Un verano sin las populares verbenas, sin ventorrillos ni fuegos artificiales, ni tampoco atracciones de feria o turroneras dibuja un panorama estival realmente extraño.

En este escenario, el sector del espectáculo se siente ninguneado y hasta estigmatizado pero, sobre todo, perjudicado por el silencio del Gobierno de Canarias a sus demandas. Ya no saben qué tecla deben tocar para llamar la atención de los políticos ante la acuciante situación que viven productoras, orquestas y solistas, esos que ponen la nota de alegría y diversión a las fiestas populares en Canarias, sin olvidar al conjunto de técnicos de sonido e iluminación, transportistas, montadores, etc., que tampoco pueden desarrollar su trabajo y que, en su mayoría, no reciben protección de la administración pública y ninguno tiene la posibilidad de adaptarse a las nuevas circunstancias. Cotizan bajo el epígafe del Régimen Especial de Artistas y se les da de alta por días trabajados, por lo que cuando se decretó el estado de alarma no estaban afiliados y, en consecuencia, no tienen derecho a sta incluidos en un Erte.

Ismael del Rosario, gerente de la empresa CanariasMusic S.L., es uno de esos productores musicales afectados y, en su condición de representante de diferentes orquestas y artistas, quiere dejar claro que, conocedores de la crítica coyuntura sanitaria y económica que está provocando la pandemia del Covid-19, en absoluto pretenden, ni se les pasa por la cabeza, que se deban programar ni verbenas ni conciertos en los pueblos de las Islas, como ha venido siendo habitual y común hasta ahora duante el periodo estival. Eso sí, reclaman que se tenga en cuenta la agobiante situación a la que se han visto abocadas estas pequeñas empresas, también los trabajadores en régimen de autónomos, por causa de las cancelaciones y. fundamentalmente, por el hecho de no haber recibido ningún tipo de ayuda. "Sólo las grandes empresas tienen cierta capacidad para hacer frente a los gastos inmediatos", explica, y, por tanto, a la supervivencia.

Con la pandemia instalada en su pico, el paso progresivo de las etapas de desescalada y, llegados a este momento, con la cantinela de los rebrotes sonando en la mente de todos, el Gobierno de Canarias ha adaptado el escenario de su nueva normalidad sin la nota de los festejos públicos en plazas y pueblos de las Islas. El efecto más inmediato se traduce en que aquellas partidas presupuestarias que los distintos ayuntamientos habían consignado para el capítulo de fiestas ya se están derivando hacia otras áreas.

En una carta dirigida al presidente del Gobierno de Canarias, con fecha 24 de junio de 2020, y de la que a día de hoy no han obtenido respuesta alguna, este segmento cultural se ofrecía para mantener una reunión y "aportar posibles y viables soluciones", tal y como subraya Ismael del Rosario, con el propósito de "pactar, a través del diálogo, nuevas condiciones y establecer medidas excepcionales", en la idea de paliar los efectos del coronavirus y diseñar un plan de rescate que "no deje a nadie atrás", haciendo así suyo ese eslógan que tanto han repetido los políticos.

Sordina administrativa

Como medida de presión frente a esa continuada sordina administrativa, las empresas de espectáculos y de sonido, además de las orquestas y solistas canarios, han convocado una concentración para el próximo 22 de septiembre, a partir de las 12:00 horas, en el exterior del edificio del Palamento de Canarias, aprovechando qe en la Cámara ese día sus señorías asisten a un Pleno, y que ya anuncian va a ser "sonada".

El objetivo de esta movilización no es otro que "reivindicar la falta de ayudas y subvenciones directas por parte de la administración pública al sector del espectáculo, de la fiesta y la verbena popular canaria", señala Del Rosario. Quien además insiste: "Son muchas las familias que dependen directamente de este segmento artístico en el Archipiélago", al tiempo que pone el acento en lo que representa la fiesta popular canaria, entendida como una costumbre cultural de notable arraigo en el imaginario isleño.

De la calima al virus

Las dificultades que viene atravesando el sector durante este annus horibilis están ligadas a lo que podrían denominarse fenómenos naturales adversos. Primero fue aquella densa calima que azotó el Archipiélago el pasado mes de febrero, coincidiendo con la celebración de los Carnavales, y que desembocó en la cancelación de múltiples espectáculos y, seguidamente, con el estado de alarma sanitaria establecido a nivel nacional y su prolongación ahora en la fase de nueva nomalidad , esta versión atípica de la relación social. Este cúmulo de infortunios "está haciendo mella en los picos mas importantes de nuestra facturación anual", subaya Del Rosario.

Mientras tanto, se adaptan al día a día como buenamente pueden y permanecen en un oscuro limbo. Y sólo con medio peso.