He escrito estas letras, a veces sentado a su lado, observándole, acariciándole y cerciorándome que no sufre. Yo era ya conocedor de lo irreversible de la situación. Por la ventana del solitario Hospital observaba una ciudad fantasma, desierta, que incrementaba esa sensación tan extraña que me invadía.

Huelga decir que dentro de mis pocas habilidades, no está la expresión escrita, así que ruego me disculpen los errores. Solo pretendo reflejar en negro sobre blanco, mis sentimientos hacia una persona, mi padre, que aunque pueda sonar a tópico. Los que le conocieron bien, saben perfectamente que no exagero si digo, que sus tres hijos, hemos sido muy afortunados. Ya que fue un padre extraordinario, una persona absolutamente excepcional, un hombre bueno.

Durante estos días finales, el cariño, amor y respeto que me han demostrado todos las personas que se han preocupado por él, fueran familiares o no, más cercanos o lejanos, refleja la enorme huella que dejó entre los que le trataron a lo largo de su vida, un auténtico referente para ellos.

Querido padre, gracias por darnos a través de tu ejemplo, los mejores valores que un ser humano puede atesorar; bondad, respeto, solidaridad, amor, sinceridad y humildad. Nunca le oí hablar mal de nadie, siempre con buenas palabras, sincero, sin malicia alguna, solo algunas chispas de ironía, necesarias por otro lado. Su cara, sus ojos reflejaban bondad y sabiduría a partes iguales.

Muchas gracias por cuidar, amar y respetar a tu Amor, nuestra madre. Con ese cariño y respeto superlativo que siempre se han demostrado. Han sido una pareja ejemplar, compenetrados a todos los niveles, digna de estudio.

En mis cincuenta años, nunca les oí levantarse la voz, siempre prefirieron ceder y no tensar la cuerda más. Tarea ardua que solo denota amor en su máxima expresión. Han sido un perfecto Ying y Yang, con una conexión que sobrepasa lo físico, lo terrenal. Supieron entenderse, siendo tan distintos y disfrutar de la vida, de sus viajes, de la cultura en todos sus expresiones.

Estoy tranquilo, triste por su pérdida pero en paz. He sido absolutamente dichoso al tenerles estos días en casa y que ambos me regalaran su compañía. Es lo único que le puedo agradecer a la terrible pandemia que estamos padeciendo. He podido disfrutar intensamente de su sonrisa, su ironía, sus hermosos ojos verdes-azulados que siempre han dicho la verdad. Ya estaba deteriorado y las ironías de la vida, me había preparado una despedida encubierta. No podíamos imaginar lo malito que estaba. Pero esa situación me permitió, tener de nuevo a un hijo-padre, bañarlo, afeitarlo, preparar algún buen plato de comida, darle de comer e incluso enseñarle a andar, siempre con la inseparable compañía y ayuda de Dñª Amor, tu gran Amor.

Gracias por todo querido padre, sobre todo por tus enseñanzas, tu gran ejemplo. Tus hijos, con poner en práctica una pequeña parte de los valores que transmitías, seremos mejores personas.

Que tu energía vuele veloz, cual rayo al encuentro de tu hija Amor, y en su compañía y tus otros seres queridos, nos iluminen desde arriba. Seguro a partir de hoy hay una estrella más en el cielo que brillará intensamente. Descuida, cuidaremos a tu Amor, no tan bien como tú lo hiciste pero lo haremos, no te quepa la menor duda, vete tranquilo y en paz.

No quiero terminar sin agradecerle, a todos y cada uno de los que forman el equipo humano de la unidad de paliativos en la sexta planta del Hospital Dr. Negrín, por su entrega, profesionalidad, amabilidad y humanidad. Gracias de todo corazón y enhorabuena por esa impagable labor.