Una ruta por mar de escasos kilómetros que permite pasar de una sola vez grandes cantidades de droga. Era cuestión de tiempo que las bandas que controlan la logística de transporte en el Estrecho de Gibraltar sustituyeran el hachís por la cocaína, que da muchos más beneficios. La Guardia Civil sospechaba de algunos intentos, pero no ha sido hasta ahora cuando ha obtenido las certezas de esa diversificación de los narcos del sur de España: 1.255 kilos de cocaína procedente de Colombia que cruzó a Europa a bordo de potentes embarcaciones. En la operación han sido detenidas 51 personas, entre ellas los cabecillas de una potente y peligrosa banda de narcotraficantes holandeses de origen marroquí y dos históricos narcos españoles, experimentados en el contrabando de hachís y tabaco al amparo de las marismas del Guadalquivir, que se encargaban del transporte.

Fuentes del OCON Sur, el mando operativo del instituto armado para luchar contra el narco en el Estrecho, explican que ese paso a la cocaína era una sospecha recurrente en los últimos tiempos. Hasta el momento, el método habitual de entrada de la coca en nuestro país era a través del puerto de Algeciras, camuflados en pequeños fardos de 30 o 50 kilos en el interior de contenedores provenientes del otro lado del Atlántico. Pero las bandas más ambiciosas estaban a la espera de dar el salto, ya que un kilo de coca alcanza en el mercado cerca de 34.000 euros, frente a los 2.000 que puede suponer la misma cantidad de hachís. Y las narcolanchas permiten pasar cientos de kilos en un solo viaje. Sólo había que hacer las cuentas, asumir el riesgo y contactar con gente de confianza para aprovechar su experiencia en el transporte.

Eso fue lo que hizo una peligrosa banda de narcos con ramificaciones en Holanda y Marruecos, explican desde la Guardia Civil. La operación comenzó en septiembre pasado en Lebrija, un municipio a orillas del Guadalquivir plagado de pequeñas naves industriales con entrada directa al río. Este detalle lo ha convertido en los últimos años en el escondite de muchas narcolanchas y alijos por la facilidad para eludir la vigilancia policial una vez ascienden por el cauce fluvial. "Es un sitio de fácil control para ellos, pero no tanto para nosotros", reconocen los investigadores. Los agentes detectaron que se podían estar botando estas potentes embarcaciones, prohibidas por ley, y un dispositivo de vigilancia permite descubrir cómo de una de las naves salen semirremolques que podían ocultar las narcolanchas.

La investigación de esos remolques lleva a los agentes a una playa de Málaga, donde consiguen frustrar un alijo de 400 kilos de hachís, y también a Huelva, donde a mediados de noviembre se detecta un primer envío por la desembocadura de Guadalquivir. Pero algo extraña a los narcos y prefieren no arriesgarse, por lo que dan la vuelta. Al día siguiente, lo intentan a pocos kilómetros de allí, en Isla Cristina, casi en la frontera con Portugal, y ya sí los agentes interceptan la droga. La sorpresa sin embargo salta cuando lo que descubren en el interior de la lancha es 1.255 kilos de cocaína de gran pureza en unos fardos identificados con los mismos logotipos del hachís incautado en Málaga.

Colaboración marroquí

La operación despertó el interés de las fuerzas policiales de Marruecos, que se unen a la investigación. Los agentes logran así reconstruir la ruta del alijo. La coca, procedente de Colombia, entró en Marruecos a través de un carguero en el puerto de Casablanca. De allí fue trasladada a una "guardería" entre esta localidad y Rabat, y posteriormente transportada en vehículos a la costa para embarcar hacia España. Fuentes del caso atribuyen a la presión policial en el Estrecho el que optaran por una ruta más larga, hacía la costa onubense, convertida en uno de los nuevos puntos calientes del narcotráfico.

Logística española

Ya en enero, la gendarmería marroquí detiene a una decena de integrantes de la banda, aunque uno de los cabecillas logra huir hasta Abu Dabi, siendo arrestado poco después en virtud de una orden de detención internacional. Ya en marzo, la Guardia Civil desarticula la parte española de la trama, desde los responsables de la red de transporte a sus colaboradores. La Guardia Civil señala que se trataba de dos históricos conocidos del contrabando en la zona, uno residente en El Cuervo (Sevilla) y otro en Trebujena (Cádiz), que trataban de pasar desapercibidos llevando una vida austera de puertas para afuera. De hecho, los agentes sorprenden en esta última finca a uno de los equipos a punto de salir en una de las narcolanchas, con ropa de agua, víveres y teléfonos GPS.

La operación, señalan las fuentes, ha logrado poner a disposición judicial a un total de 51 personas y se han intervenido 1.255 kilogramos de cocaína y 390 de hachís, así como dos plantaciones con cerca de 600 plantas de marihuana. También se han interceptado nueve vehículos, de los que cuatro habían sido previamente sustraídos, y más de 60.000 euros en efectivo, así como abundante documentación, dispositivos electrónicos de última generación, tres armas de fuego, y 6 embarcaciones semirrígidas valoradas en 1.500.000 euros.