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Crisis del coronavirus La opinión de los expertos

Marcelo Palacios: "Hay que combatir el virus donde los tenemos a mano, en la nariz, boca y ojos"

"Un error al asfaltar un carretera se disculpa, pero si un error provoca muertes, no tiene excusas", manifiesta el presidente de la Sociedad Internacional de Bioética

Marcelo Palacios. MARCOS LEÓN

¿Cómo tendría que afrontar la humanidad

Lo primero es afrontar el presente, que se encuentra con una trágica estela de víctimas humanas y daños económicos insoportables para muchas personas y familias que hay que paliar o solucionar sin demora. La innumerable buena gente peleará por un empleo digno y estable, la vivienda, la educación de los hijos, la protección de los mayores, la democracia, la igualdad de derechos de las mujeres, el medio ambiente limpio y la Tierra cuidada... En suma, por la cuota de paz y felicidad que merecen. En cuanto a los dominadores sin escrúpulos, para los que el ser humano no vale nada si no le da ganancias, me temo que unos pocos poderosos seguirán copando la mayor parte de la riqueza mundial, causando crisis económicas y bélicas a su conveniencia, auténticos holocaustos, o contaminándolo todo con sus rentables industrias.

¿Cómo valora las acciones que se ponen en marcha en los diferentes países?

Son muy dispares. No es lo mismo disponer de uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo, como España, que contar con mínimos servicios sanitarios o con ninguno, como muchos países del Sur. Ni procede recurrir al "estamos mejor que tal o cual país desarrollado y rico", o al mal de muchos como consuelo: lo que ha de valorarse es lo que cada país hace en sus circunstancias. Los resultados son tercos y dan la respuesta, y en ese sentido la pandemia se ensaña con la población española, con más víctimas mortales en la gente de edad avanzada y en los médicos y demás personal sanitario y otros sectores. En esta pandemia, y las que se avecinan, todos debemos actuar como un bloque contra un enemigo común, el coronavirus, que no entiende de ideologías. Hay que acabar con el lamentable espectáculo de los rifirrafes políticos, las entidades bancarias insolidarias, los medios enfrentados, las empresas e industrias egoístas.

¿Corremos el riesgo de ahondar más aún la brecha entre ricos y pobres?

Es lo previsible. No solo en las áreas mundiales clásicas, también en cada país, incluida España. La pobreza y el hambre de casi mil millones de personas (el 70 por ciento son mujeres) es una lacra perenne, un insulto a la dignidad humana que se acrecentará. Cada día morían de hambre unas 100.000 personas, alrededor de 36 millones al año, un genocidio que podíamos evitar. Tras el paso de la pandemia la brecha irá a peor.

¿Y en España?

En España muchas empresas cerrarán, mucha gente se quedará sin empleo, muchas personas y familias no tendrán rentas, ya estamos viendo que la brecha aumenta, lo superarán con enormes sacrificios, o no lo superarán si no tienen un empleo digno y estable o no reciben las ayudas del Estado desde ya, y sin trabas administrativas.

¿Qué papel cumple la responsabilidad individual?

Un papel decisivo y a distintos niveles. En el personal, por su bien y el bien general, el ciudadano debe seguir indicaciones de los expertos para impedir que el coronavirus infecte y se propague. Y los españoles están cumpliendo admirablemente con el difícil confinamiento por el estado de alarma, las medidas higiénicas y el distanciamiento que tanto nos está uniendo, con muy pocos casos de irresponsables incumplidores. En el nivel científico, parece que hay más interés por estudiar la enfermedad en fase respiratoria y grave, y por conseguir la vacuna, que por la prevención médica directa, y esto último me resulta incomprensible. En cuanto a la vacuna, si se aunaran esfuerzos para conseguirla y cada grupo investigador, país o industria cooperara en esa meta común y no fuera cada uno a su aire en aras de la gloria personal, nacional o empresarial por conseguir la sustanciosa patente, se habría avanzado más.

¿Y el Estado?

El nivel gestor de la pandemia corresponde al Estado, al Gobierno, con la planificación general coordinada con las comunidades autónomas. Para una epidemia o pandemia siempre hay que estar preparados, y máxime una nación avanzada como la nuestra: no pueden faltar las reservas de medios y dispositivos elementales ni un presupuesto adecuado en sanidad, en ciencia e investigación biomédica. Se tiene que haber acumulado experiencia con lo ocurrido en otros momentos y países, se han sucedido epidemias y alguna pandemia, y a partir de la mal llamada gripe española con entre 50 y 100 millones de muertes, ocurren con cierta regularidad SARS y MERS, por ejemplo, y han causado millones de víctimas.

