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CRISIS DEL CORONAVIRUS Entrevista a Fernando Fernández González

"Una pandemia, con sus repercusiones, supone el inicio de una nueva era"

"España debe invertir en diplomacia tecnológica y difundir su sistema de salud", afirma

El neurofisiólogo Fernando Fernández González. LP/DLP

¿Por qué la pandemia de Covid-19 es diferente de otras precedentes?

Si nos centramos en pandemias respiratorias, la referencia es la mal llamada gripe española de 1918; fue tan mortal porque volvió el sistema inmunológico del cuerpo contra su huésped. Esto dio lugar a un número masivo de muertes entre adultos jóvenes, aquellos con los sistemas inmunes más fuertes. No es el caso de Covid-19, que afecta con más virulencia a personas mayores o con sistema inmunológico vulnerable. Los coronavirus están con nosotros desde hace mucho tiempo, la primera descripción data de 1960, y son una familia de virus muy utilizada para experimentar en laboratorios de biología molecular.

¿Por qué se están tomando medidas tan drásticas?

Para que el coronavirus no se convierta en una endemia estacional y para que la cadena de suministros y el sistema sanitario no se derrumbe si se infecta a la vez un gran número de ciudadanos. El virus en cada persona infectada multiplica exponencialmente su número, quien está más grave posee mayor cantidad de virus y su potencial infectivo es mayor: con mayor facilidad infecta a más personas. Por ello el circuito humano a humano debe romperse con el aislamiento social.

¿Es demasiado tarde para actuar? Las estimaciones hablan de entre un 80 y un 90% de población que resultará contagiada.

La organización democrático liberal de Europa prima la libertad y el interés individual, pero no de un modo tan radical como Estados Unidos, donde esa percepción ha conducido a una trivialización y descalificación ideológica de las actuaciones de China. Esta virosis, como emergencia sanitaria, requiere una política de Estado a ultranza, con sólidas medidas sociales solidarias en defensa del bien común. En mi opinión, España ha actuado con contundencia, diálogo democrático y profesionalidad en el momento en que se obtuvieron indicadores epidemiológicos fiables; la Unión Europea ha evidenciado su inmadurez logística y estratégica.

Los gobiernos hicieron caso omiso a las reiteradas advertencias que venían haciendo instituciones internacionales sobre la necesidad de incrementar la inversión en sanidad, ¿han sido irresponsables con la salud de sus ciudadanos?

El cambio sociotecnológico del mundo en estos 75 años requiere nuevos paradigmas sociopolíticos. Hemos pasado del peligro nuclear de los años 70 al peligro de los drones bioterroristas actuales. El tipo de gobernanza de hoy requiere cambios adaptativos, quizás pasar de la mera meritocracia política a la política tecnocrática profesionalizada. La OMS (Organización Mundial de la Salud), a raíz de la epidemia del ébola de 2014-2016, comprobó la ineludible e ineluctable necesidad de activar de modo urgente la Junta de Vigilancia Mundial de la Preparación ante emergencias sanitarias (GPMB) para evaluar la capacidad del mundo para protegerse ante ellas; determinar deficiencias y promover actividades de preparación y prevención. En septiembre de 2019, justo antes del brote Covid-19, se publicó Un Mundo en Peligro, el primer Informe anual sobre preparación mundial para las emergencias sanitarias. El título de uno de sus capítulos fue premonitorio: "Prepararse para lo peor: una pandemia causada por un patógeno respiratorio letal y que se propague rápidamente". Esta emergencia del COVID-19 ha puesto en evidencia que la inversión presupuestaria en Sanidad no puede reducirse, como desgraciadamente ha ocurrido. Luego, si algunos laboratorios de biología molecular, privados o públicos, han sido irresponsables, es otra cuestión, actualmente en discusión dentro del mundo científico.

También han advertido de la necesidad de más gasto en investigación.

