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CRISIS DEL CORONAVIRUS

Las crisis de los 'posmillenials'

Han crecido oyendo hablar de crisis. Han interiorizado que somos frágiles y vulnerables. La generación Z trae la lección aprendida, apuntan sociólogos y psicólogos

Sara Sans, estudiante de 19 años.

Entre 1995 y el año 2005 nacieron en España cuatro millones de chicos y chicas que hoy tienen entre 15 y 25 años. Por sus hábitos sociales y de consumo, particulares y diferentes a los de la generación anterior, los analistas sociales y los medios de comunicación los han agrupado bajo una colección de etiquetas que evocan un mismo retrato. A los centennials, posmillennials o miembros de la generación Z -formas distintas y admitidas de nombrar a los nacidos a partir de la segunda mitad de los años 90- se les reconoce por la corta edad, el apego que manifiestan a las redes sociales y a sus inseparables móviles, la preocupación por el medioambiente y otros rasgos identitarios de carácter generacional.

Las marcas conocen sus gustos, los sociólogos han estudiado sus costumbres y los psicólogos tienen identificadas sus fortalezas y debilidades. Lo que ningún estudio predijo es que una pandemia vírica, desatada justo en el momento en el que se disponían a definir sus personalidades o a elegir carrera, iba a reunirlos bajo un mismo denominador. La crisis del 2020 los ha convertido en la generación covid.

Arancha, Jorge, Sara, Horacio y Andrea -los cinco jóvenes que han aceptado contar en este reportaje cómo encaran el futuro- no se conocen entre ellos y tienen perfiles y ambiciones muy diferentes, pero comparten una parecida actitud, entre cautelosa y confiada, ante la película distópica que les ha tocado vivir, y el convencimiento de que el mundo que va a emerger tras la pandemia va a demandar de ellos esfuerzos extra.

A los que tenían en mente buscar trabajo, les espera una precariedad que se suma a la que dejó en herencia la crisis de 2008. A los que se adentraban en el momento de mayor experimentación de sus cuerpos, les tocará bregar bajo estrictas normas de distanciamiento social. Si pasar de la pubertad a la adultez nunca fue fácil, el covid-19 se lo ha puesto aún más difícil.

Sin embargo, conscientes de las sombras que se vislumbran en sus horizontes vitales, todos desprenden una confianza que contrasta con el pesimismo que transmiten otras generaciones. ¿Será la inconsciencia que da la edad o la sospecha de que la era poscovid va a coincidir con muchas de sus costumbres, inquietudes y aspiraciones?

"Han crecido oyendo hablar de crisis y han interiorizado que somos frágiles y vulnerables. En un mundo como el que se avecina, que estará marcado por la incertidumbre, ellos ya traen esa lección aprendida. Por eso no temen al futuro", destaca Almudena Moreno, profesora de sociología de la Universidad de Valladolid y analista de la población juvenil. En su opinión, la predisposición innata de los centennials para vivir en entornos inseguros les da una "ventaja adaptativa" frente a otras generaciones.

Relaciones 'online'

También traen incorporada de fábrica una forma de entender las relaciones personales que apunta a ser tendencia en los tiempos venideros, marcados por el distanciamiento social y el auge de la virtualidad. "Están acostumbrados a comunicarse por videollamada, se mantienen permanentemente conectados por las redes y viven la experiencia online con normalidad. Para ellos, pasar un sábado por la noche viendo series en su habitación mientras chatean con sus amigos es un gran plan", apunta Mireia Montaña, doctora en Comunicación de la Universitada Abiert de Catalunya y experta en usos de consumo de las generaciones más jóvenes.

Los estudios sociológicos realizados sobre la población juvenil aportan un retrato que invita a confiar en la mejora de la especie humana. Los chicos y chicas que hoy navegan entre la adolescencia y las primeras fases de la edad adulta se muestran más austeros y menos consumistas que la generación anterior, tienen en mejor estima a la familia y manifiestan una mayor conciencia medioambiental. "Ellos ya habían interiorizado la revolución posmaterialista que venía pidiendo paso, y que ahora puede acelerarse debido a la pandemia", señala Moreno. "En cierto modo, esta crisis planetaria parecería estar dándoles la razón", añade Montaña.

Asunto diferente es que la salida de la crisis vaya a tener en cuenta, o no, los valores que los jóvenes de hoy defienden. De momento, cuando se lancen a buscar trabajo se van a estrellar contra un ecosistema laboral que lleva más de una década dándoles la espalda. La reducción del desempleo que causó la gran recesión se nutrió, principalmente, de los sectores de población más veteranos, pero esa mejoría apenas alcanzó a los recién llegados al tajo. En diciembre del 2019, 12 años después del estallido de la burbuja inmobiliaria, el paro juvenil continuaba en el 32%, mientras en la Unión Europea es del 14%. Es decir: uno de cada tres españoles menores de 25 años que quería trabajar antes de que empezara la pandemia del coronavirus no podía.

"En cuestiones laborales, los jóvenes son siempre los últimos de la cola. Parecía que la recuperación les iba a llegar ya a ellos, pero este nuevo hundimiento de la economía ha acabado con esas expectativas. Una vez más, a los menores de 25 les va a tocar remontar desde una posición mucho más retrasada", señala Pau Miret-Gamundi, investigador del Centro de Estudios Demográficos (CED), quien destaca otro dato que puede añadir lastre al futuro de los centennials españoles: "Seguimos siendo el país con mayor abandono escolar de Europa. En el 2007, un chico de 18 años que dejaba los estudios y se ponía a trabajar podía mantenerse y poner en marcha su vida personal. En el caso del año 2019 resultaba imposible. Después de esta pandemia, más aún", compara el sociólogo.

¿A los jóvenes de la generación covid les servirá de mucho ser los más conectados, concienciados, tecnológicos y ecologistas de la historia si cuando quieran ganarse la vida no encuentran la forma de hacerlo? A ese dilema Ona Palau, miembro del Colegio Oficial de Psicología de Catalunya, añade una debilidad que ha detectado en esta nueva camada social: "Crecieron en un entorno de crisis, es cierto, pero en realidad han tenido fácil el acceso a todo lo que necesitaban. Nunca se vieron obligados esforzarse, por lo que no han desarrollado el espíritu de sacrificio que hay que poner en juego en los momentos difíciles", señala la psicóloga.

De la capacidad de resiliencia de los jóvenes dependerá su adaptación a las facetas más agrestes del mundo poscovid. Lo que ya parece claro es que esta nueva crisis volverá a tensionar la sociedad, como hizo la anterior. "Y como siempre ocurre con las crisis, se cebará primero y con más fuerza con los más débiles y acentuará las diferencias. De esta saldrán antes y mejor los chicos y chicas que viven en entornos sociales y familiares saludables. Los demás lo tendrán más complicado", advierte María Carmen Moreno, catedrática de Psicología Evolutiva y de la Universidad de Sevilla, quien lanza un llamamiento a los poderes públicos. "Cuando pase la emergencia sanitaria, será la hora de los servicios sociales. No podemos permitirnos que una generación entera quede abandonada".

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