¿Qué ha fallado?

Se han cometido desaciertos, exceso de confianza, retrasos en cumplimiento de indicaciones de la OMS y la UE, desabastecimiento de medios y dispositivos esenciales, material defectuoso, escasez y desprotección del personal médico, de enfermería y sanitario en general, hospitalario, centros de salud y farmacias, improvisación, reuniones multitudinarias... La situación era y es compleja y competitiva entre países por los proveedores, pero eso no justifica la cuota parte de dejación o injustificada autosuficiencia. Las comunidades autónomas siguieron directrices centrales, y su reacción a la pandemia fue en general de anticipación. Cuando oigo "hemos cometido errores" da escalofríos. Un error al aprobar el asfaltado de una carretera se puede disculpar, pero si un error cuesta muertos, no tiene excusa. En esta tragedia sanitaria está mucho en juego, la vida de los ciudadanos, la atención a los desprotegidos y la indispensable recuperación económica.

¿Puede desatar esta crisis una oleada de xenofobia?

Se están dando casos repugnantes de rechazo a convecinos, empleados de supermercados, médicos y personal sanitario. Por otra parte, en una situación nacional de paro extendido, como la que se espera, los españoles podrían oponerse a que los extranjeros ocupen puestos de trabajo que ellos no tienen. Eso hace augurar que surjan conflictos con y por los extranjeros, y muchos de ellos tanto han contribuido a nuestra prosperidad.

¿Cuáles son las recomendaciones de la SIBI?

Por mi parte, he propuesto que se ataque al coronavirus en la boca, nariz y ojos, que son sus puertas de entrada en nuestro organismo, para evitar que infecte y se propague, con fármacos que están en el mercado, solo hay que adaptarlos a sprays, tabletas de chupar de liberación lenta... Dirigí mi propuesta desde el 8 de abril al Ministerio de Sanidad, a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a otras instancias nacionales; no han contestado. Seguiré insistiendo en mi petición de una actuación médica tan elemental. Como médico no puedo entender que no se combata el coronavirus allí donde lo tenemos tan a mano, en la boca, la nariz y los ojos, donde se concentra durante unos días y aumenta su capacidad infecciosa. No debemos esperar a ver qué pasa con estas personas, si enfermarán o no, que posiblemente lo harán y con una tasa de mortalidad elevada por su edad. Insisto en que hay que atacar ahí al coronavirus con los fármacos disponibles, para intentar evitar que los portadores enfermen.

¿En Atención Primaria?

Las infecciones de la boca, nariz y ojos, de origen viral o no, se tratan habitualmente en varias especialidades con tratamientos tópicos, tabletas de adhesión a las encías con acción retardada, atomizadores del fármaco o inhaladores. ¿Por qué no se autoriza a la Atención Primaria actuar así contra el coronavirus utilizando antivirales y otros medios disponibles? Es una cuestión de ética, médica y social. También hay la posibilidad de destruir los virus en la boca con enjuagues y gárgaras usando bebidas de consumo habitual que contienen alcohol, sin tragarlas.

¿Qué propone?

El jabón, sobre todo, con agua, y también el alcohol (etanol) de más del 60 por ciento de gradación eliminan el coronavirus, y los usamos en el lavado de las manos contra el virus. El jabón no puede usarse en la boca, pero el alcohol sí, y hay numerosas bebidas en el mercado que contienen el porcentaje preciso para acabar con el coronavirus rápidamente. Propongo realizar enjuagues de la boca y gárgaras (1-2) durante 20-30 segundos en los portadores positivos asintomáticos y contactos adultos que sean posibles, luego se escupe el licor y se enjuaga la boca con agua. Algo tan simple puede ser muy efectivo para acabar con el virus en la boca, complementado con tratamiento en la nariz con inhalaciones de antivirales u otros fármacos disponibles. Se debe atacar al virus en esos lugares de entrada del organismo. Si se consiguen buenos resultados, aunque sea un porcentaje discreto, habremos protegido contra la enfermedad a numerosas personas de los millones de ellas expuestas. No hacerlo es una omisión injustificable y que me resulta muy grave.

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