El Estado que no invierte en investigación, en todos los sectores, se condena a la debacle. Además de la pérdida de vidas, las pandemias tienen repercusiones sociales, tecnológicas y económicas que suelen acontecer en el inicio de toda una nueva era. Un simulacro del Banco Mundial estimó, con anterioridad al COVID-19, que una pandemia de gripe mundial, de una escala y virulencia parecidas a la que tuvo lugar en 1918, supondría, bajo una óptica optimista, un costo de 3 billones de dólares para la economía moderna, o lo que es lo mismo, el 4,8% del producto interior bruto (PIB). La OMS considera que para la pandemia Co-19 se requiere una inyección urgente de 8.000 millones de dólares, de los que, entre otras partidas, 2 serían para el desarrollo de vacunas, 1,5 para el desarrollo de terapias y uno para la fabricación y entrega de terapias y vacunas. Por otra parte, el paquete Covid-19 de 50.000 millones de dólares del FMI (Fondo Monetario Internacional) será clave para apoyar las economías.

Los sistemas sanitarios de los países del primer mundo están colapsando, ¿qué sucede en las naciones en vías de desarrollo?

Uno de los cambios de este siglo será la transdisciplinariedad de la Medicina. Se recuperará una medicina próxima, familiar, ancestral, externa a los centros hospitalarios, pero altamente tecnificada. Los chinos han evidenciado la necesidad de los hospitales Arca de Noé, para reducir el bloqueo y el coste de la asistencia en un hospital regional de referencia. El sistema sanitario español se ha evidenciado como excelente, pero el orgullo ofusca la mente, y ahora debe adaptarse a un nuevo paradigma, con consenso de Estado, no con creatividad partidista. Los países en desarrollo se encuentran en la diatriba de salud privada versus pública. España debería invertir en diplomacia tecnológica y transmitir los beneficios aprendidos de nuestro sistema de atención y asistencia sanitaria.

¿Cómo se hace frente a emergencias sanitarias de este calado sin un sólido sistema público de salud?

En una pandemia la cadena de suministros tiende a derrumbarse y los dispositivos a ser insuficientes. El doctor italiano Cristian Salaroli afirmó: "Después de unos días, tenemos que elegir sobre la vida de quién. No todos pueden ser intubados. Decidimos en función de la edad y el estado de salud". Si no se implanta el aislamiento social, la virosis tiende a tener una tasa de mortalidad sobre el 4% en lugar del 0.5%. Si deseamos que nuestra ciudad o nuestro país formen parte del 4%, es sencillo: no haga caso a las recomendaciones, antes o después verá un mono blanco con escafandra que decidirá si usted merece vivir o no. Así de duro es, y esta constante toma de decisiones quema mucho al médico. Toda comunidad, país o Estado debe prepararse para cubrir primero a los más vulnerables, eso es el Estado social.

¿Cómo está impactando el nuevo coronavirus en Sudamérica? ¿Se están adoptando medidas para atajar el contagio?

El presidente de El Salvador fue muy criticado por movilizar inmediatamente el ejército, dar órdenes y cerrar fronteras, pero ha conseguido, hasta hoy, cero infectados. En Costa Rica, un país eminentemente turístico, el impacto ha sido grande, pero tienen mucha experiencia en teletrabajo. En Paraguay, se han tomado medidas inmediatas de aislamiento similares a las actuales en España, y se ha promocionado el trabajo domiciliario y la protección de las mediana y pequeñas empresas, incluso atendiendo a normas de salud física y mental. Vieron que ocurría en Europa y pusieron sus barbas a remojar. La precaria salud pública y desigualdad social en Latinoamérica no es comparable con el estado de bienestar de España, la hace muy vulnerable. Esta pandemia está poniendo de manifiesto como la responsabilidad social individual es el pivote de la responsabilidad social de la gobernanza. Esta crisis será un zarandeo de esa otra virosis nefanda, el populismo del "babayón de chigre" y el de quienes tanto hablaron de responsabilidad social corporativa como mero marketing.

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