tanto, el contacto entre ambas orillas es "continuo", explica Moussa, quien no pierde el hilo de su familia, natural de la ciudad saharaui de Dakhla. "Es una situación muy preocupante para todos, ninguno escapamos", señala. El Barakah, el carnicero de la calle Viriato, también ha mantenido un contacto continúo estos días con su familia en Marruecos, pues sus hermanos viven en Marrakech y se están viendo afectados económicamente hablando por las medidas restrictivas impuestas para paliar los efectos del virus.

Precisamente, Mustafá Oussaid está viviendo en Canarias los efectos de la otra crisis de la pandemia, la económica. Lleva en la capital grancanaria desde hace más de 20 años, y hace casi dos decidió abrir una carnicería halal en la zona del parque Santa Catalina, barrio que aglutina a buena parte de los negocios de la comunidad marroquí en la ciudad. Por desgracia, decidió cerrar el establecimiento a principios de este año, al no irle como él esperaba, "pero como era autónomo no tenía derecho a paro, ahora con esta situación del coronavirus se va a notar la ausencia de trabajo", explica.

Confinado en casa

En febrero, este carnicero de profesión comenzó un curso de cocina a través del Servicio Canario de Empleo, el cual se vio obligado a dejar, pues todas las actividades de este tipo quedaron clausuradas ante la inminente declaración del estado de alarma. Desde entonces, ha permanecido confinado en casa con su esposa, "es licenciada en literatura castellana, pero debe homologar el título", relata.

Más allá de su historia personal, pues su bolsillo comparte las mismas inquietudes que miles de canarios, su preocupación también está puesta ahora sobre Marruecos. "Mis familiares están llamando todo el rato, a diario, yo igual, por lo menos han tomado medidas y la gente no sale, el ejército está en las calles", relata el carnicero, afincado en las Islas desde la década de los 90.

Con asombro describe las calles de Agadir, donde nació, a través de los relatos que le han contado sus familiares. Una urbe hasta hace unas semanas repleta de turistas, pues al igual que el Archipiélago vive de este sector, y que ahora está "totalmente en calma", concluye. Y es que la pandemia del Covid-19 ha dejado ciudades fantasmas a lo largo de los cinco continentes.

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