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CRISIS DEL CORONAVIRUS Entrevista

"Las mascarillas defectuosas acabarán en los mercadillos, no se destruirán"

Álvaro Domínguez-Gil Hurlé, doctor en Farmacia, advierte de que las cosas se están haciendo "muy mal" en cuanto a la distribución de material sanitario

Álvaro Domínguez-Gil Hurlé, comprobando una mascarilla. LP/DLP

¿Por qué España compra material defectuoso?

El motivo princiapal es que recurre a mercados con ofertas a precios muy bajos. Como no es el cometido del Estado, quienes hacen de intermediarios, carentes de toda garantía profesional en este tipo de comercios -puede ser cualquier empresa importadora/ exportadora, por ejemplo de vinos, cementera, u otros- hacen la transacción sin tener en cuenta las garantías profesionales, los estándares de calidad requeridos. Solo pactan los precios, los más bajos, sin tener en cuenta que la calidad sanitaria es fundamental en situaciones como la que estamos viviendo: a pesar de que la fabricación del producto físicamente es correcta, no lo es sanitariamente hablando, porque los materiales y los controles hacen subir mucho el precio en origen. No se ha querido utilizar el canal habitual de fabricación y distribución de estos productos, con los estándares de calidad sanitaria que se requieren, cuando al principio estábamos en condiciones de aprovisionarnos suficientemente. Y desde el principio no se quiso rectificar.

¿No hay material sanitario suficiente en España?

Desde luego que en España hay empresas del sector textil en diversas provincias y comunidades autónomas... que estaban empezando a adaptar la fabricación de mascarillas o pantallas máscara, con el material adecuado y los estándares de calidad. Ante las necesidades y la crisis era una forma de relanzar el mercado. Pero el material, los sueldos, los impuestos que se pagan en España para mantener el Estado de Bienestar no son los chinos. En consecuencia, el precio es superior. Con una regulación del precio correcta todo el mundo saldría beneficiado: fábricas y consumidores, se hubiese controlado la salud desde el primer momento y el Estado seguiría recaudando impuestos.

¿Cómo se establecen los controles de calidad?

Las normas de calidad las poseen las empresas que se dedican a ello. Son normas muy complejas y como tal emiten los certificados de calidad por medio de sellos, una vez que los productos han conseguido pasar todos los controles internos y externos. Estos sellos a su vez pueden falsificarse, de ahí la importancia de no salirse de los canales legales para que, como por ejemplo en este caso de crisis sanitaria por el coronavirus, no se pueda ver comprometida la salud.

¿Estamos abriendo el mercado negro de productos como las mascarillas?

Puede que sí. Estas mascarillas defectuosas que se pusieron en circulación son el más claro ejemplo. Yo no creo que las vayan a destruir. Se guardarán en cualquier hangar a la espera de otra vía comercial, que no tenga ningún tipo de control, por lo que no es difícil imaginar los lugares donde acabarán en el futuro, como internet o mercadillos en los que pueden ponerse a la venta sin que nadie lo vigile, y quizá todavía a precio inferior, lo que facilitará su encuentro con un consumidor todavía más desprevenido. Un precio de venta adecuado y adaptado a las empresas españolas hace que no falte material sanitario con sus sellos de calidad correspondientes. Esta situación no tendría que parecerse a la Ley Seca americana como está ocurriendo; esto es un problema de salud física, lo primero, y económica también, pues las empresas españolas no se sentirían perjudicadas.

¿ Hasta qué punto se está poniendo en riesgo la salud de los españoles?

Esta situación no se podía prever desde luego en el mes de diciembre. Quedaba todo muy lejos para el común andante, pero no para unos expertos con toda la información del mundo a su alcance y, lo que es peor, encima de su mesa. No se le dio la importancia , o no se quiso dar la importancia y el costo que iba a tener todo eso para la salud. En la mente de todos los ciudadanos está la frasecita de que esto no será mas que una gripe. No fuimos informados del virus, y mucho menos de su alcance, de lo que significaba en realidad, no fuimos educados para atender los protocolos que se precisan en el caso de una epidemia, y que al ver lo que ocurría en Italia, ya sería pandemia. Y por lo tanto, al quitar importancia, los ciudadanos tardaron en reaccionar porque... ¿cómo de una gripe pasamos a tener que estar confinados en casa, con tantísimos muertos desde el primer día?

A su juicio, ¿qué se debería haber hecho?

Desde el primer instante una correcta y puntual información, así como el hecho de contar con la mayor cantidad de material tan sencillo como geles virucidas, mascarillas y guantes, algo que hubiese contribuido a paliar la terrible propagación del contagio. Hay que tener en cuenta que ni los dirigentes tenían claro la diferenciación de las mascarillas. La información era mascarillas caras y mascarillas baratas, creando gran confusión en el usuario. Puede ocurrir que empresas que no se dedican al sector sanitario fabriquen material, que no cumple los estándares europeos, pero que se parecen exteriormente, y ponen el sello CE. A su vez este sello chino puede ser falsificado, y el europeo también puede ser falsificado, cobrando esta situación mucha importancia cuando se pone en riesgo entonces la salud del conjunto de los ciudadanos.

¿Cómo podemos saber si una mascarilla es buena o no?

Las mascarillas vendidas sin licencia no cumplen con los estándares de salud y protección y ofrecen falsas sensaciones de seguridad a quien las usa. Pueden recolectar gérmenes, lo que las hace especialmente peligrosas. Por lo tanto hay que conocer el modelo que se adquiere. Una máscara original tiene varias capas de tela formada por tejidos, no tejidos de fibras prensadas, que se funden y no dejan pasar ni la luz ni el aire pero tampoco absorben ni atraen partículas ajenas. La tela con la que se fabrican es crucial -de microfibra- a diferencia de las telas normales como las caseras, que tienen huecos en el tejido mayores que los virus, y por lo tanto no sirven para proteger, sino como último y bienintencionado recurso. Según los medios especializados, de forma casera se puede verter un poco de agua sobre la superficie de la máscara y sostenerla en el aire. Si es original, no habrá fugas. Otro modo sería ponérsela, y soplar a un mechero encendido colocdo a varios centímetros de distancia, con precaución. Si se apaga la llama, resulta que no sería una máscara original.

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