Con los lugares de culto cerrados y los sepelios en una más que estricta intimidad -limitados a tres asistentes como medidas para frenar el avance de la pandemia del coronavirus-, las familias que sufrieron la pérdida de un ser querido durante el estado de alarma, ya sea por la Covid-19 o por otras causas, se vieron obligados a postergar la despedida. Un duelo que, por sus creencias religiosas, muchas personas necesitan cerrar celebrando una misa funeral en la parroquia de cuya comunidad forman parte. La demanda de este tipo de ceremonias se ha disparado desde que entró en vigor la nueva normalidad, lo que ha llevado a algunos párrocos de la Diócesis de Canarias a intensificar el número de días de la semana que dedican a honrar a los difuntos. "Desde hace dos semanas las parroquias están celebrando funerales un día sí y otro también e, incluso, en los pueblos se han retomado las misas corpore insepulto", explica el vicario general de la Diócesis de Canarias, Hipólito Cabrera, quien destaca que numerosas familias han esperado hasta tres meses para poder celebrar una misa funeral.

Tanto las parroquias de la capital como las de los municipios de Gran Canaria han registrado un repunte en la demanda. El sacerdote de la iglesia de San Nicolás de Tolentino, José Miguel Rodríguez, explica que este viernes retomarán las exequias. "Habitualmente solo celebramos funerales un día a la semana y ahora tenemos la agenda llena para los viernes y los sábados".

Todas las iglesias de la Diócesis se han adaptado rigurosamente a las medidas de seguridad sanitaria y han limitado su aforo a un 75%. La mayoría de las basílicas ya tienen sus puertas abiertas y han vuelto a celebrar el culto, aunque algunas todavía no han recuperado todavía sus horarios habituales de las eucaristías. "El tiempo de apertura de algunos templos está más controlado para poder realizar las desinfecciones necesarias y los procedimientos de higiene", señala Cabrera.

Durante el confinamiento muchos sacerdotes se pusieron al día con las nuevas tecnologías y empezaron a retransmitir la eucaristía a través de las redes sociales. Abrieron una ventana al siglo XXI que permitió que muchos feligreses habituales se sintieran más cerca de sus parroquias, pero también que una nueva audiencia entrara en los templos. "Hay párrocos, como el de Agaete, que me han informado de que han celebrado misas con más de 3.000 personas conectadas a la red", sostiene Cabrera, quien reconoce que es una cifra muy alejada de la que habitualmente acude físicamente a la celebración de la eucaristía en la iglesia. En otros casos como es el de La Aldea, el sacerdote optó por difundir entre sus parroquianos un mensaje semanal a través de Whatsapp. "Escribía un pequeño texto sobre la palabra del Señor relacionado con la actualidad, para trasmitir esperanza a mis feligreses y quienes deseaban lo reenviaban", concluye Rodríguez.