La crisis sanitaria desencadenada por la pandemia del coronavirus había pasado discretamente por la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, hasta ahora. En las últimas semanas se ha disparado el número de contagios en la capital de la provincia oriental, donde ya se acumulan 357 de los 748 que hay en toda la isla. La zona más castigada por la Covid-19 es el distrito Isleta-Puerto-Guanarteme, donde se han confirmado 194 positivos, de los que 112 todavía permanecen activos. Le sigue el de Ciudad Alta con 74 casos activos de los 169 que se han diagnosticado en los barrios que conforman este popular distrito. En la zona centro de la ciudad se han localizado a 157 personas afectadas por el virus y 65 de ellas continúan luchando contra la enfermedad. En el distrito de Vegueta, Cono Sur y Tafira solo se han detectado 62 casos y 42 de ellos continúan activos. En Tamaraceite, San Lorenzo y Tenoya se han registrado unas cifras similares, con 61 positivos y 36 casos activos.

Las autoridades sanitarias han localizado el principal foco de contagio en las actividades de ocio nocturno. En concreto, la Consejería de Sanidad ubicó un brote con más de 60 casos en las salas de bailes latinos cercanas a la plazoleta Farray, en el barrio de Guanarteme. Además, los contagios secundarios de este foco han llevado el virus hasta La Palma y Fuerteventura. Estos locales, a pesar de que cumpían con la normativa sanitaria y obligaban a llevar mascarilla para entrar en el recinto, una vez en el interior no exigían a los usuarios que siguieran usando esta medida de protección. A esto se suma que una vez avanza la noche, no se respetaban las distancias y se comenzaba a utilizar la pista de baile, a pesar de estar expresamente prohibido. Por último, al ser varias salas de ocio nocturno con características similares y muy cercanas entre sí, los usuarios pasaron la noche en la que se produjeron los contagio, a principios de agosto, de local en local.

Por más que las autoridades sanitarias insisten en la importancia de cumplir estrictamente con las medidas de seguridad para frenar el avance de la pandemia y evitar que las medidas de contención puedan afectar a la economía, los actos incívicos continúan replicándose por todo el Archipiélago. Uno de ellos se detectó en la localidad norteña de Arucas, donde la Guardia Civil, con el apoyo de la Policía Local del municipio, intervino en una fiesta clandestina. En la tarde del pasado 1 de agosto los agentes acudieron a una finca privada alertados por las quejas vecinales del ruido ocasionado en una fiesta multitudinaria. Los efectivos comprobaron que no se cumplían con los requisitos al no existir en la finca gel hidroalcohólico, ni medidas para evitar aglomeraciones en la zona de acceso a los servicios, entre otras.

Tras identificar a los organizadores del evento, los agentes tramitaron diez denuncias administrativas por infracciones a la Ley de Seguridad Ciudadana, por la tenencia y consumo de drogas tóxicas y estupefacientes -se intervinieron diferentes cantidades de cocaína, hachís y MDMA-, y dos más a los dos organizadores por infracciones a la Ley de Salud Pública. Asimismo, fue denunciado un delito por intentar impedir la labor de los agentes, ya que uno de los organizadores, en estado de embriaguez, intentó frenar las funciones de inspección.