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Crisis del coronavirus La opinión del experto

Elias Rodríguez: "La desescalada debe gestionarse bien para no dar ni un metro de satisfacción al virus"

"Aún no tenemos un mapa diagnóstico que nos permita conocer la importancia del virus en nuestro país", destaca el miembro Comité Expertos Covid-19 Castilla-León

Elías Rodríguez Ferri, catedrático de Sanidad Animal, experto en microbiología e inmunología y presidente de la Academia de Ciencias Veterinarias de Castilla y León. LP/DLP

¿Cuál es su valoración sobre la situación actual de la pandemia

Pese a todos los inconvenientes que hemos sufrido, España está en una fase positiva, disminuyendo el número de contagios pero, sobre todo, disminuyendo el número de fallecimientos y con ello también el número de personas que están ingresadas en los hospitales y en UCIs. A mi me parece que lo que hace falta ahora es poner un poco de orden por parte de los responsables de gestionar este proceso para que las ideas fluyan con claridad y no haya que tener episodios de estar rectificando, como estamos viendo en las últimas semanas.

¿Cuáles son, a su juicio, las prioridades en estos momentos?

Cuestiones claves que ya deberían estar resueltas, pero que todavía son muy provisionales. Hablo de las pruebas diagnósticas, los famosos test, una cuestión que, desde mi punto de vista, es un pequeño desastre, desde partidas de test masivos que se devuelven porque no tienen sensibilidad y no detectan todos los positivos que hay, pruebas que no llegan... Estas cuestiones se tienen que resolver lo más rápido posible para que no estemos dando bandazos constantemente. Ahora que ya hay un número importante de altas hospitalarias que han pasado la enfermedad, es el momento adecuado para profundizar en saber exactamente como es la inmunidad, si es una inmunidad protectora eficaz, si los que pasan están protegidos ante una nueva reinfección y que duración tiene. Para eso, hay que desarrollar métodos nuevos que están siendo reclamados ya desde muchos ámbitos, más allá de los métodos rápidos, métodos que aunque sean más lentos se puedan automatizar, pero que ofrezcan información, por ejemplo, del tipo de inmunoglobulinas, es decir de la cantidad de anticuerpos sobre la cual se pueda establecer con eficacia una inmunidad que nos proteja ante un nuevo brote.

¿España cuenta con los medios para estudiar el comportamiento inmunológico del virus?

Sin ninguna duda, y no sólo en el ámbito humano, sino muy especialmente en el caso de los animales donde este tipo de determinaciones no es algo coyuntural, sino una necesidad. Cuando se trata de enfermedades de los animales, este tipo de pruebas son masivas, se hacen por miles o millones. Hay personal técnico muy preparado, científicos que son capaces de poner a punto los elementos necesarios para estos desarrollos e instalaciones adecuadas. Y desde luego, aunque lo conozco mucho menos, en los hospitales también. Hay que empezar a trabajar en ello. Hay cien grupos a nivel internacional trabajando día y noche por conseguir lo más rápido posible una vacuna, pero además de eso, el diagnóstico eficiente y fiable es lo que va por delante, es decir, no sabemos cómo va la enfermedad hasta que no tenemos un diagnóstico preciso, y no sólo para ahora, cuando tenemos la enfermedad todavía con nosotros por desgracia, sino en lo que venga después, porque van a haber períodos de calma y yo creo que todo el mundo tiene en mente la posibilidad de que se puedan reproducir nuevas olas u ondas de esta enfermedad y entonces hay que estar preparados para ello.

¿Cómo se puede avanzar en un mejor diagnóstico?

Desarrollando herramientas diagnósticas más allá de lo que tenemos, que es la famosa PCR y los test rápidos. Hay que profundizar en eso, sobre todo para que llegue al mayor número de individuos, porque tenemos una franja muy desconocida de la que se habla muy a menudo pero creo que poco se está haciendo, que son los portadores asintomáticos, es decir individuos infectados que no desarrollan la enfermedad pero que excretan el virus, y han permitido que el virus circulara propiciando nuevas infecciones.

¿A qué se refiere cuando dice que poco se está haciendo para detectar a los asintomáticos?

A que la mayor parte de la información diagnóstica que está llegando procede de hospitales y de grupos de riesgo, sobre todo de residencias de mayores, y en algunos casos trasciende a la UME, policías, bomberos..., pero se queda ahí. No se han hecho pruebas para tener un mapa de la importancia del virus, no de la enfermedad, del virus, en la población en general, y eso en forma de muestras, mientras más cuantiosas o masivas, mejor. Los veterinarios sabemos muy bien, y lo saben los médicos, que enfermedades de este tipo se logran controlar mediante vacunación, que no es el caso todavía, o mediante el padecimiento de la enfermedad y que los supervivientes adquieran inmunidad protectora. Pero tanto en vacunas como en infección natural, la cifra mágica es alta, sobre un 70%. Para conocer la gran masa de portadores asintomáticos, tenemos que hacer diagnósticos por unidades epidemiológicas, la palabra mágica es test, test, test, en familias en los que se localicen portadores para establecer la trazabilidad de contactos. Queda mucho trabajo por hacer.

¿Ve precipitado entonces iniciar la desescalada o fase de desconfinamiento?

La gente está muy preocupada con el desconfinamiento. Eso hay que organizarlo muy bien, porque de lo contrario puede producirse un paso hacia atrás y los rebrotes son peligrosos, pueden anticipar una onda prematura que pilla a la clase sanitaria que ha estado en primera línea muy fatigada, con mucho personal enfermo, acuciando la incorporación en aquellos que superan el proceso. Estamos en un momento que, por muy buena voluntad que se tenga, hay que comprender esto también. Hacia adelante todo lo que sea posible, pero hacia atrás no se pueda dar ni un metro de satisfacción a la enfermedad, y para eso, hay que planificar y gestionar muy bien la desescalada.

Viendo cómo se comporta el virus hasta el momento, ¿cree que el grado de dificultad para una vacuna es mayor que en otros coronavirus?

Yo creo que no, y además ahora hay una tecnología enormemente depurada. Se ha avanzado más en los últimos 30 años en tecnología de producción de vacunas que a lo largo de los 250 años desde que se alumbró este procedimiento. Hoy la biología molecular, la bioinformática, la genética molecular, la microbiología y la inmunología han permitido dar pasos absolutamente de gigantes en esto. Y además, los archivos permiten aprovechar experiencias anteriores como el SARS en 2002, que aunque no llegaron a sustanciar vacunas de uso generalizado, si experimentales, porque la enfermedad colapsó, es decir disminuyó la capacidad de difusión por debajo de uno, lo más próximo a cero, pero la experiencia sirve para el desarrollo.

¿Se atrevería a poner un plazo para contar con la vacuna?

Ahora mismo hay multitud de estrategias, y algunas llegarán a buen puerto. Ya hay algunos proyectos en fase dos, haciendo experiencias en animales para garantizar la seguridad -no la eficacia-, que es el primer escollo que plantean las administraciones, y algunos son muy optimistas en la disponibilidad. Pero en cuanto a la disponibilidad efectiva son pocos los que se atreven a aproximar períodos inferiores al año, o sea, que habrá que esperar.

¿Cuántos veterinarios hay en los comités de expertos del Covid-19 en España?

Yo creo que estamos dos nada más, concretamente en Castilla y León y en Andalucía, en un contexto muy médico-sanitario. Hace falta la incorporación de colegas, porque nosotros probablemente tenemos una formación mucho más preventiva, y esto es debido a que si permitimos que un patógeno entre en una explotación animal, el tratar de resolver la situación es siempre muy, muy difícil.

¿Qué pueden aportar los veterinarios en la lucha contra esta pandemia?

Nuestra mejor baza es la prevención. Si disponemos de tratamiento de vacunas para ello, vale, pero la mayor parte de las veces se carece de esos instrumentos y hay que organizarlo en base a criterios muy rigurosos de barreras frente al avance del patógeno, sean virus, bacterias o parásitos, porque normalmente no nos dan segundas oportunidades. Esa mentalidad preventiva de medicina de poblaciones, la tenemos muy asumida nosotros, mientras que otras clases médicas, sin que suponga ninguna crítica, piensa más en el enfermo para tratar de curarle. Nosotros no queremos tener enfermos, queremos tener sanos que no enfermen, y esa forma de ver las cosas, es lo que se llama bioseguridad o una epidemiología de grandes poblaciones, se brinda mucho a poder ayudar a luchar contra enfermedades como esta que tienen una extraordinaria difusión. Porque este virus tiene una capacidad de difusión extrema aunque su letalidad no es muy alta y casi siempre dirigida a poblaciones de riesgo. Pero aunque la letalidad sea baja, si el número de pacientes es muy alto, el balance se cuenta por miles.

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